Capítulo 43: Cada centímetro de tu piel

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Jennie tenía algo, ella lo sabía, lo instituía y lo mejor de todo lo sentía mientras lo vivía.

Jennie era más allá de una jovencita, morena, algo rebelde pero segura de lo qué hacía.

Jennie no solo era su novia, la persona a la que acababa de entregarle su virginidad y a la que ahora acariciaba mientras dormía.

Jennie tenía 17 años, actuaba como si tuviera muchos más y era la que dominaba en todos los sentidos de la palabra esa relación. Y a ella le gustaba.

Jennie era celosa, posesiva y dulce en partes iguales. Le reclamaba, le preguntaba cosas y le dejaba en claro que solo se sentía atraída hacia ella. Y que nunca le pasó algo similar.

Jennie estaba en su cabeza inclusive cuando no estaban en el mismo espacio y ahora iba a quedarse en cada centímetro de su piel por el tiempo que ella quisiera. Y por el que no también; porque lo vivido horas atrás no lo iba a olvidar como si nada.

Jennie era perfecta ante sus ojos, para sus brazos y en su imaginación aún mucho más.

Ella estiró su brazo, le rodeó la cintura y la acercó más contra su cuerpo, porque Jennie era eso, la comodidad que la hacía sentir especial y diferente a todas las demás personas.

Jennie murmuró algo por lo bajo aún somnolienta y ella se acercó a su cuello, lo atacó con sus dientes, raspó con ellos sobre su pulso y luego tiró de el intentando despertarla.

La mano en la cintura de la morena comenzó a subir hasta acariciarle las costillas del lado izquierdo, jugó allí un momento y luego continuó su camino. Ascendió los dedos de manera casi invisible, los curvó bajó sus pechos y al continuar subiendo apretó su pezón logrando su cometido: Jennie mostraba los primeros signos de querer despertar.

—Lisa… —murmuró la morena arqueando apenas su espalda y tirando su cabeza hacia atrás. La pelinegra sonrió y, aunque sus planes eran despertar a Jennie con rapidez, decidió ante las débiles palabras de su novia cambiar el recorrido del juego— Lisa... —repitió Jennie al sentir las manos de su novia en sus pechos y masajeándolos a su total antojo.

Lisa terminó por cruzar medio cuerpo sobre el de Jennie dejando su rostro en su pecho y una pierna cubriendo la desnudez de la intimidad de su chica solo para sentirla ella misma y no compartirla si quiera con el aire.

Rodeó con su mano derecha el seno de Jennie y lo apretó tantas veces como quiso, movió su cabeza hacia el lado contrario y se apoderó del pezón izquierdo produciendo un sonido que estaba enloqueciendo a la morena.

Jennie abrió apenas los ojos y volvió a cerrarlos, llevó una de sus manos hacia la de Lisa y ayudó al trabajo de su novia pero más fuerte y pudo escucharla reír por lo bajo.

Hasta que Lisa mordió su pezón, se separó de el con un fuerte sonido y lo condujo entre su lengua otra vez al interior de su boca. Lo chupó observando las reacciones de Jennie y arremetió mas contra el al escucharla suspirar, juntar sus cejas y lamer sus labios quitando su sudor.

Lisa abandonó el otro pecho y bajó la mano rápidamente hasta su intimidad. Sonrió al sentir la humedad suficiente esperando por ella y sin pensarlo hundió dos dedos en el interior de la morena y permaneció quieta unos segundos. Cuando Jennie soltó una gran bocanada de aire y apretó con ambas manos la alfombra tras su cabeza la pelinegra comenzó a moverse.

—Mmm, Lisa… dios, amor, ¡más! —ordenó Jennie elevando su cadera, retorciéndose en el proceso y apretando sus piernas para que la penetración fuese más profunda. Lisa bajó su otra mano y le sostuvo la cintura, la facilidad con la que sus dedos entraban y salían de Jennie solo aumentó su propia excitación y se obligó mentalmente a esperar por su turno— Lisa… Lisa… —gimió la morena enredando ambas manos en la cabellera de la pelinegra y sosteniéndola contra su pecho para que no acabara su labor.

Lenguaje del amor - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora