Siempre tú

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Nori estaba pinchando la pequeña fogata con un palo, tratando de mantener vivas las llamas, mientras Ori vertía estofado en otro cuenco. Sentí que parte de mi ansiedad se desinflaba, solo un poco. Eran noches tranquilas, como esta, esperaba con ansias. Aunque sabía que serían aún menos y más distantes a medida que nos acercáramos a la Montaña Solitaria.

Algunos de los enanos ya se habían acomodado para pasar la noche, acurrucados sobre viejos sacos de arpillera y roncando suavemente. Pude ver a Bofur acostado de espaldas, con el sombrero cubriendo sus ojos. Cerca de allí, Gandalf fumaba en pipa, luciendo como el mago reflexivo y arrugado que sabía que era. Como de costumbre, Thorin se sentó más lejos de los demás. Solo con los ojos volteados en dirección a la casa que había jurado recuperar.

Me había encariñado con todos ellos, disfrutando de cada una de sus personalidades únicas. Incluso Thorin, aunque le había tomado tiempo aceptarme como miembro de su compañía.

Sin embargo, había un enano hacia el que me había encontrado gravitando más que los demás. Un enano, que simplemente me magnetizó. Al pensar en él, mis ojos encontraron a Kili. Él y su hermano estaban a poca distancia del pequeño campamento, atendiendo a los ponis. Vi como sonreía a uno de los pequeños caballos y se lo rascaba detrás de las orejas. Había sido testigo de la destrucción que Kili podía causar con un arco y una flecha, o con el movimiento de una espada. Sin embargo, su espíritu era gentil, a menudo incluso un poco travieso. Cerraba los ojos por la noche y su sonrisa era a menudo lo primero en lo que pensaba. Esa sonrisa torcida que parecía iluminar todo su rostro, arrugando sus ojos en las esquinas. Fue una tontería. Fui tonta.

Enamorarse de alguien ahora solo daría lugar a problemas.

-Seguro que estás mirando algo terriblemente difícil.

Sentí el calor subir por mi cuello, apartando apresuradamente mis ojos del enano de cabello oscuro. Bilbo había aparecido a mi lado, silencioso como un ratón. Llevaba una pequeña sonrisa de complicidad.

-Parezco desesperada, ¿no?- murmuré, negando con la cabeza- Vine a esta búsqueda de aventuras, Bilbo. No a enamorarme perdidamente de un enano. Y un enano completamente ajeno a eso.

Bilbo chasqueó la lengua y me di cuenta de que llevaba dos cuencos de madera de estofado humeante. 

-Sí, pero solo puedes controlar lo que el corazón desea tanto, ¿no? Y sé que no soy un experto en... bueno, en el romance, o el amor, o algo de esa naturaleza... por supuesto que no lo soy...- se detuvo en un murmullo y una sonrisa se curvó en mis labios- ¿Pero no crees que no sería algo tan horrible? Dejarte amarlo. Y luego se lo dices.

Mi estómago se apretó desagradablemente ante la idea de confesarle a Kili cómo me sentía. Casi hubiera preferido enfrentarme a una manada de orcos y luego decirle la verdad. Incluso si hubo días en los que estaba tan segura de que él sentía lo mismo. Fue sus ojos cuando me miró, aunque tal vez fuera solo la imaginación hiperactiva de un soñador.

-Oh, no lo sé ... no estoy tan seguro de que Thorin apruebe el hecho de que me guste su sobrino- suspiré, permitiendo que mis ojos parpadearan hacia Kili una vez más- Además, no hay garantía de que Kili incluso me devuelva mis sentimientos.

-No te preocupes por Thorin- Bilbo se burló. Luego apretó la boca con fuerza y ​​lanzó una mirada por encima del hombro, como si esperara que el rey enano estuviera allí escuchando- Lo que quiero decir es, um, no debes dejar que eso te desanime.

Le sonreí apreciativamente, pero sus palabras no me habían convencido del todo. 

-Gracias, Bilbo.

Él asintió con la cabeza, poniéndose un poco más erguido como si estuviera complacido de haber podido ayudarme. 

-De hecho- me entregó los dos tazones- Estaba a punto de llevarles esto a Fili y Kili. ¿Por qué no vas tú en vez de yo? Será la excusa perfecta para hablar con él, y tal vez ... ya sabes, decírselo. O no. Lo que quieras .

Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora