Morir II

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* Dwalin

Estabas en busca y captura por parte de los elfos, según el rey de Mirkwood, Thranduil los traicionaste cuando huiste y decidiste ayudar a los enanos cuando Smaug les arrebató su hogar. Miraste a tu padre mientras te negaba con la cabeza, pero aún así te saltaste sus órdenes y corriste a brindar toda la ayuda posible en aquellos pequeños hombres y mujeres. Thorin te estuvo agradecido durante el resto de su vida, él y todo el pueblo de los enanos, fuiste la única en ayudar y eso lo valoraron. Desde aquel momento tu padre corrió la voz de pagar una gran recompensa a quien te llevara de vuelta con él, pero nunca nadie te llevó. Thorin te pidió unirte a la compañía, cosa que no te negaste ni un segundo. Habíais entrado en el bosque negro, Dwalin agarraba fuertemente su hacha para protegerte de cualquier peligro e impedir que te llevaran con tu padre. Fue entonces cuando sucedió. Las arañas comenzaron a llegar, atacándolos a todos, mientras luchabas contra una de esas arañas, otra te llegó por detrás, Dwalin lo vio todo a cámara lenta. Te lanzó aquella horrible criatura contra un árbol y atravesó tu estómago con pata, clavándote en el suelo. Chillaste de dolor haciendo que todos los enanos se volvieran a ti. Los elfos llegaron salvando al resto de las arañas, Dwalin corrió hacia ti con lágrimas en los ojos.  Cerró tus ojos sin vida delicadamente mientras te abrazaba y gritaba de furia por haber perdido al gran amor de su vida.

  Cerró tus ojos sin vida delicadamente mientras te abrazaba y gritaba de furia por haber perdido al gran amor de su vida

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*Legolas

Eras su prometida, estabais a punto de casaros, pero el destino no lo quiso. Huiste del reino para ayudar a Gandalf y a los enanos, quienes no te habían aceptado al principio pero posteriormente te acogieron con los brazos abiertos. Te adoraban. Una vez que llegaron a Mirkwood tu miedo aumentó sabiendo a lo que te ibas a tener que enfrentar. Legolas. Al verte allí cubierta de tela de arañas se quedó impactado, nunca había dejado de amarte, y para él, tal y como estabas... seguías hermosa. Te encerraron por traición junto con la compañía, cosa que no te extrañó, lo que sí te resultó extraño fue que Legolas bajara a verte, ignorando todos y cada uno de los comentarios que recibía por parte de los enanos al verlo entrar en tu celda. Entraba y se sentaba a tu lado, los primeros minutos no decía nada, solo te miraba, analizándote. Después te hacía una pregunta: "¿Por qué?" tú no contestabas, así que él te abrazaba y después se iba. Bilbo llegó ayudando a la compañía hasta meterlos en barriles, esa acción sería tu cuenta atrás. Una vez en el río, saltaste del barril ayudando a Kili cuando viste como un orco le apuntaba con una flecha. Lo empujaste dejando que la flecha se introdujera en tu piernas, gritaste atrayendo la atención de la compañía y de un elfo en especial. Ordenaste a Kili saltar al barril y una vez hecho abriste las puertas dejándolos salir mientras te llamaban. Miraste a los ojos de tu mejor amigo mientras tres flechas se clavaban en su espalda, Fili gritó desesperado al verte. Legolas corrió hacia ti sujetándote antes de caer, las lágrimas caían por sus mejillas. Alzaste las manos para acariciarlo.

-Te pondrás bien- sollozó mientras le dabas una leve sonrisa.

-Tenía miedo de...- tragaste con dificultad- no ser... perfecta para t.ti- y dicho eso el elfo te besó. Al separarse vio tus ojos muertos, lloró aferrándose más a ti, su amada.

-Siempre serás perfecta para mí- murmuró besando tu gélida frente.

-Siempre serás perfecta para mí- murmuró besando tu gélida frente

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*Thranduil

Odiabas que tu esposo te tratase con una dama en apuros siempre, querías demostrarle lo fuerte y valiente que eras pero nunca te lo permitía, hasta entonces. Te ordenó quedarte en el reino mientras él iba hacia Erebor, para enfrentar al rey Thorin, pero tú, inquieta y rebelde, decidiste salir camuflada con el resto de arqueros, te pusiste la misma ardura y comenzaste a caminar. Intentabas estar lo más alejada de tu esposo por miedo a que te descubriera, sin que supieras que ya lo había hecho. Desde que vio aquel arquero más bajo que el resto supo que eras tú, además de que él mismo sabía cómo eras de nerviosa y traviesa. Al llegar la batalla procuró acercarse a ti para protegerte de todo, cosa que te cabreó, te quitaste el brillante casco lanzándolo al suelo, sacaste una de tus espadas y miraste a tu marido.

-No soy débil- dijiste entre dientes mientras te lanzabas a la batalla, aún así él estaba a tu lado.

Viste a tu hijo luchar contra Bolgo, recibió un golpe en la barbilla derribándolo. Tus pupilas se dilataron de terror al ver a tu hijo caer con semejante brutalidad. Corriste hacia él ignorando los gritos desesperados de Thranduil.

Justo cuando Bolgo levantó su maza sobre el cuerpo del elfo, te colocaste entre ambos recibiendo tú un golpe mortal en la cabeza. La sangre comenzó a salir por borbotones y una vez que caíste al suelo se empezó a formar un gran charco rojo.

-¡No!- lloró Legolas al ver a su madre muerta. Thranduil oyó el grito roto de su hijo. Mató con fluidez a los orcos que lo rodeaban y corrió hacia su hijo. Bolgo había desaparecido.

Legolas lloraba con rabia y al ver llegar a su padre se hundió aún más. Thranduil se inclinó sobre ti, poco le importaba mancharse de sangre. Te besó por última vez con las lágrimas acumulándose en sus ojos.

-Tenn'oio (Hasta siempre), mi amor.

-Tenn'oio (Hasta siempre), mi amor

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Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora