Del Odio Al Amor, Hay Una Botella De Ron © (Primos 3)

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Yoongi se extendió dentro del auto para tomar al bebé debajo del asiento, el cuál ya no lloraba.

—¿Estas bien pedazo de silicona? —dijo en tono chistoso y lo llevó a su pecho.

Taehyung rió, y miró a su alrededor: si bajaban por esa montaña de rocas amarillas llegarían al arroyo al que originalmente quería ír a pasar la tarde. Así que eso hicieron. Se tomaron de las manos para no caer y bajaron con cuidado.

Se dirigieron a los únicos dos arboles de hojas verdes del lugar, y llegaron al pequeño sector de césped que bordeaba el arroyo, y que había crecido gracias al agua que pasaba por allí.

Todo, además de eso, era un silencioso y desolado desierto de tierra amarilla.

Se sentaron sobre el césped, bajo uno de los árboles. Taehyung suspiró observando el agua correr. El lugar era precioso, parecía un rincón de fantasía en medio de un desierto árido. Finalmente estaba pasando el día allí con el enano, pero se dió cuenta de algo: con Yoongi nunca nada era fácil y sencillo, como ir a un lugar a disfrutar y eso era todo; con él todo era dramático. Y quizás eso era lo que más le gustaba de ese enano.

—¿Cómo es que hay árboles y césped en el medio del desierto? —Yoongi frunció las cejas observando el lugar.

—Es por el agua, enano.

—¿Y cómo es que hay agua en medio del desierto?

—Pues no lo sé. Sé que parece que lo sé todo, pero no es así.

Yoongi chasqueó la lengua y lo miró mal. ¿Quién cree que lo sabes todo? Engreído, pensó y sonrió.

—Me asusté... —confesó Yoongi jugando con una ramita en el suelo. Sus manos aún temblaban.

—También yo —se sentó mas cerca suyo y paso su brazo por detrás de su cabeza para abrazarlo.

Yoongi se recostó sobre su pecho, y poco a poco se relajó. Sus manos ya no temblaban, pero aún se sentía mal por el auto. Era el regalo que Taehyung le había dado, y no le había durado ni un día.

—¿Tienes tu celular? —preguntó Yoongi.

—Si, pero dudo que agarre algo de señal aquí —metió la mano dentro del bolsillo de su pantalón y lo tomó—no, nada.

—¿Cómo vamos a pedir ayuda?

—Esperaremos a que alguien pase.

—Pero dijiste que no pasaba ni un alma por aquí...

Taehyung asintió levemente.

—Pues... propongo que pasemos un rato aquí, luego escalemos por el barranco, y caminemos por la ruta hasta que pase alguien que nos lleve a la ciudad.

—Bien —dijo desganado, pensando que todo eso era su culpa, y que ahora si se merecía un buen golpe.

Estaba haciendo calor allí; el sol del medio día pegaba justo sobre ellos. Gracias a dios las hojas de aquél árbol les proporcionaban algo de sombra.

Yoongi se quitó sus zapatillas y las dejó sobre el césped, se levantó y metió los pies en el agua.

—Está linda... —dijo mirando a Taehyung.

—Si, y sucia —lo observó mover sus pies en el agua marrón que le llegaba hasta los tobillos.

—si, i sicia —le hizo burla haciendo un gesto chistoso. Se agachó y juntó un poco de agua con sus manos.

—Ni se te ocurra... —Taehyung notó sus intenciones rápidamente. Esa sonrisita solo podía significar una cosa.

Yoongi lo salpicó y Taehyung se movió hacia atrás, con cara de asco.

—¡Ay él! ¡No quiere mojarse con el agua sucia! —río y lo mojó aún más. Ahora ya no era un simple salpicón, ahora le lanzaba todo el agua que podía.

Taehyung se levantó y lo miró de lejos. Antes hubiera dicho algo cómo "que pordiosero asqueroso que se moja con ese agua inmunda", pero ahora, lo vió allí, riendo, siendo tan felíz al jugar con el agua, que solo pudo sonreír y quitarse las zapatillas.

Corrió hacia él y lo tomó por la cintura, tirándolo hacia atrás cuando saltó ensima suyo.

—¡Taehyung! —rió cuando cayó al agua.

—¡¿Que?! ¿No querías jugar con el agua dulzura?

Los dos se revolcaban en el poco agua que pasaba por ese arroyo —si es que se le podía llamar agua y no lodo—, pero estaba helada y era reconfortante: aliviaba un poco el calor del medio día.