Capítulo 3

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La semana pasó rápido, y hoy puedo volver a clase, estoy realmente emocionada, aunque me siento culpable por haber mentido a mi padre, que se había preocupado por mi "fiebre alta", pero lo convencí para que no me llevase al médico.

—Hoy vuelves a clase. —Dice papá al verme bajar las escaleras totalmente vestida, voy con mis vaqueros rasgados y una sudadera con capucha gris, perfecta para no pasar calor y que la gente no piense que soy rara, bueno, más rara de lo que ya se suponen que soy.

—Si, pero no desayuno aquí, voy a casa de Sam. —Digo con una sonrisa, cojo mi mochila y le doy un beso a papá antes de irme. —Adiós papá, nos vemos esta noche.

—Adiós mouse, acuérdate que hoy es noche de pizza y no hace falta que cocines. —Me dice sin levantar la vista del periódico. Dejo atrás mi casa y me pongo a correr por el bosque como humana hasta casa de Sam, donde, al entrar, ya están todos desayunando. Me saludan como siempre y me siento en mi sitio al lado de Quil, que me sonríe cuando lo hago, le devuelvo la sonrisa y me quedo mirando el hoyuelo que le sale cuando sonríe.

—¿Qué tal has dormido? —Me pregunta en mi oído, y yo no puedo evitar sonrojarme, siempre me pasa, y no entiendo porqué.

—Muy bien, ¿y tú? —Digo con una sonrisa y Quil simplemente asiente y pone su mano en el respaldo de mi silla, haciendo que parezca que me abraza, pero sin tocarme, pero si ya tengo el corazón latiendo con fuerza, no quiero ni imaginarme que pasaría si me abrazara de verdad.

—Lexa, ¿en qué coche quieres ir? —Pregunta Jared cuando se ha terminado su enorme plato de comida, yo lo miro sin saber que decir y me explica mejor. —Verás, solemos ir en dos coches, en el mío suelen ir Paul, Seth y Leah, y en el de Quil suelen ir Embry y Jake.

—Oh, pues voy en el de Quil. —Digo pensando en el espacio, y lo más lógico es que los coches vayan igualados, pero los chicos se ríen y Paul le lanza una mirada muy extraña a Quil.

—Bueno, bueno, Quil, la cosa avanza. —Se ríe Paul, pero solo recibe una mirada asesina de Seth y que Quil le lance un trozo pan, que coge al vuelo y se lo come. —Gracias hermano.

—Vais a llegar tarde. —Dice Emily blandiendo una cuchara de madera, y todos nos levantamos y cogemos nuestras mochilas para ir hacia los coches, cuando llego al de Quil, me voy hacia la parte trasera, pero Jake corre y me abre la de copiloto con una sonrisa extraña, la cual le devuelvo y me subo al lado de Quil.

—¿Qué clase tienes ahora? —Pregunta Quil mientras sigue el todoterreno de Jared.

—Tengo historia. —Respondo nerviosa, y no sé porqué Quil me pone así de nerviosa, nunca había sentido nada parecido y no sé que es ni con qué compararlo.

—Bueno, te tocará estar con Seth, luego en la cafetería ven a nuestra mesa, y cuando terminen las clases ve al aparcamiento y espera al lado del coche. —Me informa Jake desde atrás, pero no lo miro, ya que me he quedado observando como los nudillos de Quil se han vuelto blancos de lo que está apretando el volante, y no sé porque lo hago, pero alargo la mano y le cojo una de las suyas para que se relaje. Me mira confundido, pero luego sonríe y mantiene su mano sobre mi pierna el resto del trayecto, cosa que me relaja y me parece cómodo y familiar, me sorprende, pensé que me iba a incomodar. Cuando llegamos, veo a Seth corriendo para abrirme la puerta y ayudarme a bajar con una sonrisa radiante.

—Gracias. —Susurro, y camino hacia el edificio junto a mi manada, aunque noto como todos nos miran, todos saben que yo suelo ir a mi bola, sola y sin amigos, pero aquí estoy una semana después, rodeada de chicos de dos metros, enormes y guapísimos. Luego me despido de todos con la mano y sigo a Seth a nuestra clase, pero al entrar, Seth me coge de la manga y me arrastra hasta la última fila.

—Seth, no me gusta estar en la última fila. —Gruño observando lo lejos que estoy de la pizarra, pero Seth se encoge de hombros y sonríe con suficiencia.

—Te tengo que vigilar, y ahí delante no me puedo echar siestas. —Dice mientras se sienta y espera a que haga lo mismo, con un suspiro derrotado lo hago y saco mis cosas, me gustan mucho las clases, me gusta estudiar y hacer deberes, me suele relajar mucho, sobre todo desde lo de mamá.

—¿Duermes en clase? —Pregunto con una sonrisa divertida, que él también tiene y asiente.

—No te lo tomes a mal, pero las clases son demasiado aburridas. —Dice manteniendo la sonrisa y haciendo que me ría, pero se me corta al ver a Seth colocar un mechón que se me ha escapado de la coleta tras mi oreja. —Así estás mucho más bonita.

—Gracias. —Digo totalmente incómoda y miro hacia delante, y gracias a los ancestros, el profesor Burton entra y comienza a dar la clase, y yo dejo de pensar en lo que acaba de pasar y tomo apuntes. Las clases pasan igual, yo estando incomoda antes de que llegue el profesor y luego tranquila cuando dan clase, y compruebo que es cierto lo que me ha dicho Seth, duermen en clase sin que nadie se dé cuenta, puesto que parece que está leyendo el libro. Me muero de ganas por ir a la cafetería y ver a Quil y no sé porqué, solo sé que me siento culpable por algo que no he hecho, pero solo quiero abrazarlo y que me vuelva a calmar como estando en el coche y puso su mano sobre mi pierna; y por primera vez en mi vida, no tomo apuntes en clase de inglés, demasiado centrada en que llegue la hora de comer.

Cuando toca el timbre, recojo las cosas con gran rapidez y espero a que Seth lo haga a su ritmo, al ritmo de un oso perezoso. Al terminar, paseamos por los pasillos y justo cuando damos la vuelta en la esquina, vemos a los chicos en la puerta de la cafetería, no puedo contenerme y corro hacia Quil, que instintivamente abre los brazos y me envuelve en ellos, abrazándome con fuerza.

—¿Qué te ha pasado Lexa? —Pregunta entre mi pelo. —¿Qué te ha hecho Seth?

—Nada, no me ha hecho nada. —Respondo en su pecho y evito que se mueva para ir a por Seth, pero puedo oír a todos aullando mientras nos observan, pero decido ignorarlos y aprieto más mi agarre en la camiseta de Quil. Poco a poco, los demás van entrando y nos dejan solos, cuando Jake cierra la puerta, aspiro un poco de olor de Quil y me sorprende lo relajante que es su olor.

—¿Qué ha pasado? —Pregunta Quil al separarme de él, me mira preocupado, pero con algo más que no se descifrar en la mirada.

—No sé, me he puesto nerviosa, y pensaba en que solo tu podías relajarme, es estúpido, lo sé. —Respondo evitando mirarlo a los ojos, pero él simplemente se quita su chaqueta de cuero y me la pone.

—Si te pones nerviosa, huele mi chaqueta y te relajarás. —Dice con una sonrisa y me abre la puerta de la cafetería, paso y nos vamos a por la comida.

La hora pasa volando con los chistes y las anécdotas de los chicos, ya que, al parecer, Seth no es el único que usa las clases para dormir. Después de colocar las bandejas en el carro, Seth y yo volvimos a clase en un silencio bastante incómodo, ya que Seth iba con los hombros hundidos y las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, pero antes de entrar a clase, me coge de la muñeca y me lleva al cuarto de limpieza, apoya ambos brazos en la puerta dándome la espalda y suspira.

—¿Seth? —Pregunto con cautela, pero sigue sin girarse o responder, aunque lo noto temblar levemente, no sería bueno que se transformase aquí dentro, así que acaricio su espalda hasta que deja de temblar, se gira, y me abraza, pero se aparta con la nariz torcida. —¿Qué?

—Hueles a Quil. —Dice con cara de asco, abre la puerta y me deja salir.

—¿Por qué has hecho esto? —Pregunto señalando la puerta del armario con curiosidad, pero Seth solo se encoge de hombros y camina hacia nuestra mesa.

—Para que vieras que mi abrazo también puede ayudarte. —Susurra sacando el libro de matemáticas y mirando a la pizarra.

La nueva integrante de la manada  |QUIL ATEARA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora