Una más V

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Podía sentir los ojos de su hermano sobre mí e incliné la cabeza, agarrando mi arco y flechas de la silla del caballo. 

-Pensé que te habías olvidado de mí- bromeé y le di una palmada en la espalda suavemente.

-Está bien, aquí tenéis- Bofur estaba contra un árbol, su cuchillo en la mano mientras tallaba un ojo de buey improvisado en la corteza, arqueé una ceja y apreté mi arco en la mano.

-Eso es demasiado fácil Bofur...- comencé y él resopló pensativo antes de mirar a su alrededor, agarró una manzana y tiró a un Bombur que miraba asustado, se puso la manzana en la cabeza y dio un paso atrás- No muevas Bombur, Kili probablemente te disparará- me reí y Bombur abrió mucho los ojos, Kili pasó a mi lado y levantó su arco, una flecha en la punta de sus dedos.

-Sí, sí...- murmuró, tomándose un momento para concentrarse antes de disparar la manzana directamente en el centro y golpearla de la cabeza de Bombur. Que parecía que estaba a punto de desmayarse.

Kili se movió para agarrar la manzana del piso, la limpió en su túnica antes de sostenerla por la flecha y morderla, sonriéndome diabólicamente. 

-Siguiente- hizo un gesto hacia el objetivo en el árbol y sonreí, mirándolo comer la manzana, levanté mi arco, las plumas de la flecha de hierro jugando en la punta de mis dedos. Miré a Kili antes de tirar la flecha hacia atrás y disparar la manzana de su boca al suelo, se atragantó con la manzana y Bofur se echó a reír.

-Podrías haber... —protestó Kili y yo le sonreí.

-Pero no lo he hecho.

Para entonces el sol casi se había puesto en el cielo, los enanos se habían acomodado para dormir y la noche había caído sobre nosotros en un manto de absoluta oscuridad, desaparecieron las luces de los pueblos y ciudades que conocía, desaparecieron los hogares y caras amables, la tierra era cruel e implacable y había comenzado a asentarse. Extendí mi manta sobre la tierra cerca del fuego, aunque me senté con Fili y Kili, los ronquidos de los demás (específicamente Bombur) eran casi ensordecedores .

Hasta que un leve chillido vino de los bosques debajo de nosotros, miré hacia arriba, tragando saliva cuando Bilbo se acercó a nosotros, su expresión sombría. 

-¿Qué fue eso?

-Orcos- Kili y yo hablamos al unísono y nos miramos antes de aclararme la garganta y mirar a Bilbo.

-Estarás bien aquí Bilbo- le aseguré, confiado en nuestra compañía, Fili negó solemnemente con la cabeza.

-Habrá docenas de ellos ahí fuera. Las tierras bajas están plagadas de ellos.

-Atacan, de madrugada, cuando todo el mundo está dormido. Rápido y silencioso, sin gritos. Solo mucha sangre.

Bilbo abrió mucho los ojos y miré a los hermanos, resoplando suavemente. 

-Callaos vosotros dos- les advertí y se echaron a reír, Bilbo vino a sentarse en su manta junto a la mía- Está bien, solo son...

-Idiotas- Thorin terminó mi oración por mí, caminando hacia nosotros- ¿Creéis que es gracioso? ¿Creéis que una redada nocturna de orcos es una broma?

-No lo hicimos con mala intención...- se defendió Kili y Thorin se burló, dándonos la espalda a todos.

-No, no lo hiciste. No sabéis nada del mundo- se burló, alejándose. Me volví hacia los hermanos y fruncí el ceño, casi como para decirles que hicieron un gran trabajo. 

-No le hagas caso, muchacho. Thorin tiene más motivos que la mayoría para odiar a los orcos- Balin se acercó a nosotros, apoyado contra el costado de las rocas cerca del fuego, se aclaró la garganta y todo quedó en silencio por un momento hasta que volvió a hablar- Después de que el dragón tomó la Montaña Solitaria, el Rey Thror trató de reclamar el antiguo reino enano de Moria- hizo una pausa y me miró a los ojos- Pero nuestro enemigo había llegado primero.

Miré a los hermanos, que desde entonces habían cerrado la boca y, como yo, escuchaban hablar a Balin.

-Moria había sido tomada por legiones de orcos, liderados por el más vil de toda su raza, Azog el Profanador. El orco gigante de Gundabad había jurado acabar con la línea de Durin. Comenzó decapitando al rey -miró hacia el fuego, sacudiendo lentamente la cabeza -Thrain, el padre de Thorin, se volvió loco de dolor, desapareció, si fue hecho prisionero o asesinado, no lo sabíamos. No teníamos líderes. La derrota y la muerte estaban sobre nosotros. Fue entonces cuando lo vi. Un joven príncipe enano enfrentando al Orco Pálido.

Todos parecíamos mirar hacia donde estaba Thorin en el borde del acantilado con vista al bosque de abajo, miré de nuevo a Balin y me mordí el labio. 

-Se mantuvo solo frente a este terrible enemigo. Su armadura se rasgó, empuñando nada más que una rama de roble como escudo. Azog el Profanador se enteró ese día de que la línea de Durin no se rompería tan fácilmente... Nuestras fuerzas se reunieron y obligaron a los orcos a retroceder. Nuestro enemigo había sido derrotado, pero no hubo celebración, ni canto esa noche porque nuestros muertos eran demasiados. Pocos habíamos sobrevivido- Balin hizo una pausa, mirando a Thorin, se empujó de la roca, de pie con orgullo, lo miré, frunciendo el ceño- Y pensé para mis adentros entonces, hay uno a quien podría seguir, hay uno al que podría llamar rey.

Los enanos que me rodeaban se quedaron de pie, inclinando la cabeza con respecto al inquietante rey enano. Lo miré mientras caminaba de regreso, con la mirada fija en Balin. 

-¿Y el orco pálido? ¿Qué le pasó después de eso?- Le pregunté, más a Balin que a Thorin, aunque Thorin fue quien respondió.

-Se metió sigilosamente en el agujero de donde vino. Esa inmundicia murió a causa de sus heridas hace mucho tiempo.


Tierra Media: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora