Paternidad

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Ser hija de uno de los enanos más fuertes, duros y cabezones no estaba pagado, y eso bien lo sabía Aislin. Su padre era muy sobreprotector con ella, al igual que no quería que se le acercara ningún hombre.

Su padre llamó a la puerta.

-Recuerda que si alguien se acerca a ti demás lo mataré- su hija rodó los ojos por quinta vez en el día, siempre le decía lo mismo.

-Sí, papá.

Un hobbit abrió curioso. Los observó por completo, fijando su mirada en la chica.

-Dwalin- habló captando la atención del hobbit-, esta es mi hija Aislin- la presentó.

-A vuestro servicio- ambos se inclinaron.

-¿Y la comida? Él nos dijo que había comida- entró empujando al hobbit.

-¿Él? ¿Quién?

El hobbit frunció el ceño molesto por la entrada del enano tatuado.

-Disculpa los modales de mi padre, él solo piensa en comer...- se disculpó mientras escuchaba el ruido de una silla arrastrándose.

-No os preocupéis mi señora, Bilbo Bolsón a vuestro servicio, ¿os apetece algo de comer?- el hobbit de manera amable a lo que la chica negó con una sonrisa.

-Estoy bien, gracias.

-¡Aislin!- suspiró frustrada caminando hacia su padre. Al llegar vio como había tirado la capa que lo cubría al suelo, devorando el plato del mediano. Al verlo la chica se cruzó de brazos molesta- ¿Qué? No se lo iba a comer.

Bilbo entró.

-¿Qué más tienes?

Aislin se llevó sus dedos al puente de la nariz, a veces su padre conseguía sacarla de sus casillas.

-Padre...- él la miró divertido.

Alguien llamó a la puerta y Bilbo fue a abrir, mientras tanto la joven negaba con la cabeza.

-No te enfades hija mía, ya sabes que adoro comer- ella sonrió ante las palabras de su padre.

-Iré junto a la chimenea.

-Voy contigo, no me ha gustado como te miraba ese hobbit- una vez más rodó los ojos.

En la chimenea Dwalin comenzó a mirar y toquetear todo lo que había, era peor que un niño pequeño.

-¡Hermano!- un enano con una extensa barba blanca se acercó a su padre.

-Estás más viejo- dijo sonriendo.

-Sí, y más sabio- ambos se golpearon la cabeza, Bilbo miró aquella escena extrañado ¿así se saludan los enanos? se preguntó en su mente. El enano se giró quedando frente a la muchacha. La miró con ternura y nostalgia, alargó su callosa mano hasta una de las mejillas de ella, acariciando la delicadamente- ¿Mi sobrina? ¿Eres tú?- ella asintió alegre de volver a ver a su tío.

-Sí, tío, soy yo Aislin, hija de Dwalin- Balin soltó una pequeña lágrima y la abrazó con fuerza, ella le correspondió el acto. Ambos se habían extrañado mucho.

-Por el amor de Durin, mira que hermosa estás- dijo una vez separados con sus manos en los hombros de la joven.

-Sí hermano, hermosa, fuerte y carismática- Dwalin se posicionó al lado de Balin- Esa es mi hija.

Dwalin podía ser hosco, serio, un hueso duro de roer y de poco hablar, pero cuando se trataba de sus seres queridos y amigos ese Dwalin dejaba paso al divertido. Pero con Aislin era distinto, con ella mostraba su amor, cariño, su temor, compartía bromas y le daba toda la protección que podía.

Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora