Una más VI

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La lluvia caía sobre la compañía sin tregua, nos habíamos despertado con un cielo azul y sin nubes, aunque parece que la naturaleza tenía otros planes cuando ensillamos caballos y ponis, parecía ir en contra nuestra. Los cascos del caballo se hundían un poco más en el barro con cada paso y me encontré agradecido de no estar en un pony, mirando a los demás miembros de la compañía, empapados y miserables.

Monté mi caballo sobre la hierba, agarrando las riendas para evitar que se alejara, aunque fui lo suficientemente severo con él que asumí que se abstendría de hacerlo. Bofur levantó la cabeza, su bigote resbaladizo por el agua de lluvia y su sombrero goteaba lo que había recogido de las duchas en su rostro, lo que parecía no apreciar. 

-¿Qué estás haciendo chica?

-Manteniéndola fuera del barro, la pobre criatura se lo secará en los cascos más tarde- llevé mi mano al costado de la crin del caballo, ya había deseado tener guantes enguantados, las riendas no le hacían nada a las palmas de las manos más que quemarlas después de horas, tendría que evitar romperme la piel eventualmente- Y no me imagino que sería fácil caminar en él.

Bofur frunció los labios, mirando hacia el camino embarrado antes de asentir, miró a los demás. 

-Me alegro de que no estemos caminando a pie.

-No sé de qué estás hablando, ¡tengo moretones!- Dori nos miró a Bofur ya mí, y yo asentí con la cabeza, mirando hacia abajo a mis piernas acorazadas, no había usado demasiada armadura, salvando mi piel de la irritación o muchos moretones en la espalda. Lo que vestía ahora consistía principalmente en cuero con algún trozo de metal en las rodillas y los codos, que a lo largo de los años había encontrado susceptible de sufrir la mayor cantidad de lesiones en la carretera y en combate. La lluvia no ayudaba en nada, por supuesto.

-Estarás bien Dori, los moretones no te van a doler mucho- sonreí, siguiendo su mirada hacia Gandalf.

-¿Señor Gandalf? ¿No puedes hacer algo con este diluvio?- preguntó, y miré al anciano con curiosidad, Bilbo infelizmente montando un pony a su lado.

-Está lloviendo, maestro enano. ¡Y seguirá lloviendo hasta que termine la lluvia! Si deseas cambiar el clima del mundo, deberías buscarte otro mago- la voz de él era divertida, casi, y parecía estar disfrutando de las quejas de quienes lo rodeaban. Lo que no fue para mi sorpresa.

-¿Hay más?- Bilbo miró al anciano, perplejo, y tiré de las riendas de mi caballo para acercarme más a la pareja, curioso.

-¿Qué?

-¿Otros magos?

-Somos cinco. El más grande de nuestra orden es Saruman, el Blanco. Luego están los dos magos azules. ¿Sabes? He olvidado por completo sus nombres- Gandalf me miró, tarareando desde el fondo de su garganta.

-Solo has mencionado cuatro... ¿quién es el quinto mago?- pregunté, mis ojos se encontraron con los cansados ​​grises del anciano, él miró el prólogo, frunciendo el labio pensativo.

-Bueno, ese sería Radagast, el Pardo.

-¿Es un gran mago o es... más como tú?- Bilbo se inclinó un poco de su pony, solté una carcajada ante su pregunta y Gandalf giró la cabeza para mirarme, sonreí y volví a mirar al caballo en el que estaba sentado.

-Creo que es un gran mago, a su manera. Es un alma gentil que prefiere la compañía de los animales a los demás. Él vigila atentamente las vastas tierras boscosas del este, y también es algo bueno, porque siempre el mal buscará encontrar un punto de apoyo en este mundo.

Miré a Gandalf, frunciendo el ceño ligeramente, la conversación se fue apagando lentamente y la compañía cabalgó en silencio por un momento. Aunque raras veces hubo momentos de silencio durante mucho tiempo. Fue Fili quien lo rompió esta vez. 

-¿Crees que el dragón es todo de lo que tendremos que preocuparnos?

Gandalf volvió a mirar al enano rubio, lamiendo sus labios pensativo antes de dejar escapar un suspiro, sus ojos se movieron entre los árboles que nos rodeaban y lentamente negó con la cabeza. 

-Creo que tendremos mucho más de qué preocuparnos que un dragón.

La lluvia se había detenido agradecidamente más tarde esa mañana, aunque no ayudó a secar la empresa más rápido, estábamos mojados y algunos de nosotros estábamos desagradablemente gruñones. Independientemente de estar empapado e incómodo, tenía bastante esperanza en el día que vendría, incluso mientras cabalgaba entre enanos que discutían. Mi ropa finalmente se secó tanto como pudieron a lomos de un caballo, aunque mis botas continuaron chirriando cuando pisé la hierba, habíamos sacado a los caballos y ponis del camino a colinas cubiertas de hierba.

-Acamparemos aquí por la noche. Fili, Kili y Aleida, cuidan de los ponis. Asegúrate de quedarte con ellos- Thorin tronó y me quité las botas, arrugando la nariz ante el aire frío que golpeaba mis pies. Asentí con la cabeza a Thorin, aunque sin apreciar que me diera órdenes, caminé descalzo, botas en mano, hacia Fili y Kili, me miraron.

-¿Te has quitado las botas?- Kili preguntó, como si el movimiento fuera oscuro.

-Sí, no aprecio los pies mojados- confesé, dirigiéndome hacia los caballos y ponis que los demás habían atado, siguiendo el reinado de mi caballo detrás de mí. Me moví hacia los demás, atando el caballo a un viejo tocón de árbol antes de sentarme en él, mirando a los hermanos -Parece que hemos conseguido la tarea más fácil,

-Es lo que parece, ¿no?- Fili se echó a reír, plantándose a mi lado mientras me ponía las botas húmedas de nuevo, no ayudaría estar descalzo si algo nos atacara y no me había gustado la vulnerabilidad de eso de todos modos. Las botas húmedas tendrían que servir.

-Estoy agradecido de que no estemos montando más hoy, mis piernas...- Kili miró sus muslos, sacudiendo la cabeza suavemente y mirando hacia arriba- Rígido como una tabla.

-Te acostumbrarás- me quité la capa y me paré, colgándola de la rama de un árbol para ventilar- Tal vez no soportes viajes de un día en ponis, pero te acostumbrarás al dolor de viajar- le dediqué una mirada, sonriendo. 

Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora