Una más IV

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Después de que Bilbo rechazó el contrato para unirse a la empresa, me sentí un poco decepcionada y no estaba exactamente segura de por qué. Los enanos habían demostrado estar mucho más felices por la mañana, algunos se encontraron, como yo, un poco decepcionados de que Bilbo no hubiera venido. Los enanos casi habían cantado todas sus canciones a nuestra salida de La Comarca, era temprano, así que algún que otro hobbit salió a gritarnos por el escándalo, aunque no había molestado a nadie, me encontré dándole miradas de disculpa a los pobres hobbits.

-Apuesto a que se unirá a nosotros, ¿sabes?- Fili me miró desde su pony, yo, junto con Gandalf, estaba en un caballo.

-Eso espero...- murmuré, mirándolo antes de aclararme la garganta- Tenía todo el derecho a negarse- me defendí y él levantó una mano con una pequeña sonrisa.

-Nunca dije que tenía que venir, pero eh...- miró a su alrededor con una sonrisa diabólica con la que me estaba familiarizando- ¡Cinco piezas de oro apostando a que aparece!- anunció y algunos se quejaron mientras otros lo apostaban. Puse los ojos en blanco y le hice un gesto al enano rubio.

-Insufribles, todos lo sois- bromeé y sentí una mano golpeando el lomo de mi caballo, miré de nuevo a Bofur- Y tú también- añadí, encontrándome cada vez más cómoda discutiendo con ellos.

-Entonces, ¿qué eres de todos modos?- Bofur montó su pony junto a Fili, mirándome con una ceja levantada.

-¿Qué soy yo?

-Sabemos que eres un mercenario... pero ¿qué hizo que Gandalf te trajera?

-Viene para que le paguen. Nada más. Nada menos- Thorin escupió desde un momento frente a nosotros, entrecerré los ojos en la espalda del enano, un suave bufido salió de mis labios mientras lo miraba.

-Juro que voy a...- levanté la mano hacia él y Gandalf se burló.

-Cálmate Aleida, tendrás que acostumbrarte a la terquedad de Thorin-sacudió la cabeza y dejé escapar un largo suspiro, mirando de nuevo a Bofur.

-No sé Bofur...

-Es una arquera excepcional- Gandalf exclamó y lo miré, Kili se sentó erguido en su pony y me miró.

-Apuesto a que no es tan buena como el mago dice- él arqueó una ceja hacia mí y sonreí.

-¿Oh si?

-Oh si- él sonrió con suficiencia, haciendo un gesto hacia el arco que tenía con él, miré hacia atrás y lo sentí casi como un punto muerto- La próxima vez que nos detengamos Alei, me lo demostrarás- él desafió y me incliné un poco.

-Parece que veremos quién es el mejor arquero, Kili- respondí, los enanos que nos rodeaban se rieron del desafío.

-¡Esperad! ¡ESPERAD!- una voz familiar interrumpió la conversación y giré la cabeza, deteniendo las riendas del caballo, mis ojos se dirigieron al pequeño hobbit que corría descalzo por los árboles hacia nosotros, contrato en mano y bolsa en la espalda. Sonreí lentamente y empujé mi pierna contra Fili, él me sonrió antes de mostrarme cinco dedos, me reí suavemente -Lo firmé-  Bilbo respiró, recuperando el aliento mientras le entregaba el pergamino firmado a Balin.

-Todo parece estar en orden. Bienvenido, maestro Bolsón, a la compañía de Thorin Escudo de Roble- Balin dobló el contrato y se lo devolvió a Bilbo, sonriéndole.

-Dadle un pony.

La cara de Bilbo se puso blanca ante la orden y protestó. 

-No no no no. Eso... eso no será necesario. Gracias. Estoy seguro de que puedo seguir a pie. Sí, yo... he hecho una buena cantidad de pasos a pie, ¿sabes? Incluso llegué una vez hasta Frog Morton.

Monté mi caballo junto al pobre hobbit, mirando a Fili mientras agarrábamos suavemente los brazos de Bilbo y lo subíamos a un pony. 

-Estarás bien Bilbo, ¿de acuerdo?- murmuré con una sonrisa tranquilizadora y su rostro se puso rojo brillante mientras apretaba los muslos alrededor del pony y tomaba las riendas.

Una bolsa de oro pasó volando por mi cabeza hacia Fili y solté un bufido, sacudiendo la cabeza mientras más dinero se lanzaba en diferentes direcciones. 

-¿Sobre qué trata?- Bilbo preguntó y Gandalf miró hacia atrás de su caballo, moviéndose para montar junto a Bilbo.

-Oh, hicieron apuestas sobre si aparecerías o no. La mayoría apuesta a que tú no lo harías- Gandalf sonrió y miré a Fili una vez más mientras el enano contaba sus ganancias.

-¿Y qué pensaste?

Gandalf hizo una pausa, mirando a su alrededor antes de encogerse un poco de hombros. 

-Bueno...- comenzó antes de atrapar una bolsa de oro que había sido arrojada en su dirección, se rió- Mi querido amigo, nunca dudé de ti ni por un segundo.

Hubo un momento de silencio y sonó un estornudo, miré a Bilbo con una ceja levantada en su nariz ya roja. 

-¿Estás bien?

-Sí, gracias, es solo pelo de caballo, estoy teniendo una reacción- me sonrió antes de hurgar en sus bolsillos, también durante un buen rato antes de gritar- Uh... esperad, esperad. ¡Deteneos! ¡Deteneos! Tenemos que dar la vuelta.

-¿Por qué Bilbo, qué pasa?- tiré de las riendas de mi caballo y miré al hobbit, él me miró con seriedad.

-¡He olvidado mi pañuelo!

Hice una pausa, una risa aullante vino de la compañía cuando todos se dieron cuenta de su preocupación, me tapé la boca con la mano para reprimir una risa a expensas de él, aunque parecía lo suficientemente preocupado que al menos intenté ocultarlo. 

-Querido Bilbo...- negué con la cabeza, buscando algo para regalarle como pañuelo, pero Bofur se me adelantó. Le arrojó un trapo rasgado de su ropa, fruncí los labios ante su apariencia sudorosa antes de continuar.

-¿Sabes?, habría dicho mucho si me hubieras dado tú algo, Aleida...- Bilbo se calló y me reí, mirándolo- Probablemente hubiera sido más limpio y menos...

-¿Sudoroso?- dije antes de meter la mano en mi capa, arrancando parte de una bufanda vieja que había metido en uno de sus bolsillos- ¿Esto funcionara?- le pregunté, entregándole el material más suave, él sonrió y torpemente se estiró para tomarlo de mi mano.

-Gracias.

La noche llegó bastante rápido, habiendo viajado más lejos de lo que quizás había viajado en un día, estaba exhausto, aunque las discusiones y las bromas de los enanos que me rodeaban eran bastante edificantes. Cuando Thorin anunció que habíamos acampado, me deslicé agradecido de mi caballo, mis pies aterrizaron en la tierra blanda, nos habíamos detenido en la ladera de una pequeña montaña, los árboles nos cubrían en su mayoría desde los bosques de abajo. Estiré los brazos por encima de la cabeza antes de extender la mano para masajear mis muslos, que se sentían rígidos por el largo día a caballo.

Até el caballo a un árbol, agarré mis cosas y me dirigí al campamento improvisado donde los demás ya se habían puesto en marcha. 

-¿Alei?- la voz de Kili sonó y miré al enano sonriente cuando se acercó a mí- ¿Todavía estás preparada para ese desafío?

Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora