Ashley
No entendía nada.
Sky había desaparecido y en su lugar estaba esa mujer horrible que había odiado desde el primer instante. De pronto Deacon estaba deprimido todo el rato y la risa y los juegos habían sido sustituidos por peleas constantes. Porque esa mujer estaba loca y tan rápido reía como lloraba. Y mi hermano se lo consentía todo.
El martes no lo aguanté más y dejé el libro de matemáticas, al que no le estaba haciendo ningún caso, para buscar a Deacon. Estaba en el jardín, machacando el saco de boxeo, con los cascos puestos. Era lo único que hacía. Incluso había abandonado el jardín a medias, tal como Sky lo dejó el último día. Y aquello no era normal en mi hermano, era raro no verle trabajando.
Prácticamente arregló la casa solo y en poco más de un mes. Era un currante incansable. ¿Por qué de pronto no hacía nada y solo machaba el saco? ¿Qué había pasado con Sky? Ella tenía el móvil apagado desde la fiesta de Halloween y yo estaba desesperada.
Quería que volviese Sky. Y también que lo hiciese Deacon, el de verdad. No aquel de mirada perdida, ojeras y silencios horribles.
Estaba a punto de hablarle, cuando vi que Nell estaba allí fuera, sentada en el banco, mirando el vacío. Porque ella tampoco hacía nada. Cocinaba para sí misma y dejaba toda la cocina sucia. No hacía ni su cama. Y yo no era muy limpia, pero aquel desorden que a Deacon tampoco parecía molestar, empezaba a desesperarme. Clev seguía por allí también, pero parecía tan zombi como mi hermano.
―¿Podemos hablar a solas, Deacon? ―pregunté, interrumpiendo su paliza al saco.
―Sí, claro. ¿Nos dejas un momento, Nell?
―¿Por qué? ―preguntó, con tono de enfado―. ¡No estoy haciendo nada malo! ¿Acaso tenéis que cuchichear de mí?
Lloriqueó un poco y mi hermano puso los ojos en blanco.
―Di lo que sea, Ashley ―me pidió él.
―Olvídalo ―susurré, entrando de nuevo a la casa.
―Espera. ―Deacon me alcanzó en la puerta de mi habitación y me sujetó la mano para que me girase hacia él―. Dime que pasa, Ashley.
―Echo de menos a Sky. ¿Cuándo volverá? ―pregunté.
―N-no lo sé.
―¿Qué le has hecho? Es por esa mujer, ¿verdad? Sky iba a vivir aquí y después de que ella llegase todo se estropeó. ¿Quién es, Deacon?
―Olvídalo, Ashley.
―¿Qué olvide qué? ―cuestioné boquiabierta―. ¿Qué habéis destruido el hogar que estábamos creando? ¿Qué hasta un internado era mejor que este sitio aterrador? ¿Qué aquí no se puede ya reír, ni hablar alto por esa loca? Esto es un infierno y si ella va a seguir aquí, yo prefiero irme con Ari o con Will.
―No digas eso ―suplicó―. Estoy intentándolo, Ashley. ¿Eso no sirve de nada?
―¡Es que no te veo hacer nada! ―le grité frustrada, con las lágrimas acumulándose en mis ojos―. ¡Solo golpeas ese estúpido saco! ¡Y te echo de menos, idiota! Echo de menos a mi hermano.
Agachó la cabeza y me pareció que él también tenía los ojos aguados. Sin embargo, no dijo nada. Estaba claro que pasaba algo, algo que yo no entendía y que nadie iba a explicarme. Entré en mi habitación y le cerré la puerta en la cara con todas mis fuerzas. Me pareció que toda la casa temblaba, pero me dio igual. Me tiré en la cama, donde estaba acostado Hades y me abracé a él llorando con fuerza.
¡No era justo que ahora que encontraba un hogar volviese a perderlo! Solo quería recuperar a mi pequeña familia. A Sky y Deacon. Las risas y las bromas. La felicidad. Aquella casa parecía un funeral. Nadie reía, nadie hablaba, nadie bromeaba. Era una pesadilla... Y yo no lo aguantaba...
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Cuando te coma el lobo - *COMPLETA* ☑️
RomanceSky a menudo atraviesa el antiguo terreno abandonado entre Havenfield y Millerfort para ir a ver a su abuela y nunca le ha pasado nada, pese a los rumores que acompañan al lugar. Sin embargo, una noche que parecía como cualquier otra, unos perros la...