-Tenemos que volver...-Dijo Lukaz yendo de un lado a otro en la habitación.
-No podemos volver, amor...no quiero que te pase nada...
Estábamos a las afueras de Varsovia. Lejos, en un pueblo muy alejado de todos y de todo. Salimos de Alemania en tren y llegamos hasta aquí en tren, para no levantar sospechas y para no aparecer en ningúm registro.
Estamos escondidos en una de las propiedades de Lukasz. En una casa gigante, llena de lujos, y solo saliendo para comprar y para airearnos.
-Me van a encerrar...tengo mucho miedo, Natalia...-Dijo apoyándose en el sofá.
Me acerqué a él, y lo abracé por detrás. Luego nos quedamos frente a frente. Comenzamos a besarnos mientras él me cogía de las caderas.
-Espera Nat...no puedo.-Me apartó.
-Vale...-Me aparté.
Me miró preocupado. Su rostro estaba cansado, con los ojos hinchados de tanto llorar, ojeras y el pelo revuelvo. Guapo como siempre, pero agotado.
-Natalia.-Se acercó a mi.
En aquel instante se hizo un silencio breve, donde él me agarró de la cara y me miró.
Fuera se oía el gélido viento. Había nieve por todas partes; un frío que se nos calaba en los huesos.
-Te amo. Gracias por acompañarme...-Me miró
Le besé.
-Te amo, siento haberte dejado solo tanto tiempo...
Me acarició la cara.
-Siempre que quieras irte, puedes hacerlo.
-No te voy a dejar.
-Nat...
-Lukasz, no.
Nos miramos.
