PRAY

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♰ Está de rodillas atendiendo la misa, orando, ruega por el perdón de tu pecado ♰

⚠ Se habla sobre religión  en un ámbito vulgar sin embargo esto no trata de cambiar las ideologías de los demás, aquí respetamos todas las religiones.
⚠ Se hace referencia hacía la religión católica ya que es la que más conozco y en la que más me he relacionado así que sin ánimo de ofender a nadie ni mucho menos enfadarlos.
⚠ Es un privatter con un lenguaje o técnica de escritura más poético, por lo tanto no será tan explícito. 
⚠ Solo disfrutarlo que es simple fantasía<3


Horacio odiaba la religión, le parecía repulsiva, contradictoria, irrespetuosa y obsesiva. La gente religiosa lo ofendía por su manera de vestir, de hablar, de amar, por su orientación sexual, así que él los mandaba a la mierda en cuestión de segundos. Realmente no los soportaba a excepción de un chiquillo ruso, Viktor, eran amigos desde hacía ya unos años, pero a pesar de la diferencia religiosa se respetaban e incluso se admiraban. 

Volkov creía que no había ser más hermoso, armonioso y maravilloso que Dios, rezaba una y otra vez sus oraciones, de rodillas frente a una imagen del primogénito de Dios, una y otra vez el Padre Nuestro, el Ave María, el Credo, entre otras muchas más, una y otra vez, en voz alta o en silencio. Era muy apegado a su religión, si Dios decía que se lanzará de un puente él estaba dispuesto a hacerlo, o al menos eso creía hasta que un día se quedó a solas con su amigo de cresta.

Perez miraba las pinturas religiosas de casa del chico, no le molestaban mucho, en realidad le incomodaban. Le daban una sensación extraña, macabra. ¿Cómo podía vivir viendo la pintura de un hombre sangrando colgando de una cruz? ¿cómo podía ver a una mujer con inmensa tristeza en ella? ¿cómo se podía vivir así? ¿cómo podía despertarse por las mañanas y rezarles a tan sangrientas pinturas? No lo comprendía y probablemente nunca lo haría pero quería a su amigo, mucho más de lo que se podía querer a un amigo, le deseaba tanto que le ardía en el pecho, tanto hasta que pudo liberar todo ese dolor.

Viktor se dejó enredar entre la lujuria que el chico le regalaba, se sentía sucio pero no quería parar. Los besos que su amigo le plantaba en el cuello y boca eran perfectos, tan fuertes y deliciosos, como si quisiera apresurar el paso, y en realidad lo quería.

Estaba cayendo en el pecado, ensuciando su alma pero, ¿quién no lo había hecho? ¿qué perdonaría el Señor si nadie cometiera ni una falta?

Horacio acariciaba con suavidad el torso del mayor, tratando de no asustarlo porque sabía la sensibilidad y timidez que tenía. No quería causarle miedo, no quería obligarle a nada pero tampoco quería que le pidiera parar, no quería detener sus movimientos, Viktor lo acariciaba con cohibición, tenía miedo de molestarlo.

— ¿Quieres continuar?— Preguntó Horacio, sobre sus labios.

— S-si— Respondió casi en un susurró, siendo ahora él quien lo besó primero. 

Viktor suspiró en cuanto la respiración de Perez cayó sobre su vientre, su nerviosismo aumento cuando las manos de Horacio bajaron su pantalón, sacándolo del camino casi en un jalón limpio junto a su ropa interior, los dejó sobre el suelo y ahí mismo de rodillas parecía querer rezar pero no, metió el pene de su mejor amigo a su boca, moviendo su cabeza con un vaivén fabuloso, succionaba el glande como si quisiera liberarlo de todo pecado al mayor. 

Volkov echaba su cabeza hacía atrás, gimiendo con vulgaridad pero tratando de callarlos con la palma de su mano, sintiéndose avergonzado, como si la figura del hijo de Dios lo estuviese escuchando, como si la virgen llorara por el pecado que cometía, esta noche él cargaría con la cruz pero la recibiría con los brazos abiertos consiente de su maldad.

Horacio purificaba el cuerpo del contrario, besando toda su piel, lamiendo algunas partes y mordiendo algunas otras. Los labios, la lengua, las manos, las caricias, los movimientos y todo lo que hacía Perez se sentía como una purificación divina, y quizás estaba siendo eso. Estaba purificando a Viktor de la mejor manera, cometiendo lujuria y llenándolo de amor.

La manera en que Perez lo penetraba parecía ser una de las melodías más bonitas que había para él, parecía ser Dominique, parecía tener esas notas tan perfectas que soltaba la francesa canción, tan bueno, tan doloroso, tan sucio.

Los yerros propios de su lujuria lo estaban atormentando, sintiendo culpa pero sin ganas de parar, era regañado por el mismo en sus adentros pero su conciencia era incapaz de regañarlo por más de un minuto sin pensar en lo bien que se sentía ser penetrado, en la pureza que había en su cuerpo cuando el glande golpeaba su próstata en santo pecado capital.

 Arrugaba el sofá debajo de sus pálidas manos con cada nueva embestida que le era santamente propiciada, besaba los labios del moreno con avaricia, rogando por besarlo hasta la muerte, por poseerlos siempre sobre su cuerpo. Las mordidas que le daba en el cuello parecían ser las de la serpiente, y meramente él había mordido la manzana pero sabía exquisita.

El creyente se sintió juzgado por los distintos cuadros de las figuras religiosas que se encontraban colgadas en la pared y sobre las mesitas, sin embargo el pecado se sentía tan bien que no lo harían parar. La lujuria era un pecado muy escurridizo que podía corromperte en cualquier momento y ahora mismo se le había ido de las manos.

Las embestidas que su amigo de años le estaba regalando eran tan impuras que parecían sagradas, sus benditas manos estaban cometiendo pecado, tan ardientes que parecían salidas del infierno pero todo aquello prohibido y en pecado lo estaban llevando al cielo, se encontraba en un paraíso ahora mismo.

La gula estaba presente en esa habitación, tan viciados pidiendo más, llorando de placer y gritando de dolor del bueno. El pecado se sentía tan bien que volvería a cometerlo. 

Viktor sentía sus adentros quemar, Dios lo estaba castigando con el color de su pecho, dejándole la corona de espinas ahora a él, enterrándolas bien en su cuerpo hasta hacerlo sangrar en su interior.

Los ángeles lo estaban desterrando del cielo pero, ¿el cielo era realmente allá arriba? porque él lo estaba encontrando en el cuerpo de su amigo, podía ver el paraíso, ángeles, virgenes, a dios y a Jesús con solo cerrar los ojos y sentir las caricias pecaminosas.

Era la primera vez que Viktor se arrodillaría sin motivo de orar, sin estar frente al primogénito de Dios pero quizás por primera vez estaba viendo la cara de Satanás y era preciosa.

El agua bendita se posaba sobre el rostro del ruso, convertida en un espeso líquido blanquecino, tan bendita que sabía como manjar, tan bendita que se sintió santo. 

Esta noche rezaría pero rogaría por volver a enredarse entre las manos del malvado.

Había sido corrompido de la manera más santa posible.


One-Shots || +18 || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora