Llevo varios meses haciendo el imbécil.
Intentando tomar el camino de nuevo. Intentando olvidarla.
Pero eso es imposible.
Intento no abusar de las sustancias, de hundirme en mi propia miseria, pero no puedo. Cada vez caigo más hondo.
La prensa, el club, mis compañeros, mis amigos...todos me han dejado de lado, todos me repudian por lo que le hice a Natalia, pero ninguno se atreve a preguntar por qué estoy tan jodido.
Leila me ha jodido la vida. Me jodí la vida confiando en ella.
Y ahora estoy hundido en la mierda.
[...]
Hoy había partido.
El equipo me ha tenido 'castigado' una semana, entrenando solo, haciendo todo solo, suspendido de los partidos de la Bundesliga, de la Copa y de la UCL.
En parte me lo merezco.
Después de un tiempo han decidido que tal vez sería una buena idea volver a entrenar y volver a hacer vida normal, ya que la prensa alemana está como loca por saber lo que realmente pasa.
Esta es la última oportunidad, sino, estoy fuera.
Automáticamente pienso en el dinero para mis padres por comprar su silencio, pero también pienso en lo más importante: mi abuela y sus medicinas, la sanidad privada en Polonia es carísima. Ella está bien y no le falta de nada gracias a todo ese dinero.
Me hundiría. Siempre ha sido mi sueño jugar al fútbol.
Salí casi absorto en mis pensamientos al campo. Recibiendo a los fans, aplaudiendo falsamente, queriendo que se acabe el partido para ir a mi casa, esconderme en el edredón y llorar hasta dormir.
Pero ahí estaba.
Vi esos ojos azules que me atraparon hace varios meses.
Me rompí, lo reconozco.
Me quedé mirándola. Ella a mi también, me miraba diferente, con desprecio, con indiferencia.
Amagué la cabeza intentando mantener la compostura, intentando no romperme en mil pedazos en medio de tanta gente.
Todo esto es lo único que me mantiene vivo.
