Capítulo 18: Consecuencias

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—Deberías darte un respiro —era lo único que le repetía su padre desde la silla a un costado de ella. Ese jueves a la mañana se levantó antes de las ocho y llegó con gran entusiasmo al despacho de su padre para desahogarse de lo que la hundía desde los últimos días; Jennie— Has tomado una responsabilidad demasiado grande, es la primera vez que entras en un círculo adolescente y el trato con ellos te confunde Jennie. Es normal.

—No, no lo es, tú mismo me dijiste que debía mantener ciertas cosas en el ámbito profesional.

—Sí, ¿Y qué con eso? No me has contado que actuaste de manera contrario... ¿O lo has hecho?

—No lo sé, según yo, no —respondió ella llevando su brazo derecho a su frente para tapar la claridad del sol que ingresaba por la gran ventana y viajaba de lleno a sus ojos—Supongamos que eres el padre de Jennie —el padre de Lisa asintió— ¿Me sigues?

—Sí, Lisa

—Eres el padre... Jiyong, el hombre parece respetuoso y hasta agradable, solo que se preocupó por ella con respecto a lo de la semana pasada, no le des mucha importancia a eso... bien, tu eres su padre, de repente ella te dice que almorzó con su profesora, que la llevó a casa y que volvieron a repetir el acto día después... ¿Qué le dirías?

—Si solo tengo esa información, ten por seguro que lo primero que haría sería preguntar por ti.

—¿Y si ella te describiera tal cual soy?

—Sin importar si la misma Teresa de Calcuta es su profesora, solo lo dejaría pasar una vez. Dos veces sería extraño... Y tres... ¿No crees que sea un abuso Lisa?

—¡Ella me invitó!

—Ella tiene diecisiete años, todo lo que haga lo va a hacer con esa madurez, o sea la mitad que tienes. Lo que haga o diga nunca será visto de mala manera... Ahora, lo que haga un adulto con respecto a esas acciones, eso Lisa, eso es lo señalado... Encontrarás gente que diga que la relación es típica, cosa que no es cien porciento real, y encontrarás quiénes digan todo lo contrario, y créeme que allí, en ese grupo, estarán sus padres, Lisa ni si quería conoces a su madre.

—¡Ay, papá, es mi alumna! ¿Para qué tengo que conocer toda su familia?

—¿Tiene hermanos?

—No lo sé.

—¿Que tal que tenga uno? Y de tú edad, entonces ya no solo entran en esa relación tú y yo, su familia también.

—Es qué... —dijo Lisa en un suspiro enterrando más su rostro en su antebrazo— papá, no soy una niña, conozco mis límites, mis movimientos, las sensaciones de mi cuerpo y los pensamientos de mi mente, Jennie puede con todo eso y más... Me siento vulnerable cuando la tengo en frente y me preocupa cualquier cosa que pueda pasarle... ¿Es normal? No, claro que no lo es.

—Lo es, yo mismo te conté de Andrew, aquel paciente que no me dejaba dormir por sus vivencias y experiencias en su vida, aquel que me costó más de quinientas terapias y casi seis años en darle el alta, aquel que fui mi único caso fuera de lo normal, ¿Lo recuerdas?

—Papá —se removió ella en el sillón para mirarlo a la cara— ¡Andrew podía ser tu hermano! Tenía tu edad, ambos estaban en ese tiempo con problemas matrimoniales, su hijo acababa de suicidarse y sin contar con que su único amigo era el vodka, no comparemos los casos.

—Me dijiste que con ella tuviste un contacto directo, ¿Cómo te sentiste con ello?

Lisa giró los ojos y se volvió a echar contra el mueble. Estúpida pregunta imprescindible que todo psicólogo hacía.

Lenguaje del amor - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora