BITE ∘ OMEGAVERSE

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↤ Me importa un carajo, muérdeme. Te hago volver corriendo a probarme ↦


Horacio sentía su abdomen quemar, arder y doler. Se inclinaba sobre su asiento y abrazaba su vientre con sus manos, como si aquello calmara lo que su cuerpo estaba sintiendo. Gemía de dolor, atrayendo hacía él a algunos agentes que pasaban por el lugar, queriendo entrar pero evitándolo cuando este gruñía. Sin embargo uno se atrevió, su amigo de siempre.

— ¿Horacio?— Preguntó en un susurró.

— ¡Vete de aquí, Gustabo!— Gritó.

— Venga, te llevó a casa— Horacio negó, aún sujetando su vientre con fuerza— Horacio, ¿qué pasa?

— So-solo quiero ver a Volkov, vete de aquí antes de que te parta el puto cuello— Gustabo suspiró y se rindió, levantando las manos salió de aquella oficina.

Horacio sintió alivio porque si aquel beta no se iba probablemente lo obligaría a follarlo hasta que su interior se sintiera más pasivo.

Las feromonas de los alfas que pasaban cerca, aunque estuviesen a unos metro de él, lo estaban ahogando, quería tirar todo lo que había en esa apretada oficina, quería romper todo y mandarlo a la mierda. La mordida que yacía expuesta ante todos en su cuello ardía como una mierda, necesitaba a su alfa ya mismo.

No soportaba un minuto más, así que decidido a calmar al menos un poco a su omega interior, se quitó los pantalones, los tiró al suelo y se sentó sobre la pequeña silla de cuero. Las feromonas que los alfas alejados a él le estaban proporcionando eran deliciosas, solo rogaba porque ninguno se atreviese a entrar o estaría dispuesto a matarlo antes de que lo tocara.

Horacio metió dos dedos en su boca, ensalivandolos innecesariamente. El lubricante que su cuerpo producía naturalmente era suficiente, pero a él le gustaba hacerlo. Colocó una pierna sobre el descansabrazos, dejando que quedara levemente levantada y su entrada expuesta. Introdujo sus dedos, gimiendo cuando empezó a hacer distintos movimientos dentro de él. Echando su cabeza hacía atrás y sintiendo el sudor empezar a caer por su cuello hasta que su camisa de inspector lo absorbía.

Se sentía tan malditamente sucio haciendo aquello sin su señor, sintiendo que engañaba a su alfa ¡pero aquel gilipollas no aparecía! y él no iba a esperarlo por mucho tiempo.

Y por otra parte estaba Viktor, incómodo en su lugar, desesperado y ansioso por llegar a comisaria, moviendo su pierna de arriba a abajo con rapidez. Acariciaba su cuello acalorado, sintiendo su pecho quemarle, su omega lo necesitaba y lo sabía. Pero su puto jefe prefería estar en mecánicos peleando con el jefe de aquel taller. Gruñía levemente, desesperado como nunca. Viktor parecía escuchar aquellos chillidos de su pareja a lo lejos, y quería ir a ver que sucedía, quería ir a protegerle porque sabía que habían más alfas que se morían por él y definitivamente no iba a permitir que lo tocaran.

El instinto animal de Volkov lo hizo arrebatarle las llaves del zeta a su jefe, gruñirle con fuerza y superioridad, dejándolo un poco atontado y sorprendido ante aquello. Subió al zeta y desapareció de ahí lo más rápido posible, dejando un poco confundidos a los que estaban en ese taller. Aparco el zeta en el parking y corrió dentro de comisaria, olfateando el ambiente en busca de las feromonas que su esposo en celo emanaba, entraba a algunas oficinas con brusquedad, tratando de localizar al omega de cresta. Finalmente lo encontró, azotó la puerta haciéndolo saltar y chillar un poco, aturdido ante la fuerza con la que su alfa lo tomó en brazos y le olisqueo el cuerpo y sobre todo el cuello, buscando rastro de algún otro hijo de puta que se le pudo acercar, sin embargo solo encontrando el olor de Gustabo, pero aquel beta no le interesaba en absoluto.

— Te dije que no vinieras— Le regaño, Horacio se sintió pequeño y bajo su mirada, mostrando la sumisión que le tenía— Horacio, estas en celo, te he dicho que no lo hicieras, te lo he ordenado.

— Lo siento— Susurró, tratando de bajar su camisa para cubrir su miembro erecto.

— Abre las piernas— Le ordenó con fuerza, ya sin ser Viktor en su totalidad. Horacio obedeció de inmediato.

El alfa se arrodillo frente a él, olfateo sus muslos y dejó ligeras mordidas ahí, escuchando los bonitos jadeos que su omega soltaba. Lamió la punta del pene del chico, haciendo que se retorciera un poco en su asiento, tomando el cabello del mayor con delicadeza. Pocos segundos después el pene del chico ya se encontraba dentro de la boca del alfa, siendo succionado con fuerza y masturbandolo cuando lo sacaba de sus labios. Rascaba con sus dientes un poco la punta, haciéndolo sentir cada vez más placer. Aquello alegraba a su alfa, le hacía sentir bien. Las piernas del chiquillo temblaban un poco y los espasmos se hacían cada vez más presentes.

— Te neces-necesito a ti, Vik— Le pidió bajito, con pena y miedo de que el alfa se lo negara, sin embargo eso jamás pasaba— Pero hay que ir a casa— Susurró aquello. El alfa negó.

— Aquí, no dejaré que todos allá afuera te olfateen así— Bufó un poco, levantándose del suelo, empezando a desabrochar su cinturón— Joder, Horacio, por eso te lo he dicho, te dije que no salieras de casa, que ya regresaría yo temprano pero no, el niño no quiere obedecer y prefiere que su alfa mate a los que se le acerquen, porque eso es divertido ¿no?— Hablaba rápido, regañándolo— Claro, cómo no, si te encanta que todo a tu alrededor este lleno de sangre— Horacio se encogió en su lugar.

— Lo siento, lo siento Vik, quería intentar trabajar un poco pero, no sé que ha pasado con los supresores.

— ¿Los haz tomado? ¿los haz traído?— Horacio se sonrojo ante su torpeza— Claro que no, es más divertido retarme ¿verdad?— Volvió a reprocharle, tomándolo de la cintura y girándolo sobre el asiento, estirando un poco su cintura para que se inclinara sobre si— Claro que si, el omeguita siendo el desobediente e insolente como siempre, como siempre— Horacio se sonrojo, ya no por el regaño, sino por las manos del mayor manoseando su cuerpo y levantando su camisa blanca— Desde que te conocí siendo el mismo rebelde, ni siquiera porque tienes el lazo dejas tu lado reacio— Dejó un húmedo beso sobre la espalda baja del chico y después hundió sus dedos en sus caderas.

Viktor se hundió de golpe en el chico, embisitendolo con fuerza, llenando sus oídos con los gemidos fuertes. Empezando lento pero después chocando con fuerza sus testículos contra el trasero del menor, sintiendo su miembro húmedo ante los fluidos que el omega emanaba, dejándolo más lubricado y resbaloso, haciendo que su miembro entrara con más facilidad cada vez. Embestía con fuerza y constancia.

El cuerpo del menor se mecía de adelante a atrás, cada vez con más rapidez, trataba de sostenerse del respaldo del asiento, sin embargo sus brazos empezaban a fallarle, tambaleándose, gimiendo tan alto como podía, sin importarle que alguien entrara o se acercara porque sabía que si alguien lo hacía Viktor no tardaría en atacarlo y bueno, arrancarle la cabeza básicamente. Sentía las suaves mordidas del alfa sobre su espalda y cuello, las salvajes embestidas lo estaban matando por dentro, sintiendo el alivio que desde hace un rato necesitaba. Se trataba de hacer hacía atrás, queriendo sentir el miembro de su pareja en el fondo, en el cual ya estaba, presionaba su glande sobre la próstata del chiquillo cada vez con más frecuencia y rapidez, siendo insaciable ante la sed de placer que necesitaba el omega.

Viktor sacó su miembro de el chico, lo tomó en brazos y lo pegó con fuerza a la pared más cercana, empotrandolo contra esta. Volviendo a embestirlo y besando sus labios, luchando su lengua contra la del otro, mordiendo con fuerza sus labios.

Perez sentía como su interior se desgarraba ante las bruscas, salvajes y bestiales embestidas de su alfa, disfrutando de aquello como nunca antes, doliendo su espalda ante los repentinos golpes que se daba con la pared en algunas embestidas. Mordía con fuerza el cuello de su esposo, sin importarle dejar marcas en aquel pedazo de carne pálido, solo quería evitar gemir de vez en cuando. Se abrazaba con fuerza al cuello de su señor, rasguñando su espalda debajo de aquella camisa gris y haciendo que de su piel brotaran pequeñas gotas de sangre. Lamió los labios del hombre.

Viktor sentía su miembro empezar a hincharse poco a poco, gruñía sobre la piel del cuello de su omega, esperando llegar al punto máximo de éxtasis y abrir aquella mordida que le hizo hacía más de dos años. Embistió con más fuerza y velocidad al chiquillo, escuchándolo chillar y gemir con fuerza, siendo destrozado en su interior. Volkov notaba al omega más alegre y tranquilo, esperando a lo mejor.

Horacio gimió con fuerza y dejo su líquido salir sobre su camisa, tratando de que la gris del mayor no se ensuciara. Volkov gruñó nuevamente sobre su cuello y, después de pocos segundos su líquido derramarse dentro del chico y su pene anudarse ahí mismo, con rapidez y ante la excitación enterró sus dientes en la bronceada piel del menor, haciendo a Horacio retorcer y echar la cabeza hacía atrás, sintiendo aquella piel desgarrarse y arder, la sangre recorrió el hombro del chico, ensuciando su camisa. Horacio trató de presionar la mordida abierta, sin embargo la mano de Viktor lo detuvo.

— Me he pasado— Rió ligeramente, lamió aquella piel abierta, sin importar de llenar sus labios con la sangre del chico— Lo siento, ¿vale?— Dijo sonriendo, travieso. Se sentó en la silla de cuero en la que antes habían estado y comenzó a dejar largar lamidas en el cuello de su pareja, tratando de detener la hemorragia y el dolor.

— Jo-der si no te haz pasado— Respondió en un hilo de voz, aún incómodo por aquello pero dejando que la lengua de su esposo se paseara.

— Mira, por desobedecer lo que te haz ganado— Horacio rió despacio— Llegando a casa, pastillas y a dormir, ¿entendiste?— El chico asintió— Es una orden de mi alfa para tu omega, que se deje de gilipolleces, no quiero arrancar cabezas cada que se le ocurra seguir tus ideas— Horacio rió.

— Vale, vale, lo entiendo. Pero te amo, a ti y a tu alfa arranca cabezas— Besó la frente del ruso y sonrió.

El omega de Horacio se sintió pleno después de aquello, dejándose acurrucar en los brazos del alfa de Viktor.

One-Shots || +18 || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora