Capítulo 32: De edad, profesión y apariencia

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Jennie suspiró; ya había dicho lo que su padre preguntó y solo estaba esperando una reacción de su parte. Frunció los labios, jugó con un mechón de pelo y terminó por sentarse en el segundo escalón esperando aún más.

Seunghyun alzó la vista con los ojos entrecerrados y su cara lo decía todo: estaba totalmente confundido.

Jennie se aclaró la garganta nerviosa y finalmente su padre habló.

—¿Una broma?

—Mmm…sí

—Pues no te creo

—Pero es la verdad —dijo ella tratando de sonar convincente.

—¿O sea que tu "Sí, es una chica" solo era una broma para ver mi reacción? Ja —soltó el hombro con molestia e ironía mientras se ponía de pie— No te creo ni creo que no estés enamorada como acabas de negarlo… Pero si te hace sentir mejor, te doy la libertad para que vivas o cometas errores o lo que sea que me estés ocultando… Oh, pero Jennie —giro él antes de ingresar a la cocina y darle una última mirada a su hija— Recuerda que aún vives bajo mi techo y eso implica que te comportes como debes… Ten cuidado con lo que haces.

—Mierda —susurró ella antes de apoyarse contra la pared para observar al hombre. Le pareció raro ocultarle algo a Seunghyun, más allá de su padre siempre lo había visto como la persona con la que podía hablar cualquier cosa y en cualquier momento. Pero el decir la verdad esta vez iba a alejarla de lo que la hacía feliz: Y aún no estaba lista para dejar de ver ni mucho menos sentir a Lisa.

Debía seguir mintiéndole a otras personas para esconder la felicidad que una sola le proporcionaba.

Suspiró. Si ocultó la verdad justo en el momento que podía decirla y a la persona que más confianza le tenía qué iba a pasar el día que realmente ya no pueda contar las cosas como desee.

Agitó la cabeza y se puso de pie. Pisar escalón por escalón y llegar a su cuarto nunca fue tan agotador como esa vez.

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Lisa cerró su notebook de un solo golpe cuando tocaron la puerta de su nueva casa. Se asustó, nadie del pueblo sabía que era ella la nueva inquilina y, la única persona que sí lo hacía, aumentó su temor: supuestamente Jennie no iría a visitarla hasta que ambas sintieran la seguridad correcta para no sentirse expuestas.

Se levantó del sillón con lentitud y se acercó a la puerta, observó por la mirilla, colocó ambas manos sobre la antigua madera y suspiró, se trataba de un simple cartero.

—Buenos días, señorita —la saludó el joven alegremente— mi nombre es Richard y soy el encargado de entregar sobres en Lima

—Cartero —murmuró ella. La presentación del chico le había parecido graciosa.

—Mmm, cartero, sí…y como usted es nueva quería decirle que su buzón está dañado por lo que puede pedir uno en la empresa o ¿desea que sus sobres sean entregados bajo la puerta? —Lisa juntó las cejas ¿qué tipo de preguntas eran esas?

—Emm, arreglaré el buzón pero de todas maneras le agradezco su preocupación.

—Claro, hasta luego, que tenga buen día.

—Hasta luego —respondió ella aún extrañada por la visita. Cerró la puerta y cuando estaba por sentarse nuevamente golpearon. Susurró algo por lo bajo y abrió sin mirar antes de quién se trataba.

No había nadie. Abrió aun más y sacó su cabeza solo para descubrir a Jennie apoyada en la pared observándola con una sonrisa. Se resistió a estirar su brazo e ingresarla de un movimiento brusco.

Lenguaje del amor - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora