CAPÍTULO 16

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Reconciliación y no tanto

—Míralo de esta forma, ya no tienes que pagarme lo que te presté —dije y sonreí buscando su simpatía.

Samuel me contempló con gravedad sosteniendo la taza de café en sus manos sentado frente a mí en una silla, le eché una mirada a Duke a mi lado en el sofá. Luego de huir de casa le pedía alojo allí mismo en su piso.

—¿No crees que tu mamá venga a buscarte? —me preguntó.

—Ella no sabe tu nueva dirección.

—Tu padre me llamó, me contrató como tu guardaespaldas —dejó caer.

No me sorprendía de él, de Catalina sí.

—Querrán controlar más mi vida.

—Entiendo que ahora estás molesta y herida, pero debes considerar volver. ¿Esto será por unos días, cierto?

—Si no me fui antes por querer enmendar las cosas no creo que ahora quiera volver —le aclaré.

—¿Y no quieres arreglarlo?

Negué con la cabeza, no tenía idea de qué podría hacer. Tenía dolor y culpa por haber golpeado a mi madre. Hundí la cara en mis manos comenzando a sollozar, Duke subió y bajó su mano desde mi hombro a mi brazo y Samuel dejó un apretón en mi otro brazo.

—Estaría encantado que te quedarías aquí por un tiempo, no por siempre. No perteneces aquí, es la verdad. Tienes un buen futuro con tu familia.

—El no darme dinero solo será una presión o chantaje para volver con ellos con la condición de no verlos. No puedo vivir así, ¿no entienden? Yo estoy con ustedes, y si no quieres que esté aquí puedo buscar otro lugar —dije.

—Tienes un lugar en el campamento aunque odiaría tenerte allá —me dijo Duke.

—No acepté la proposición de tu padre —aclaró Samuel—. No aceptaría su dinero y él sabe que es humillante para ambos, estaré pendiente de ti y aquí está Duke. Todos te ayudaremos.

—Tengo que conseguir empleo —dije.

—Y alejarnos de los problemas.

—Será fácil —dijo Duke—. Nos mantendremos alejados de la calle.

—Jamás has sido tan positivo. —Duke que sonrió al escucharme y me quitó las lágrimas—. ¿Cambiaste?

—El mundo no dejó de girar y yo estoy igual.

—A excepción de que no sabía que te drogarías, robarías mi celular y la llamarías —dijo Samuel levantándose—. Cloy tienes la cara hinchada, ¿quieres hielo? —Asentí con la cabeza y miré a ambos—. Como decía, se supone que no te meterías más eso.

Mire la espalda de Samuel que se alejaba a la nevera y luego a Duke que bajaba la cara abochornado. No tenía mucho que decir en ese aspecto, Sam tenía razón, aunque no quería tocar el tema.

—Lo sé, solo estaba ansioso al ver que Cloy daba señales de vida y yo no tenía saldo en mi celular. Lo siento —murmuró.

Samuel regresó y me entregó una bolsita con hielo que fue a parar primero en todo mi cuero cabelludo.

—Tenemos la confianza para hablar ¿de acuerdo? —Él asintió y seguía sin mirarlo a la cara—. Por eso ahora que está Cloy ¿quieres quedarte con ella mientras yo esté trabajando?

Descaradamente Problemática ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora