Capítulo 42: Cuando una primera vez se vuelve eternidad

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Y todo ya estaba listo.

Jennie fue segura, audaz y delicada al momento de ordenarle a Lisa que dejara su propia casa unas horas solo para ella.

La pelinegra no protestó ni intervino con reproche alguno. Solo cuando estaba del otro lado de la puerta y Jennie intentaba cerrar que intentó persuadirla por solo una hora afuera o apenas unos 45 minutos.

-No me hagas esperar tanto -murmuró la pelinegra inclinándose para dejarle un tentador beso en los labios y Jennie reaccionara como ella deseaba. Pero la morena solo negó juguetonamente con la cabeza y se mordió el labio. Lisa sabía lo que eso significa, conocía los gestos de su novia y sabía cuando algunos implicaban cariño y ese amor que todo el tiempo le demostraba. Pero sabía también cuales eran aquellos cargados de picardía y que solo iban a hacerla sufrir después. Sufrir placenteramente.

-Ten cuidado con quién te detienes a conversar -la señaló Jennie con su dedo índice en una advertencia y ella alzó una ceja sin entender. Se acercó a su novia y la abrazó por la cintura susurrándole contra su oído a qué se refería- No quiero enterarme que has hablado con otra alumna o algo así -respondió Jennie sin importarle como sonara una escena de celos a las 10 de la mañana o cómo la misma Lisa la podía tomar.

-¿Eh? -se separó Lisa con diversión pero Jennie la retuvo por el cuello de su suéter y la regresó contra ella para besarla y alejarla luego finalmente unos pasos.

-Estás advertida... Solo das vueltas en el auto y ante mi llamada regresas -ordenó Jennie apuntándola otra vez y luego cerrando la puerta.

Lisa sonrió y agitó la cabeza aún más. Quitó las llaves de su mini Cooper de su pantalón y caminó hacia el.

Sea cuantas sean las vueltas que diera, iban a ser eternas hasta que Jennie la dejara regresar.

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Jennie se apoyó contra la puerta y recostó la cabeza hacia atrás intentando que su pecho dejara de subir tan fuerte y bajara con la misma intensidad. Bien, tal vez solo ahora se trataba de esperar por un poco de organización mental y luego corporal.

Inhaló y suspiró tan lento como pudo y observó el reloj: 10:13 a.m. Tiró nuevamente su cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Aún faltaban unos minutos por lo que hacer algo en su espera solo la volvería más eterna.

Cuando golpearon con fuerza la puerta y dio un salto del susto descubrió que finalmente eran las 10: 32. Sonrió, se aclaró la garganta y volvió la seriedad a su rostro para voltear y abrir:

-Ésta no era la hora, Hanbin -le reclamó a su mejor amigo mientras él ingresaba cargado de bolsas y una canasta.

-No, tienes razón -respondió Hanbin con dificultad arrojando todo sobre el sillón- era a las 10: 30 -ironizó antes de acercarse a ella y dejarle un beso en la mejilla- Hola ¿no?

-Mmm, hola -dijo ella saltándole en un abrazo y corriendo luego hasta los paquetes- ¿Está todo?

-Todo... o al menos lo que pude conseguir... Por cierto, me quedé con el vuelto y compré una cerveza en el camino

-Está bien... ¿Emily preguntó por mí? -preguntó Jennie mientras abría las bolsas y comenzaba a ver lo que tenían adentro.

-Tranquila, tengo todo eso controlado. Solo cuando regreses avísame antes ¿está bien?

-Claro... Espero estés cuidando mi casa, Hanbin

-La heladera ya está vacía, tu ropa interior hurgada, asique sí, la estoy cuidando

-No seas tonto -le reclamó Jennie abriendo un paquete en particular y llevándolo a su nariz- mmm, éste es... gracias, Hanbin.

-Para eso están los hermanos... Por cierto, trata de regresar el sábado, el domingo a la madrugada salimos de vacaciones con mamá y... ya sabes, va a querer despedirse y todo eso.

Lenguaje del amor - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora