20. Hay algo en mí (1° parte)

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Anne:

- No me puedo creer que os largárais sin esperarnos. Sois unos capullos ---parloteó Eva en cuanto pisé nuestra casa.

Pasé sin hacerle caso, mostrándole aquella indiferencia que, sabía, le molestaba. Tal y como esperaba, ella me siguió pegada a mis pies.

- ¡Eo!¿Quieres hacerme caso? ¿Por qué os habéis ido sin esperarnos? Eso no mola nada. Os hemos estado esperando un buen rato y, al ver que no veníais nos hemos marchado en autobús. Ya os vale.

Seguí pasando de ella como de la mierda. Se lo tenía muy bien merecido. Fui a mi habitación a buscar ropa más cómoda, unas bragas y un sujetador para después encerrarme en el baño, a ver si así se cansaba de darme la lata. Pero no. Al salir de la ducha, totalmente renovada y lista para ponerme a repasar unos apuntes antes de cenar, me la encontré apoyada contra la pared. Si es que a veces era peor que un grano en el culo.

- No pases de mí, sabes que odio que lo hagas. Vamos, Anne, háblame. Porfi, ¿qué ha pasado? Desde nuestros asientos no hemos podido ver sí ha habido acercamiento. Un grupo de chavales estaban en nuestro campo de visión.

Así que era eso. Interesante. Por unos instantes estuve tentada en no contarle nada al respecto, por haberme tendido una emboscada. Pero, por el otro lado, ella era mi mejor amiga y siempre nos habíamos contado ese tipo de cosas. Vamos, que yo me liara en un cine en una sesión de una película infantil con el chico por el que suspiraba desde niña era algo que debía contarle. Sabía cuáles serían las consecuencias de antemano, las miles de preguntas que soltaría. Solo esperaba que no le diera por chismorrear después.

- Pues, la verdad, ha pasado una cosita.

Los ojos azules de ella se abrieron como platos.

- ¿Qué? ¿Qué ha pasado?

Me hice la interesante. Dejé la ropa sucia en la lavadora, y, después al sofá. En todo momento sentía sus pasos silenciosos a mí espalda. A la porra mi intento de estudio.

- ¡Anne! ---casi gritó. Se sentó junto a mí y me miró muerta de curiosidad. Sonreír con malicia. Me encantaba hacerla sufrir por este tipo de cosas. La susodicha me tiro un cojín a la cara en cuanto supo que solo lo estaba haciendo para molestarla---¡No seas mala! Cuenta, cuenta. Venga, desembucha ya.¿Qué ha pasado entre vosotros?¿Ha habido acercamiento? Dime que aunque sea te ha cogido de la mano o algo así.

Eva estaba que se tiraba de los pelos por saber. Lo que no se esperaba era que lo que pensaba que había ocurrido se quedaba corto, que habían pasado muchas más cosas de las que ella imaginaba.

- Bueno...

Pero no me dejó continuar. Aquella morena se puso a dar saltos en el sofá como una niña pequeña mientras soltaba un pequeño chillido infantil que amenazaba con romperme los tímpanos.

- ¡Lo ha hecho!

Tiré de ella para que se volviera a comportar como una persona civilizada. Estaba segura de que Nia, nuestra vecina de enfrente, la había escuchado. Genial, simplemente genial.

- ¿Quieres comportarte como una persona normal por una vez en tu vida? Mira, como no te sientes ahora mismo no te cuento nada y te morirás sin saberlo ---la amenacé.

Pues bien, surtió efecto. Se quedó sentadita a mi lado con los ojos ávidos de saber. Se cruzó de piernas y lanzó lo que yo denominaba la mirada. Todo en su ser destilaba curiosidad y sabía que pronto estallaría en preguntas si no le empezaba a contar lo ocurrido el sábado.

- Desembucha.

Solté un pequeño suspiro, y, antes de hablar, respiré profundamente rezando para que su interrogatorio no fuera muy exhaustivo.

Perfecta Sincronía || Gèrard y AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora