APPETITE

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Horacio caminaba con cautela hacía la oficina del agente black ops, sabiendo lo que se aproximaba después de recibir aquel mensaje de su superior, "¿Tienes apetito?", Listo y con una sonrisa se acercó a la oficina del comisario, entrando despacio y playing antes, mirándolo sentado en el pequeño sofá que se encuentra ahí en el lugar. Viktor se levantó y, antes de que siquiera dijera algo, su cintura con fuerza y ​​lo beso, como si quisiera arrancarle los labios a bocados, lo beso con fuerza y ​​lujuria. Tan mal pero con un sabor tan bueno.


— ¿Ni siquiera un priviet?— Preguntó el menor, acalorado y agitado.

— Priviet— Respondió el ruso, tomando sus piernas con fuerza, apretando sus muslos y depositando el cuerpo del de cresta sobre el escritorio de madera, tirando algunos papeles y arrugando algunos otros.

Horacio sin esperar un poquito más comenzó a aflojar la corbata negra y desabrochar la camisa gris del ruso, tirando las prendas a algún lugar del suelo, echando su cabeza hacía atrás cuando el mayor se metió entre su cuello, besándolo y mordiéndolo, dejando ligeras marcas rojas. Los jadeos por parte del de cresta no se hicieron esperar y, Viktor, deleitándose con ellos, sintiendo el placer y excitación ante tales bonitos y sensuales sonidos, empezaba a rosar con suavidad su miembro aún cubierto por sus pantalones contra los gordos muslos del menor, disfrutando del rose, creyendo que sin prendas de por medio estaría aún mejor.

La manos de Volkov se apresuraban acariciando el torso del chico, sus manos viajaban de un lado a otro, tratando de no perderse ni un centímetro de la piel bronceada que Horacio tenía. Poco tiempo más duro la sudadera de Horacio, fue lanzada directamente hacía el sofá de cuero café, y Viktor sin esperar a mucho bajo a besar los pectorales del chico, dejando suaves lamidas en los pezones de este, haciéndolo gemir más alto, de una sobremanera porque quizás no era el mejor haciéndolo pero conocía las debilidades y puntos del menor como la palma de su mano.
Volkov bajo al chico del escritorio, no quería esperar más, quería probarlo. Horacio sin rechistar puso los pies de nuevo en el suelo, sabía lo que se aproximaba y lo esperaba con ansias. El ruso desabrocho el pantalón de chándal y, mirándolo a los ojos tratando de que no se asustara lo bajo despacio.

La intensidad que había en los ojos de aquellos hombres era irreconocible, era hermosamente un caos.

Volkov se tiró de rodillas y metió el miembro húmedo del chico en su boca, saboreando el líquido pre seminal, sintiéndolo en su lengua y, con el exceso de saliva escurriendo por sus labios, hacía un constante movimiento con su cabeza de adelante a atrás, tratando de que su boca cubriera por completo miembro, Horacio lo miraba con la boca abierta, dejando salir los fuertes gemidos constantes, tratando de no perderse ni un movimiento que hacía el hombre sobre su cuerpo. Enterró sus dedos en el cabello plateado del ruso, acariciando su cabello con delicadeza pero tratando de no presionarlo contra él.

— Dame un momento— Pidió con la voz temblando— Dame un momento— Volvió a pedir, Viktor obedeció y se levantó, relamió sus labios y volvió a besarlo con dureza, dándole de probar de su propio líquido pre seminal.

Era el turno de Horacio, y lo sabía, sin darle muchas vueltas al asunto hizo lo que antes Volkov, se tiró de rodillas frente a él, desabrocho el pantalón y lo bajo con rapidez hasta los muslos pálidos del hombre, apretó estos un momento, admirando desde abajo el rostro de placer que el hombre le daba el gozo de mostrarle. Tomo el miembro entre sus manos y antes de meterlo a su boca paso su lengua sobre la punta, quitando todo el rastro de líquido transparente que se acumulaba en esa parte. Levantó su mano, llevando sus dedos hacía la boca del ruso y dejando que los lamiera, lubricandolos de esa manera, poco después de que sus dedos estuviesen escurriendo y en su boca estaba el más exquisito sabor, se acomodo de cuclillas, tomando una mejor posición y, con delicadeza introduciendo uno de sus dedos en su apretada entrada.

Viktor lamió sus labios al ver al chico de esa manera, tan excitado, tan expuesto para él, tan preparado solo para su disfrute. Horacio echo por unos segundos su cabeza hacía atrás, aún con el pene pálido en sus labios, sintiendo el agridulce sabor del pre semen en su lengua.

La imagen que tenía de su chico era maravillosa en todo su esplendor.
Con una mano sujetaba su miembro, la boca entreabierta pero sin dejar de sostener con sus labios la punta de su pene, su mano introduciendo dos de sus dedos en su entrada apretada, mojada gracias a su saliva. El rostro ruborizado y los ojitos lagrimeando eran una imagen bellísima, que quería guardar en su memoria para siempre.

Volkov lo levantó, sin querer esperar más para sentirse cálido. Horacio saco sus dedos, sintiéndose vacío pero necesitado de más, siempre de más, más adrenalina, más caliente, más lleno. Volkov siquiera pregunto antes, solo lo tomó en brazos y lo empotro contra la pared de cristal grueso, Horacio soltó un ligero gemido por el frío que le llego a su espalda, Viktor gruño levemente, llevando sus dedos a la boca del chico y, Horacio entendiendo lo que debía hacer los chupo por unos cuantos segundos, llenándolos de saliva hasta hacerla caer por su barbilla. Viktor con cuidado introdujo los dedos en él, haciendo algunos movimientos con sus dedos, escuchando al chico gemir cada vez más, sabía que estaba llegando a donde le gustaba.

— Más— Pidió— Quiero más— Pidió de nuevo, soltando las palabras casi como un ruego. Volkov trato de introducir un tercer dedo pero Horacio negó— Eso no— Viktor sonrió levemente. Con un movimiento brusco lo empotro de nuevo sobre el escritorio, dejando caer su espalda sobre algunos papeles que ahora mismo ni siquiera recordaba de qué eran.

Viktor abrió las piernas del chico, quedando entre ellas, apretando sus muslos, se agacho un poco y escupió levemente sobre la entrada del chico, dejando una lamida antes de levantarse y dejando a un Horacio muy perdido. Perez se levantó un poco con ayuda de sus antebrazos, mirando al ruso, mordiendo su labio inferior, esperando a llegar al placer máximo, esperando a tocar el cielo junto al chico que quería.

Volkov como era de costumbre no pregunted, solo besó con fuerza a Horacio y se introdujo con fuerza, robándose hasta el último aliento del chico teñido de morado. Su cintura tomó un vaivén de adelante hacía atrás con rudeza, con su fuerte brazo tomó de la cadera al chico y lo acercó aún más a él.

Horacio sintió hasta mareo, sintió que se desmayaría ante tal excitación y placer. Volkov tocaba su próstata como si nada, conociendo tan bien como para tocarla sin rebuscar. El hormigueo que subía de sus pies a cabeza no paraba y se concentraba en su abdomen, queriendo salir y explotar. Su miembro se encuentran sobre su estomago, duro y lagrimeando un líquido muy conocido, Volkov tocaba de vez en cuando su glande, acariciándolo con su dedo pulgar, haciendo círculos y volviéndolo por vigésima vez loco, perdiendo la noción del tiempo con cada embestida que le regalaba.

Cuando Viktor se canso de la posición lo volvió a levantar de ahí, dejando que sus pies tocaran el suelo lo giró y con brusquedad lo empujo hacía el escritorio de pecho, con su pie golpeo un poco los tobillos del chico, haciendo que abriera más las piernas. Con su entrada expuesta y sus manos atrapadas en su espalda, volvió a introducirse sin cuidado. Viktor con una mano sostuvo las muñecas del chico y con la otra la llevo hacía el miembro goteante del chico, que rogaba por atención, atención que la mano del ruso no le negó, con el pene presionando la próstata del chico y su mano con contantes movimientos rápidos en su miembro, hizo que Horacio perdiera hasta su memoria, ni siquiera lograba recordar que día era, que hora, quizás hasta había olvidado su nombre pero el placer que le estaba recorriendo el cuerpo lo valía.

Estar con Volkov lo valía.

Horacio no tardó mucho por explotar, ensuciando la madera oscura del escritorio, el suelo y la mano pálida del hombre. El ruso se llevo la mano a la boca y lamió el líquido blanquecino que en ella se posaba.

Volkov saco su miembro del chico, igualmente a punto de explotar. Horacio antes de que pasara lo introdujo en su boca con prisa, recorriendo con su lengua y sus dientes ligeramente el cuerpo del pene, sintiendo a Viktor respirar con fuerza, y gemir levemente con su gangosa voz. Horacio se apartó un poco, abriendo la boca y sacando su lengua, mirando los ojos marrones del chico dilatarse cada vez más.

El líquido blanco no tardo en caer sobre la lengua y rostro de Horacio, el chico sin perder una gota se llevó todo a la boca, probando el exquisito líquido tibio, agridulce pero agradable para sus pupilas gustativas.

Saciando de esa manera su apetito de Volkov.

Volkov limpió con su pulgar la comisura de sus labios y llevo su dedo a la boca del chico. Echó su cabeza hacía atrás, sonriendo y tratando de calmar a su corazón. Horacio se levantó y antes de empezar a acomodar su ropa dejando un casto beso sobre los labios del ruso.

— Si vuelves a tener apetito, me llamas— Dijo sonriendo.

— ¿Y tu?— Preguntó acomodando su pantalón.

— Yo siempre tengo apetito de ti pero es imposible que me tengas saltando sobre ti veinticuatro siete.

One-Shots || +18 || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora