Porque eres mía III

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Epílogo

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El magnífico brillo de la luna entraba por la ventana de su habitación, proyectando profundas sombras distorsionadas sobre las paredes, el techo y la cama. Los dedos de Dwalin tejían una hermosa trenza con una profunda concentración, una sonrisa brillando en sus labios. 

-Así que esto- señaló la trenza que Dwalin estaba haciendo- ¿Es una trenza de cortejo?- preguntó inquisitivamente, con las cejas arqueadas.

-Sí, así es- murmuró el enano atento a su trabajo.

-Y me la haces, porque...- se quedó sin palabras cuando desliza una de sus cuentas en el extremo de la misma.

-Porque eres mía, amor- se inclinó hacia delante, con su aliento caliente recorriendo su cuello, lo que causó que se le pusiera la piel de gallina. Vicky se estremeció ante su contacto, y una sonrisa se dibuja en su rostro. No podría estar más contenta de que las cosas hayan cambiado y de que, finalmente, su sueño se haya hecho realidad.

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