No me dejes. (Ushijima Wakatoshi)

11.

Izumi se encontraba chateando con el Señor Pittman para acordar otro encuentro, por supuesto, en un sitio más alejado que el de la última vez. Tomaría medidas precavidas para no cruzarse a nadie que la conozca. No volvería a arriesgarse. El propone reunirse en su departamento, e Izumi luego de pensarlo por un momento, accede. "Lo que hace una por follarse a un millonario..." piensa sarcásticamente.

Levanta la mirada, encontrándose con los ojos de su mejor amigo caminando junto a Shirabu, venían conversando, o por lo menos el más bajo de los dos era el que hablaba.

—¿Esperaste mucho Izumi?

—No tanto, pasó rápido ¿Vamos?

Ushijima los mira a ambos y exclama:

—¿Son cercanos?

—Ah, Capitán, es que ayudaré a Izumi con las materias que tiene que aumentar el puntaje.–Responde nervioso y con un leve sonrojo ante la mirada naturalmente intimidante de su superior, Izumi asiente con una sonrisa.

—O sea, todas.–Agrega la morena.

—No me dijiste.– Reclama Wakatoshi mirándola serio, como siempre.

—Pensé que ya era obvio.– Repite las mismas palabras que le dijo la noche anterior.

—Eres la peor.–Refuta.

—Lo soy.

El nuevo amigo de Izumi siente que sobra en la conversación al observar la química que hay entre ambos. Rasca su nuca. 

—Vamos, Shirabu. ¿Vas a tu casa, Wakacchan?—Cuelga su bolso de su hombro, Ushijima asiente y se despide con un movimiento de cabeza.

(...)

Izumi regresa a su casa con más preguntas que respuestas sobre los apuntes que le prestó Shirabu, y tenía menos de un mes para ponerse al día con las materias.

Que estrés.

Se sienta en su cama con el montón de hojas en sus manos y se pone a leer por unos minutos los apuntes, cuando su madre abre su puerta adentrándose a la habitación, observando el desorden de la misma.

—¿Se te perdió algo? Toca la puerta.– Frunce el ceño.

—Es mí casa y hago lo que quiero.

Suspira.

—¿Qué quieres?

—Veo que por fin decidiste agarrar los libros y dejar el celular.–Toma asiento en la silla del escritorio, cruza las piernas elegantemente una encima de otra.

"Vieja chismosa qué te importa"

—Al punto, Stella, estoy estudiando.–Juró ver un tic en el ojo de su madre cuando la llamó por su primer nombre. Aguanta la risa.

Ignorando las palabras de su hija, pregunta:

—¿Qué vas a hacer con tanto dinero para ti sola?– La joven levanta la vista de sus apuntes cuando ve las manos de su madre en su alcancia que le había costado, literalmente, el cuerpo.

"¿Acaso solo te importa que voy a hacer con él, pero no cómo lo conseguí?"

—Me iré.—Responde tranquila, sin tapujos.— No seré más un estorbo. Saca tus manos de ahí, y vete a fumar a otro lado que mí habitación no es cenicero de nadie.

—Bien.— Se levanta de su asiento aún con la alcancía bajo su brazo y un cigarro en la otra, Izumi la sigue con la mirada, hasta que ve que deja su objeto más valioso nuevamente en el escritorio lanzando un largo suspiro de humo.— Come algo, estás más delgada.

—Adiós.

Apenas cierra la puerta de su habitación se levanta y pone llave en la puerta, toma y abre la alcancía para contar el dinero. No confía para nada en su madre.

Se relaja.

—Está todo.

Deja sus apuntes para ir a ducharse, colocarse un vestido floreado veraniego, unas zapatillas bajas, un bolso y sale de su casa, primero tendría que ir a un sitio y desde allí, tomar camino a la dirección que el Señor Pittman le envío.

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¿A dónde habrá ido Izumi?
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