Una más X

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-Debe haber una cueva cerca- Thorin refunfuñó, girando sobre sus talones hacia los demás. Suspiré suavemente, la mano de Gandalf se movió a mi hombro desnudo de manera tranquilizadora.

-Él vendrá... sigue, recoge tus cosas- me dio un codazo y sonreí un poco, mis pies descalzos en la tierra mientras caminaba de regreso al claro, encontré mi ropa y me puse la túnica y el corsé alrededor de la cintura, atándome con fuerza y ​​tirando de mi armadura de una pieza a otra. pieza.

Cuando me vestí y agarré mis cosas de nuestro campamento, con mi arco tirado en la hierba en algún lugar, seguí a Thorin y otros mientras buscábamos la cueva de los trolls. Nos acercamos a una gran roca y un hedor nauseabundo golpeó mi nariz, hice una mueca y me tapé la boca con el brazo con disgusto.

-Oh, ¿qué es ese hedor?- Bofur gruñó a mi lado y Gandalf nos miró, con el ceño fruncido en su rostro.

-Es un tesoro de trolls. Tened cuidado con lo que tocáis.

A medida que la compañía se adentraba más en la cueva, me encontré casi en un estado de náuseas, Bofur en el mismo estado a mi lado. Mis ojos recorrieron todas las joyas y el oro y levanté la ceja, inclinándome hacia una pila de monedas. 

-Coleccionistas. Inmundicia- escupí, recogiendo una moneda antes de arrojarla de nuevo a la pila y ponerme de pie. Algunos de los enanos habían comenzado a enterrar parte del oro y yo sonreí un poco, divertida por sus payasadas.

-Estas espadas no fueron hechas por ningún troll- la voz de Thorin vino de mi lado y miré al objeto brillante en sus manos, noté un montón de ellos a su lado. Me incliné para mirar a través de la telaraña y las armas cubiertas de polvo hasta que mi mano aterrizó en la contrahuella de un arco, la agarré y la saqué de la pila. Era más grande que el mío, y con un poco de polvo, mucho más brillante. Sonreí, parecía que el día estaba mejorando.

-Ni los hizo ningún herrero entre los hombres- Gandalf miró entre Thorin y el arco en mis manos mientras lo limpiaba en mi capa, una pequeña sonrisa en mis labios todavía- Estos fueron forjados en Gondolin, por los Altos Elfos, de la Primera Edad- hizo una pausa y Thorin resopló, así que continuó- No podrías desear una espada más fina.

Miré a Gandalf, me señaló con un gesto.

-Sugiero que te quedes con eso, Aleida. Te irá bien- me dio una sonrisa amable y asentí, deslizando mi viejo arco de madera cortada con nitidez de mi trasero, lo coloqué en el suelo y le susurré un pequeño agradecimiento antes de deslizar la nueva arma en mi espalda, con una sensación de orgullo. ya, aunque era de fabricación élfica, no me importaba.

La compañía pronto abandonó la cueva y podría haber jurado que el soplo de aire fresco después de salir fue culminante. Respiré profundamente y di un paso adelante, mi cabello castaño atado desquiciado en la base de mi cuello en una cola de caballo, aunque las hebras flaquearon con la brisa fresca. Miré hacia arriba cuando Bofur se estrelló contra mí, Thorin reunió a la compañía detrás de él. 

-¡Algo se acerca!

Abrí los ojos como platos mientras los pájaros volaban hacia nosotros desde los árboles y un fuerte chillido perturbaba todo lo que nos rodeaba, tirando de mi arco del agarre detrás de mí, apunté al intruso. Un anciano en un trineo vino corriendo hacia mí y empujé a Bofur de su camino en el tiempo mientras el anciano se encontraba cara a cara con mi flecha apuntando entre sus ojos. Él jadeó y miré a su forma en advertencia, sintiendo los ojos de los enanos sobre mí.

-¡Aleida! ¡Guarda esa flecha!- Gandalf gritó y miré al mago gris en cuestión, él se apresuró a prólogo- Radagast. ¡Es Radagast el Pardo!- ante el nombre de la familiaridad, resoplé, bajando mi arco y flecha con vacilación.

-Lo siento- murmuré, Bofur agarrando mi brazo para tirarme hacia atrás. Deslicé el arco y jalé mi labio entre mis dientes mientras todos bajaban sus armas del anciano con túnica marrón, se había cagado en la cara y una mirada loca en sus ojos y todos teníamos curiosidad.

-¿Qué diablos estás haciendo aquí?- pregunta Gandalf y Radagast frunce el ceño, levantando un dedo cuando estaba a punto de hablar.

-Te estaba buscando, Gandalf. Algo esta mal. Algo está terriblemente mal.

-¿Si?

-Sólo dame un minuto. Um... ¡Oh! Tuve un pensamiento y ahora lo he perdido. ¡Estaba... estaba justo ahí, en la punta de mi lengua! Oh! ¡No es un pensamiento en absoluto! Es un insecto palo viejo y tonto- Radagast tartamudeaba, pero abrió lentamente la boca para revelar el error en su lengua, me encogí y Gandalf lo agarró para sacarlo de su boca y se lo entregó.

 Los magos pronto se marcharon para conversar, yo me senté en una de las rocas junto a la cueva, mirando a los ancianos con curiosidad. Bilbo se acercó a mí y se frotó la nuca con timidez- ¿Aleida?- preguntó y miré hacia arriba.

-¿Qué ocurre?- le pregunté y él pareció un poco desconcertado de que yo respondiera.

-Gracias, en el campamento de los trolls... me apoyaste- e dedicó una sonrisa incómoda y yo incliné la cabeza hacia él, levantándome y elevándome sobre el pobre hobbit.

-Por supuesto, fue una buena idea- le devolví la sonrisa antes de mirar al resto de la compañía- Si no fuera por ti Bilbo, por mucho que Thorin odie admitirlo, podríamos estar todos en el estómago de un troll ahora- me reí suavemente y sus mejillas se enrojecieron con el elogio.

-¡Bueno, tú también ayudaste!- me tranquilizó y fui a hablar, pero Thorin me interrumpió.

-Dejad de disfrutar de la gloria innecesaria. Vosotros dos...- escupió, en este punto, estaba agradecida por mi ventaja de altura sobre él.

-Si no fuera por Bilbo, estarías muerto Thorin. Se merece disfrutar de la gloria- le hablé con veneno y entrecerró los ojos, pude sentir la mirada atenta de la compañía a nuestro alrededor y nos acercamos el uno al otro.

-Bueno, entonces... -empezó Thorin, pero un aullido atravesó los árboles, haciendo que ambos hiciéramos una pausa y miráramos hacia arriba, Bilbo abrió mucho los ojos.

-¿Eso era un lobo? ¿Hay... hay lobos ahí fuera?- balbuceó y Bofur negó con la cabeza.

-¿Lobos? No, eso no es un lobo.

Abrí los ojos como platos cuando un huargo saltó desde los árboles hacia Thorin, quien lo cortó con una espada, gritó y cayó al suelo. Justo cuando otro se deslizó para correr hacia la compañía, grité. El viejo enano me miró con los ojos muy abiertos antes de agacharse cuando el explorador huargo saltó sobre él y yo saqué el arco de mi espalda, disparando una flecha directamente entre sus ojos mientras Kili disparaba al otro que podía arrinconarnos.

-¡Huargos! ¡Lo que significa que una manada de orcos no se queda atrás!- Thorin chilló y me sentí mal del estómago, había tenido un encuentro justo con los orcos, y ninguno de ellos había sido particularmente agradable.

-¿Manada de orcos?- Bilbo tartamudeó y miré al pequeño hobbit con humildad.

Gandalf señaló el prólogo de su personal a Thorin. 

-¿A quién le dijiste sobre tu búsqueda, más allá de tus parientes?

-¡A nadie!

-¿A quién le dijiste?- Gandalf repitió y Thorin extendió su espada, apuntándome.

-¡A nadie! ¡Quizás deberías preguntarle al mercenario!- escupió agresivamente y antes de que tuviera la oportunidad de maldecirlo, estaba gritando de nuevo- ¡¿Qué demonios está pasando ?!

Gandalf miró alrededor de la compañía un momento y lo miré de cerca, agarrando el arco élfico con fuerza. 

-Estamos siendo cazados. 

Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora