Nacho y Sofía se fueron a alguna isla perdida del índico a disfrutar de su luna de miel después de la boda. Días después volvimos a Dortmund a seguir con nuestra rutina normal, y cómo no, a pensar más aún en el estúpido de Lukasz.
De nuevo volví al Antro un viernes cualquiera a disfrutar de la noche y a divertirme con mis amigas mientras bailábamos cualquier canción.
Lukasz estaba sin falta en su lugar en el reservado, discutiendo con Leila ofuscadamente mientras ella se encaraba a él como una loca.
»Imbéciles.
Seguí bailando animadamente, intentando ignorar la presencia de Lukasz y la rabia que me producía, pero eso me dudo poco debido a que sentí como se acercó a mi.
—Me giré de mala gana y le miré enfadada.
—¿Pasas de mi?
Lo empujé.
—Déjame en paz Lukasz. Es la última vez que te lo digo.
Intenté marcharme pero él me agarró fuerte de los brazos, a lo que yo respondía con una patada en la pierna de Lukasz. Me fuí de allí rápidamente pero él vino detrás de mí rapidamente y con un enfado del quince.
—¡Estoy hasta los cojones Natalia! ¡Basta de huir de mi!
Me giré y fuí rápidamente a empujarle.
—Piensa en lo que has hecho, y entenderás por qué.
Me cogió de los brazos y me zarandeó con fuerza.
—¡NO ME TOQUES MÁS
—¿Qué es lo que sabes?
Me zafé de él.
—Tienes polvillo en la nariz. Desgraciado.
Se tocó la nariz y se alarmó al notar que tenía polvo blanco en ella. Yo ya había tenido tiempo para largarme de allí.
—¡NATALIA!
—¡DÉJAME! ¡ALÉJATE DE MI!