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Deacon

No aguantaba sin ver a Sky. La siguiente semana, mientras ayudaba a Ashley a preparar la fiesta para ese domingo (que iba a dar para unos hermanos que yo ni conocía ni me importaban pero que eran importantes para ella, así que ni traté de negárselo), no dejé de pensar en Sky.

Hasta el punto que el jueves me colé en casa de su abuela. Sky pasaba por casa a menudo y ayudó a Ashley con la fiesta seguramente más que yo, pero no podíamos estar a solas. Sabía que Sky estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para ir a la universidad desde Millerfort, pese al madrugón (que para ella era pecado prácticamente), solo porque Ares pudiera quedarse con ella. El perro apenas salía de casa de su abuela, así que ella se quedaba allí para estar con él.

Y yo no iba a reconocer en alto que estaba celoso de un perro, pero lo estaba. Sky pasaba a vernos y, cuando no tenía mucho que hacer, se quedaba toda la tarde con nosotros. Pero luego era Ares el que dormía con ella, que había aceptado a su abuela y a Sky como su familia. No tenía quejas, en realidad, sabía que conmigo no estaba bien y me alegraba que tuviera su lugar.

Pero yo también quería mi lugar y resultó ser el mismo, así que el jueves aproveché que Clev estaba por casa para que se quedase de niñero de Ashley y salí en medio de la noche. Zeus y Hermes me acompañaron hasta el agujero de la valla, pero les mandé a casa a vigilar. En cualquier caso, Hades también dormía con Ashley, así que estaría a salvo.

No eran más de las once de la noche, pero el pueblo estaba muy tranquilo. Hacía bastante frío ya y oscurecía temprano, así que no era raro que la gente se recogiese a media tarde. Yo aproveché que no había nadie que pudiera verme, para escalar por la pared del viejo chalet de ladrillo y entrar por la ventana de Sky.

La abrí con una mano. Millerfort tampoco era famoso por la seguridad de sus casas. Según Sky no pasaba nada nunca, pero a mí no podía evitar preocuparme. Al día siguiente le hablaría sobre lo de la seguridad y tal. Ares alzó la cabeza al verme entrar por la ventana y se bajó de la cama para olisquearme.

Yo le dejé hacer y le acaricié la cabeza unos segundos, aunque le mandé a un lado a dormir. Aquella noche sería yo quién compartiese cama con ella, al menos un ratito.

Alcé sus mantas y me tumbé al lado, mientras me quitaba las botas de montaña sin molestarme en desabrocharlas, usando los pies. Sky estaba completamente dormida y se pegó a mí en su estrecha cama.

―Deacon... ―susurró.

Me alegró saber que también pensaba en mí. Palpé su cuerpo bajo la manta. Llevaba aquel pijamita de la primera videollamada y me excité aún más al reconocerlo. Era una espinita clavada no haber podido acabar lo que empezamos entonces.

Tiré de su diminuto pantalón y de la ropa interior para quitárselos. Quería ver cuanto tardaba en despertase si le metía mano. La conocía lo suficiente ya como para saber que no le molestaría. De hecho, había descubierto que a Sky no le molestaba que la abordase de ninguna forma sexual. Le daba igual lo que le hiciese, mientras se lo hiciese.

Acaricié su clítoris y jugué con él entre sus pliegues. Parpadeó un poco y me apresuré a tapar su boca con la otra mano para que no gritase. No quería que asustase a su abuela.

―Soy yo, preciosa ―susurré y se relajó al instante, así que quité la mano de su boca.

―¿Qué haces? ―preguntó en el mismo tono.

―Algo oscuro y perverso.

―¿Colarte en mi casa? ―Se estremeció un poco, adormilada aún y buscó mi cuerpo―. Vestido. Decepcionante. ¿No te toca a ti hacerme un striptease?

Cuando te coma el lobo  - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora