Capítulo 1

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Abro la ventana con una sonrisa al ver que, por una vez en el estado de Washington, hay un día soleado e inusual. Según las leyendas de la Reserva, cuando el día gana a las nubes, es que algo mágico está a punto de ocurrir. Nunca creí en las leyendas, como todo habitante de la Reserva, pero hay algo en el ambiente que me hace creer que hoy puede ser un día especial. Puede que mi hermano no esté de mal humor por madrugar.

—¡Te doy cinco minutos para mover tu culo de princesa a la cocina o te juro que te vas sin desayunar para que te mueras de hambre en el pupitre! —Exclama Paul escaleras abajo con su habitual tono mañanero.

No, hoy no será un día especial.

—Ya voy. —Repongo bajando las escaleras de dos en dos, pero como siempre se me olvida lo torpe que soy, me tropiezo en el último escalón y caigo de rodillas frente a Paul, quien sonríe complacido.

—Hermanita, si quieres servirme como tu rey y amo, adelante. —Dice divertido antes de ayudarme a levantarme del suelo. —Pero enserio, come.

—Si, señor. —Digo sentándome a su lado en la mesa de la cocina, comiendo la comida que se siempre prepara Paul. Nunca sabré como aprendió a cocinar tan rápido, pero siempre le estaré agradecida por cuidar de mi y luchar por mí.

—Soldado, esta tarde tengo algo que hacer con los chicos. Llegaré tarde. —Dice sacando su cartera y dándome un billete de veinte dólares. —Pide pizza, pero...

—Comprueba antes de abrir que el pizzero no es un asesino o violador en serie. —Recito la frase que siempre me dice cuando se va con sus amigos a corretear por la Reserva, porque realmente no sé lo que hace con Sam Uley y los demás chicos.

—No es gracioso, Amanda. Por favor, yo te protejo. Pero me tienes que ayudar, linda. —Dice engullendo la comida como si fuese un auténtico animal, cosa que siempre me hace gracia, porque parece un pavo que tan si quiera mastica la comida.

—¿Te he dicho ya cuanto te quiero? —Pregunto antes de dejar mi plato en el fregadero y abrazar a mi hermano por el cuello, dejando un beso en su mejilla caliente.

—¡Hey! ¿Desde cuando somos unos blandengues que nos decimos cursiladas? —Pregunta fingiendo arcadas antes de soltarme de su cuello y alejarse de mi mientras agarra nuestras mochilas. —Mueve tu culo de vaca y vámonos a clase.

—Me lo tomaré como un "yo también te quiero, linda". —Digo pasando por su lado y guiñándole el ojo antes de subir a su coche. Me encanta cuando me lleva a clase con él, porque significa no usar el autobús o andar. Al llegar al instituto, como siempre, él se va con sus amigos y yo con los míos. Por lo menos ahora se despide de mí cuando llegamos, cuando empecé el instituto fingía que no me conocía o me dejaba a varios metros del edificio para que no pensaran que iba con él. Por suerte para mí, Paul ha madurado.

Bueno, solo un poco.

—¡Amanda! —Exclama Kim mientras me agarra del brazo para guiarme por los pasillos hacia quien sabe dónde. —¡Adivina!

—Deja de gritar, Kimmie. —Digo intentando que baje la voz, siempre grita cuando se emociona. —A ver, cuéntame.

—¡Jared Cameron me ha pedido una cita! —Grita antes de ponerse a saltar como una loca, esperando a que haga lo mismo. Y sin importarme quien se quede mirándome, comienzo a saltar con ella mientras la agarro las manos y gritamos como locas.

—¡Lahote! ¡Gabriels! Silencio, esto es un instituto, no un parque de niños. —Exclama el profesor de educación física haciéndonos callar.

—Viejo amargado. —Susurro antes de comenzar a pasear con Kim por los pasillos hasta nuestra clase de Inglés. —Debería encontrarse una mujer, así dejaría de ser tan molesto.

—Dudo que alguien lo aguante. —Dice Kim sonriendo mientras saca el móvil y nos hacemos su selfie mañanera que ya está publicada. —Adivina, Seth Clearwater ha vuelto hoy de su semana de enfermedad y ahora se le ve con Sam Uley, tu hermano y mi precioso futuro marido. ¿No te parece extraño que todos los que andan con Uley tuvieron una semana faltando a clases?

—¿Qué me importa a mí ese chico? —Pregunto con una sonrisa irónica mientras me entero de los últimos cotilleos. Finjo que no me gustan, pero siempre me encanta enterarme de todo. —Además, va a mi clase. Tiene la misma edad que yo, así que ¿qué va a hacer con chicos de diecisiete, dieciocho y diecinueve años?

—¿Ponerse enorme y bajar las bragas de toda la población femenina del instituto? —Pregunta de forma sarcástica mientras me señala una enorme espalda que está al lado de Jacob Black. Abro la boca con sorpresa y pienso en el chico enclenque que se sentaba en la primera fila hace apenas una semana, ahora parece más alto, más grande sin parecer excesivo, y pienso ¿qué anabolizantes hacen eso en un periodo de tiempo tan rápido?

—Bueno, puede que tengas razón, pero ni me importa. —Digo encogiéndome de hombros y pasando por el lado de Seth para entrar en clase, pero mi sudadera parece que se ha enganchado con algo, miro detrás y veo que es la mochila de Seth. —Genial. Hola, perdón, pero se me ha enganchado en tu... ¿Estás bien?

Pregunto eso al ver como Seth se ha quedado observando mis ojos fijamente, y mentalmente repaso si tengo alguna mancha o me he olvidado de lavarme la cara o algo así. Ahora parece temblar levemente antes de caer de rodillas frente a mí, con una cara de paz total que me perturba.

—Oh, parece que alguien va a morir en las zarpas de Paul. —Dice Black ayudando a levantar a Seth mientras que sus amigos Ateara y Call, no paran de reírse de Seth.

¿Qué me he perdido?

Little sister |SETH CLEARWATER|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora