Epílogo

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Estiro mis manos acomodando las manzanas en el frutero que nos ha prestado cortésmente un alma de aquí.

Muevo mi cola al ritmo al que Gasai me ha enseñado para no aburrirme. ¿Quien dijo que estar en el cielo no es para nada aburrido?, maten al que afirmó eso. Sigo tarareando gustosa del ritmo pegadizo que aún me acuerdo.

No sé cuanto tiempo habrá pasado desde mi muerte , solo sé que muchos, y que mi hijo Kakarotto ha honrado nuestra raza venciendo al tal Freezer ese, pero algo extraño ha pasado, ese tipejo no ha pasado ni al infierno ni al cielo, algo que realmente me preocupa.

Extraño a Gasai y a mis hijos, son todo lo que me han llenado de alegría, además de Bardock, aunque él este en el infierno pagando por sus penas, no le falta mucho para que esté aquí a mi lado acompañandome.

Unos gritos y golpes me alertan totalmente. ¿Que no en el cielo había paz?.

Por un momento pienso que es Bardock quitándose de encima a los molestos guardias. Pero no. En mi vista aparece un chico de pelo largo con traje de saiyajin y su típica aurora peleándose con otro que tiene un kimono naranja.

-¡Por que has venido acá!, ¡¿Acaso te han matado, pequeño hermano?!- grita el saiyajin siendome su tono de voz familiar.

El otro chico niega y sus expresiones tanto faciales con el de su cabello me resultan aún mas familiar. Pero la desconformidad habla.

-¡Oigan niños!, ¿Que no les enseñaron que este es un lugar sagrado?- me acerco a ellos, los dos me miran indiferentes.

-¡Callate!, ¡Que este insecto ni debería estar aquí!- uno señala al otro. Me quedó mirándolo un poco, detallando más a fondo sus facciones.

-¿Raditz?- susurro ladeando un poco mi cabeza acercándome aún más. El chico de pelo largo al principio me mira confuso, pero después relaja su mirada reconociéndome.

-¿Mamá?- pregunta sorprendido.

Mis lágrimas salen sin avisar y el orgullo se expande en mi pecho.

El otro chico mira confuso a Raditz y pongo mi atención en él. Cuanto ha crecido mi hijo menor.

-Y tu debes ser Kakarotto- lo miro a los ojos y el también me mira sorprendido.

-Bueno, pues así también me dice Vegeta y Raditz, pero mi nombre es Goku- dice asombrado mirándome.

Sonrió de medio lado ocultando mi pesadez: -Te pareces tanto a tu padre que juraría que eres tú- susurro posando mi mano en su mejilla -No me reconoces porque, cuando te dejé, eras muy pequeño- lloro de la felicidad. Después de tanto tiempo, y al fin he podido verte -Y aunque seas grande, para mí seguirás siendo mi pequeño Kakarotto-

Mis hijos me miran como si no me reconocieran, y no los juzgo, mi vida desapareció hace años, y como desearía volver a mi ser para encontrarlos y decirles que los amo con todo mi corazón.

-¿Y por que están aquí?- pregunto separando las lágrimas de mi cara.

Los dos se quedan callados aún mirándome y noto que la pupila de Raditz amenaza a Kakarotto.

-Yo vengo del infierno- se cruza de brazos Raditz restándole importancia.

-Si, pero, ¿Por que?- me siento en el suelo esponjoso seguido de mis hijos.

Raditz guía sus ojos furiosos hacia Kakarotto que está calmado mirándome.

-¡Fue por culpa de Kakarotto, mamá!- grita derrepente señalándolo. Kakarotto lo mira sorprendido.

Gine  ''Una Historia que contar''  (DBZ)™ «Editando»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora