¿ᴜɴ ʟɪʙʀᴏ ᴛᴇ ᴇᴍᴏᴄɪᴏɴᴀ?

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"Durante la hora de lectura, el alma del lector esta sometida a la voluntad del escritor"

-Edgar Allan Poe

Hay momentos en la vida que por muy pequeños que sean siempre serán especiales, porque es algo que a ti te hace feliz y no necesitas a nadie más para hacerlo, esos momentos contigo mismo son los momentos más valiosos que tienes como persona.

Porque la soledad no te sumerge, sino que la tomas con valor, la miras de frente y bailas en el sabor amargo de su tristeza, para tomar otro trago más que ahora te sabra a valentía y entonces cuando puedas tomar un trago con la soledad, sabras que no es tan terrible después de todo.

Escucho la música y bailo en toda la habitación, guardo mis cuadernos en mi mochila y me pongo mis botas negras antes de saltar metida en la canción.

A mi derecha, un Dax con la mochila en el hombro me mira con una ceja levantada y los ojos abiertos.

—A veces me preocupas.

Lo ignoro mientras tomo mis llaves esta vez asegurándome de tenerlas conmigo y no tener que soportar a un compañero loco por privacidad.

De repente se me ocurre algo, miro a Dax quien a su vez me mira con la pregunta en sus ojos, cuando se da cuenta es tarde porque ahora yo tengo sus llaves, lo empujo corriendo y cierro con chapa.

—¡Abre la puerta!

Le pongo play a mi música y voy a mi salón de clases sonriendo feliz.

Cuando llego a mi salon todos ya están, me quiero sentar en la primera banca pero noto un cuaderno y me doy cuenta que está ya ocupado, asi que me paso al de atrás, ojos curiosos se pasean y yo solo trato de sonreír a cada uno.

Mi primera clase es de "Política criminal", el asiento frente a mi se ocupa a la llegada de una profesora muy joven y bonita, saluda amablemente antes de empezar con el resumen de que se tratará.

—Me duele el trasero ¿A ti no?

Aparto la mirada de el pizarron para ver a la chica que esta en la banca frente a mi, no puedo evitar no mirarla, es hermosa, su pelo pelirrojo resalta sus hermosos ojos negros, no me sonrie pero si encuentro rastro de diversion en en su mirada.

—Estas clases son muy largas y las bancas son como piedra, a este paso me quedaré sin trasero. —sigue hablando mientras trato de asimilar la confianza con la que me habla.

—Deberían poner almohadas para la cola —digo lo primero que se me viene a la cabeza.

Ella sonríe y como era de esperarse su sonrisa también es linda.

—Exactamente —me extiende la mano y yo se la tomo — Soy Cristina, si quieres podemos ser amigas.

***

Regresenme a cuando las clases se trataban de solo sumar y dibujar, no llevo ni una semana en la universidad y ya me quiero dar de baja.

Lo único bueno de esa clase fue que conocí a Cristina, tiene mucha confianza y es aplicada en clase, me agrada porque sabe como empezar una conversación y como hablar con los demás sin pena.

Camino sonriente mientras busco la biblioteca de la Universidad, definitivamente a esto le llamo la caminata de la felicidad, cuando llego entro como si fuera mi casa, noto que hay dos pisos y subo las escaleras y toco con mis dedos las estanterías, esta parte esta solitaria, no hay estudiantes y eso hace que se vuelva mi lugar personal.

Cuando estoy a punto de sentarme mi mano es tomada con fuerza jalando a uno de los pasillos, mi hombro choca con la pared y cierro los ojos un poco por el dolor.

El libro que jamás seremos [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora