Gruñón

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Bajé mi espada mientras miraba a mis compañeros. Ninguno sabía de donde habían llegado aquellos lobos. Estaban hambrientos y desesperados. Fue gracias Bombur, quien había estado de guardia y los vio haciendo que gritara despertándonos a todos, con tiempo para levantarnos y luchar.

Todos parecían estar casi ilesos y los enanos estaban ocupados transportando los cuerpos de los lobos lejos de su campamento. Normalmente se usaban para la carne, pero temía que estuvieran enfermos. Mi mirada finalmente cayó en la cabeza calva y tatuada del enano que había estado buscando. 

-¡Dwalin!- lo llamé.

Se giró al oír mi voz dándome una pequeña sonrisa. 

-¿Qué ocurre?

Cerré la distancia entre los dos.

-Gracias por salvarme. 

Un lobo había estado parado sobre mi pecho, listo para arrancarme la garganta cuando Dwalin sacó su hacha y lo mató. Sentí que mis mejillas se calentaban mientras hablaba y esperaba que no me viera sonrojarme en la oscuridad. Me gustaba mucho el enano y me costaba demasiado mantener la compostura cuando hablaba con él.

Él sonrió a mis palabras. 

-Con lo fuerte que eres, lo hubieras matado tú tarde o temprano. Sólo te ayudé a hacerlo un poco más rápido, eso es todo.- Mi corazón se aceleró ante el cumplido sabiendo que Dwalin no lo hizo a la ligera.

Le devolví la sonrisa. 

-Gracias de todos modos.- y entonces lo hice, besé al enano en la mejilla. Toda mi cara se calentó y estaba seguro de que era rojo brillante.

Dwalin me miró con los ojos abiertos por un momento y luego su sonrisa cayó en un profundo ceño fruncido. 

-¿Por qué has hecho eso, muchacha? No puedes besar a un enano, no importa cuán inocente sea el gesto.

Mi corazón se rompió un poco con su castigo. 

-Lo-lo siento. No quise molestarte- rápidamente lamenté.

-Gah- dijo, hizo una mano en señal de disgusto y se alejó de mi.

Lo vi irse, mi labio inferior estaba temblando y las lágrimas caían de mis ojos. Una mano cayó sobre mi hombro y rápidamente sequé las lágrimas. 

-Iré a hablar con él- dijo Balin dándome una mirada compasiva mientras pasaba por delante de mi para seguir a su hermano.

Cerré los ojos y escuché el sonido de un búho, busqué hasta que encontrar al ave posado en un árbol cercano. 

-Lo siento- dije mientras me sentaba apoyada contra el mismo árbol del búho. 

Con un susurro de agradecimiento entré en la mente de la criatura y lo hice volar hasta una rama cerca de los hermanos. Vi la conversación a través de sus ojos. Este talento era la razón por la que Gandalf quería que me uniera a la compañía, aunque los enanos no se habían dado cuenta todavía. Sólo me conocían como una pequeña mujer humana que era una excelente luchadora con afinidad a los animales.

Dwalin caminaba por un claro, pateando las rocas del suelo. Balin salió de los árboles cerca de él, jadeando. 

-Molestas a la muchacha- dijo Balin después de mirar a su hermano por un momento.

Dwalin se giró para mirar a su hermano, pero sólo gruñó y siguió caminando. Balin sacudió la cabeza y puso una mano en el brazo de su hermano para detener su movimiento. 

-¿Por qué le dices tal cosa? No ha sido más que amable. Con todos nosotros... Y si no me equivoco, ella tiene un poco de debilidad por ti.

-¿Y qué haría yo con una mujer así? Es demasiado atrevida, riéndose con los príncipes, bromeando con Thorin y luego me besa en la mejilla. Es pequeña, humana y débil y no es para mí.

Salí de la mente del búho. No necesitaba oír nada más. Caminé hasta el resto del campamento, donde muchos de ellos se habían vuelto a dormir cansados, me senté junto a Thorin quien levantó el brazo para que acercara a él. Me arrastré hasta el líder mientras me abrazaba y yo me dejaba caer sobre su pecho, teniendo un sueño pesado para cuando los hermanos regresaron.

-Tengo un mal presentimiento sobre esto. Y el hecho de que Gandalf se haya escapado otra vez- dije.

-Me temo que no tenemos elección, Seren.

Asentí con la cabeza. Cerré los ojos introduciéndome en los árboles con mi mente. Los únicos animales que pude encontrar tenían mentes enojadas y confusas. Decidí alejarme de aquellas mentes y dejé que el sueño me llevara mientras Thorin me seguía abrazando.

*_*_*_*_*_*_

Volví a mi lugar, al lado de Thorin, sin notar las miradas que el resto de la compañía me enviaba. No había sido la misma desde el ataque de los lobos y ninguno había sido capaz de averiguar por qué. Me había vuelto tranquila y reservada, donde antes repartía alegría y risas a la compañía. Algo que necesitaban desesperadamente en sus días de cansancio. 

Pero era peor cuando veían que no mejoraba y ya a penas sonreía, estaban demasiado preocupados por mí. 

Cuanto más nos adentrábamos en el bosque, más los enanos se enfadaban y yo sentía mi respiración cada vez más agitada. Docenas de pequeñas mentes enojadas fueron empujadas contra mía. Mientras se enfurecían, respiré hondo y me zambullí en una de ellas. Jadeé y comencé a mecerme de pie, agarrando el brazo más cercano a mi sin saber de quién era.

Arañas. Docenas y docenas de ellas. Y estaban mirando directamente a la compañía.

-Pelead o huid, ya vienen- me las arreglé para decir antes de perderme en la mente de la bestia en la que estaba. Quería sangre. Quería muerte. Y estaba decidida a no dejarla tomar nada.

Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora