Capítulo 11

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He estado dos días más de baja por estupidez ajena, así es como lo han denominado Jared y Embry, y al final ya estoy totalmente recuperada y "en activo".

Deja de pensar y concéntrate. —Dice Sam divertido, me ha dicho que debo cerrar los ojos para calcular a cuantos kilómetros tengo First Beach, la autopista, el límite de los Cullen y su casa, así pongo a prueba mis sentidos y veo cuan efectivos son.

La playa está a... ¿veinticinco kilómetros?. —Digo, aunque suena más a una pregunta, pero escucho una afirmación de Sam dándome a entender que estoy en lo correcto. —La autopista está a veinte kilómetros, tu casa a... diez y el límite... Buaj, qué mal huele, a dos kilómetros.

Muy bien, Lexa. —Me felicita Sam caminando a mi lado, haciéndome saber que quiere que lo siga, así que comenzamos a pasear por el bosque, cada uno en sus pensamientos, aunque yo estoy más centrada en pensar en lo que pasaría si intento pasar por las patas de Sam, y antes de pensarlo más, lo hago haciendo que se tropiece. —Lexa, no hagas eso más.

Lo siento, alfa. —Digo sin sentirlo y seguimos paseando hasta que vamos paralelamente al límite, huele realmente horrible.

Debes acostumbrar el hocico, Lexa, por eso vamos por aquí. —Dice Sam sonando razonable, aunque hay veces que Paul piensa que es muy mandón y gruñón. —Cuidado, Lexa. —Gruñe Sam parándose de golpe, se coloca sobre mí y gruñe hacia un punto frente a nosotros, donde aparecen unos vampiros con ojos dorados.

Me imagino que esos son los Cullen, aunque nunca los he visto, y ahora Sam baja la cabeza evitando que haga contacto con ellos.

Lo siento, Lexa, pero eres la cachorrita de la manada y no quiero que te pongas en peligro. —Dice Sam con un pensamiento cariñoso hacia mí, como si fuese su hermana pequeña.

—Hola Sam, veo que esta es una nueva miembro de tu manada. —Saluda uno de los vampiros, parece el jefe del aquelarre. —Quería hablar sobre el incidente del fin de semana y sobre el aviso de Jacob.

¿Qué ocurre? —Pregunta Sam totalmente serio, y me pregunto porqué no se transforma para hablar, pero parece que le entienden, porque otro vampiro habla.

—Quería pedirte permiso para poder traspasar vuestros límites en caso de que vuelva a aparecer Victoria. —Pide el jefe del aquelarre sonando muy amable.

No. —Dice Sam simplemente y me hace dar la vuelta para correr de vuelta a su casa sin esperar nada más por parte del extraño aquelarre. Corremos hasta el límite y con el hocico, cada uno agarra ropa para vestirnos, yo me coloco un vestido azul lleno de flores amarillas.

—Has hecho un buen trabajo, Lexa. —Me felicita Sam con una sonrisa y coloca su brazo sobre mis hombros para caminar tranquilamente hacia el porche, donde están todos los chicos, menos Jacob, comiendo tarta.

—Hola, ojos bonitos. Alfa. —Nos saluda Paul y me siento a su lado, Emily sale y abraza a Sam con dulzura.

—¿Y Jacob? —Pregunto mientras observo a Quil sentándose un escalón por debajo de mí y apoya su cabeza en mi pecho.

—No lo sabemos, pero seguramente tenga que ver Bella. —Dice Embry con una sonrisa, todos nos reímos hasta que Sam nos manda callar y cuenta nuestra reunión con los Cullen.

—¿Las malditas sanguijuelas quieren pasar? —Gruñe Paul con asco, y su gruñido es coreado con los de Jared y Embry.

—Como es normal, les he dicho que no, no necesitamos su hedor en nuestras tierras. —Dice Sam sentando a Emily en su regazo y dándola un beso en la mejilla, en ese momento Leah se levanta y entra dentro de casa.

Seth se levanta y sigue a su hermana, seguramente para darle consuelo, y yo, sin darme cuenta, comienzo a acariciar el pelo de Quil haciendo que ronronee. Estamos hablando tranquilamente hasta que aparece Jacob con el semblante sombrío, se sienta a nuestro lado y cierra los puños dejando sus nudillos blancos.

—Jake, ¿qué pasa? —Pregunta Sam con su voz de alfa, y Jacob suspira y mira hacia el bosque.

—He estado todo el día con Bella, iba todo bien hasta que me ha dicho algo que me ha molestado mucho. —Responde con la voz cargada de ira y... ¿Asco? —Me ha dicho que se va a transformar en una maldita sanguijuela después de su graduación.

—¡Qué asco! —Exclama Paul, yo lo abrazo suavemente como puedo, ya que mi otra mano está aún sobre el pelo de Quil, haciendo que no se entere mucho de lo que está ocurriendo.

—Lo siento, Jake. —Susurro en su oído, él asiente y decide cambiar de tema, haciendo que el ambiente se aligere enormemente hasta que el bocazas de Jared decide hablar.

—Bueno, Lexa, ya veo que has perdonado al imbécil de Quil. —Comenta levantando las cejas de forma cómica. —Yo lo hubiese hecho sufrir un poco más.

—Yo también. —Dice Paul con una sonrisa macabra, principalmente porque está recordando la paliza que le metió cuando me quedé dormida con mi padre.

—Chicos, no sé si lo habéis notado, pero ya estoy totalmente recuperada, y todo gracias a Quil. —Respondo con una sonrisa forzada, Quil escucha a medias, pero al darse cuenta de que hablamos de él, se levanta y se sienta detrás como puede para abrazarme.

Estos dos días ha estado así de pegajoso, a cada momento que me ve, simplemente me abraza por la cintura y mete su nariz en mi cuello y se queda ahí todo el rato que puedes, también me abraza por completo y evita que me mueva, como hace ahora, o simplemente se apoya en mí para que lo acaricie como si fuera una mascota o algo así.

—No tendrías que haberte recuperado si alguien no hubiese traicionado a su alma gemela. —Dice Paul con dureza, y Quil detrás de mí se tensa, se levanta y se va corriendo al bosque.

—Paul. —Digo con un tono cansado, no estoy enfadada, pero si yo he decidido perdonar a Quil, porqué los demás no pueden dejarle avanzar y asumir sus propios errores y dejar de recriminarle, sé que se lo merece, pero eso es tema mío.

—No voy a pedir perdón, cachorrita. —Dice Paul encogiéndose hombros y apoya sus manos detrás de él y se semi tumba en el porche. Después de pasar una hora con ellos, decidí irme a casa para hacerle la cena a mi padre, que llegó muy cansado y cenamos rápido, hoy no vimos ninguna serie, así que subí a mi aseo, me duché y me puse una camiseta vieja de mi padre que me llegaba por encima de la rodilla, entré a mi cuarto y vi una sombra en una esquina de la habitación, pero su olor era inconfundible, aunque no evitó que me asustara.

—Quil, que susto. —Digo al encender la luz, me fijo en su cara y veo como se sienta en mi cama en silencio, me hace un gesto para que me siente a su lado y me coge la mano.

—Tengo que hablar contigo, hay algo que no te he contado. —Dice Quil con el semblante sombrío recordándome a la cara que tenía esta tarde Jake. —Es sobre la chica a la que besé.

La nueva integrante de la manada  |QUIL ATEARA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora