Elfos III

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Cuando el grupo llegó a Rohan y Gandalf el Blanco sacó el veneno de la mente de Theoden, era increíblemente tarde. Meyra y Legolas todavía no habían hablado del incidente del caballo. Francamente, parecía que Legolas la estaba evitando.

Meyra estaba caminando por los pasillos de Rohan, su mente nadando de arrepentimiento. Todo el mundo debía estar ya muy dormido cuando salió la luna y las estrellas colgaban en lo alto. Cada paso pesado que daba parecía aumentar con la velocidad mientras sus pensamientos de ira la inundaban.

Maldita sea, llevó sus bromas demasiado lejos, ¿no?

Ella realmente jodió las cosas entre ellos.

Fue su culpa.

Nunca debió haber escuchado cuando Gimli insistió en que Legolas sentía algo por ella.

De repente, sintió que su cuerpo se estrellaba contra la pared. El aliento se le estaba yendo de las manos. Pero antes de que pudiera reaccionar, la llevaron a la puerta más cercana y la presionaron contra la fría piedra una vez más.

-Con pasos pesados como ese, podía oírte desde al menos dos millas de distancia.

Un suave rastro en su mejilla animó Meyra a abrir sus ojos, sólo para encontrarse con unos azules brillantes. Su corazón palpitaba con adrenalina y el suspenso de su pecho fue presionado firmemente contra el de ella, bloqueándola contra la pared.

Ella gimió.

-¡¿En serio, elfo?! Pensé que estaba a punto de morir.

Los dedos callosos de Legolas la acariciaron una vez más.

-Sabes que nunca te haría eso, Nettë.

-¿Nette?- ella preguntó.

-Niña- aclaró.

Ella se rió.

-No soy una niña.

Legolas sonrió.

-Eres joven.... y pequeña.

Meyra puso los ojos en blanco antes de empujarlo y caminó más adentro de la habitación antes de caer sobre el escritorio, con las piernas colgando sobre el borde.

-Entonces, ¿qué nivel de importancia es tal que no puedes acercarte a mí como una persona normal?- presionó en un tono burlón.

Él se volvió hacia ella y habló con indecisión.

-Hoy.... cuando estábamos cabalgando hacia el Bosque Fargorn...

Suspiró porque sabía que esta conversación se avecinaba 

-Legolas...

Se acercó a ella y colocó su cuerpo entre sus piernas. Sorprendida por esta acción, las palabras que ella iba a decir dejaron su mente.

-¿Sí?- él animó, su voz llena de diversión porque sabía exactamente lo que le estaba haciendo.

-Yo...yo...- tartamudeó mirándolo.

Levantó las cejas, pero ella aún no podía hablar.

A medida que una nueva confianza crecía dentro de él, colocó sus manos en sus caderas y tiró de su forma contra la suya. Sin vacilar, golpeó sus labios contra los de ella. Meyra no vislumbró su expresión porque esta acción fue tan instantánea y urgente, especialmente con esa lengua suya. Así que ella hizo lo que había estado anhelando hacer desde el cercano comienzo de su viaje: dejarse ahogar en él. Meyra envolvió sus piernas fuertemente alrededor de su cintura y se aferró a él como si fuera la única cosa sólida en el mundo. Legolas dejó que sus brazos vagaran por su cuerpo, serpenteando por cada curva e inclinación, mientras que las manos de Meyra encontraron su camino hacia arriba de su pecho y hacia la esquina de su simple túnica.

El áspero beso se detuvo cuando ella tiró de la tela sobre su cabeza. Entonces él se paró frente a ella sin camisa. Ella no pudo evitarlo mientras sus ojos vagaban sobre sus tonificados bíceps y sus abdominales perfectamente tallados. Una buena cantidad de cicatrices llenaban su cuerpo, una de ellas sobresalía de ella en particular. Dejó que su mano trazara la rebanada roja y enojada de su lado que estaba destinada a estar en ella.

-Legolas...- ella susurró- yo... te amo.

Sus labios se separaron en shock y sorpresa. Por un momento no pudo hacer nada más que mirar fijamente. 

-Meyra- dijo otra vez.

Ella lo miró, con los ojos cerrados. 

-Te amo.

Él la besó con fuerza una vez más y ella le agradeció felizmente.

A la mañana siguiente, lo que quedaba de la hermandad y la mayoría de los soldados Rohan se reunieron en el comedor.

Meyra entró y se sentó al lado de Legolas, arrebatándole su taza de agua y llevándose el líquido frío a sus labios.

Aragorn habló casualmente. 

-¿Oíste que la sala principal de Theoden se dejó en completo desorden anoche? Sospechan que un espía de Sauron irrumpió en ella.

La joven se ahogó en el agua cuando la sentencia del rey sin corona llegó a sus oídos.

Aragorn continuó: 

-Meyra, por casualidad no sabrás nada de eso, ¿verdad?

Mientras tosía sacudió la cabeza 

-No....no, por supuesto que no- declaró.

Gimli miró las mejillas sonrosadas del elfo a su lado antes de que una fuerte risa resonara en su garganta. 

-¡Por fin! ¡Ustedes dos idiotas han estado bailando el uno alrededor del otro durante demasiado tiempo!

-¡Gimli!- Legolas gritó con exacerbación.

Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora