Aquella noche era distinta a las demás.
Natalia entró acompañada de sus amigas, Andrey y Melanie. Bailaban y cantaban como si fuera la última noche en la tierra.
Andrey estaba acompañada de Roman y Melanie y Natalia iban a todos lados bailando y bebiendo mientras saludaban a sus compañeros de clase.
-Eh mira, ahí está Lukasz.-Dijo su amiga señalando.
La española se giró y vio al jugador del Dortmund sentado en un sillón, mirando su teléfono serio, y totalmente solo.
-Ve y habla con él, le veo muy solito.
-¿Qué dices? No somos ni amigos, no tengo derecho a eso, no me interesa.
Su amiga se giró para volver a verle y sin decir nada volvieron al meollo del asunto.
La noche continuó igual de extraña que siempre.
El ambiente era pedado, lúgubre y algo apagado, aunque muchos no se diesen cuenta.
Natalia acabó harta de que hubiese tan poca vida en el local y salió de allí para llamar a su padre y que viniese a por ella.
Al marcar el número oyó un ruido extraño y giró su cabeza con rápidez al ver a alguien sentado en un bordillo, con la cabeza gacha.
Ella se acercó y el individuo alzó la cabeza alarmado.
Lukasz.
Ella le miró sorprendida ya que este tenía los labios morados y lágrimas en los ojos.
-¿Qué haces ahí?-Murmuró la joven.
-Esperar a que se me baje el alcohol para coger el coche.-Dijo mirando a otro lado para evitar la mirada de la chica.
Ella se amagó y le miró.
-¿Te ocurre algo?
Negó con la cabeza.
-Mírame.-Tocó su cara.
El 26 la miró temeroso.
Él no permitía que nadie le viese así, salvo la arpía de Leila.
-Sólo tengo un poco de frío, ya está.
La chica se quitó su abrigó, que le quedaría algo pequeño pero ella se lo puso sobre los hombros.
-¿Quieres que te lleve a casa?
-¿Cómo?
-Puedo conducir yo y luego le digo a mi padre que me recoja. Tranquilo, no es el típico padre celoso.
El polaco titubeó un poco.
-De acuerdo. Gracias por el abrigo.
-Tranquilo.
Se dirigieron al coche del polaco, que esta vez era un Audi A7 negro. La chica con algo de miedo encendió el automóvil y se incorporó al tráfico rápidamente.
-¿Por qué lloras?-Dijo rompiendo la tensión en ambos.
Lukasz se tensó y se tocó la barbilla para seguidamente contestar.
-Problemas...a veces no puedes con tanto peso sobre los hombros.
Ella le miró y rápidamente puso su vista en la carretera de nuevo.
-Puedes contarmelo si quieres.
Este se quedó en silencio.
-Es duro no tener a nadie en quien confiar, y mucho menos en donde sentirte como en "casa". Lo peor es que la gente que se supone que debe estar ahí es la gente que más te hace la vida imposible.
Natalia se quedó en silencio.
-Me llevo mal con mis padres y bueno...tengo problemas por su culpa, y siento mucha impotencia.
-Porque sea tu familia no tienes por qué estar con ellos, si es tóxico lo mejor es alejarse.
-¿Familia?-Dijo irónico para luego reírse.-Yo no sé lo que es eso, nunca he tenido una. Si total...que más da, no quiero calentarte la cabeza con mi movidas.
Llegaron rápidamente al barrio y allí la joven aparcó rápidamente.
Salieron del coche y antes de que Natalia pudiese decir nada Lukasz avisó de que estaba mareado.
Se tambaleó y se apoyó en el coche, ella corrió y le agarró de la cara alarmada.
-Mírame Lukasz, ¿qué te ocurre? ¿llamo a una ambulancia?
Negó con la cabeza.
-Estoy acostumbrado...-Dijo intentando recomponerse.-...sólo...que tengo mucho frío.
No hacía tanto frío para Natalia, así que decidió llevarselo dentro y allí inspeccionarlo con más detenimiento.
El polaco estornudó y cogió un pañuelo para sonarse. Lo alarmante fue cuando miró el pañuelo y una pequeña mancha de sangre tintaba el blanco del papel.
Natalia se acercó enfurecida y le miró.
-Enséñame la nariz.
-No...
-Lukasz.
Retiró temeroso el pañuelo de su nariz.
-Tienes la nariz irritada.
-Sí...es que...es que...ando resfriado.
-Es verdad lo que andan diciendo por ahí.-Dijo ella seria.
Él la miró serio.
-Leila es mala influencia para ti.
Se quedó callado.
-No la conozco mucho aunque parezca que sí.
-¿Y?
-Ella quiere que me sienta mejor.
-Metiéndote mierda en el cuerpo no te vas a sentir mejor Lukasz. Desvistete y ve a darte una ducha.
-Natalia.-Murmuró él.
-Dime.
-Quédate esta noche conmigo por favor, no me gusta estar solo.-Dijo con un hilo de voz.