12. La tormenta (parte 1)

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Gèrard:

Un gran silencio reinó en la sala. A mí lado, Amaia le echó un gran repaso y tras soltar un par de tacos, salió de allí como alma que lleva el diablo. Se encerró en mi dormitorio, en donde su hija dormía plácidamente, y no volvimos a saber de ella en un buen rato. Eric la siguió segundos más tarde.

- ¿Mamá?

Las palabras de aquella desconocida me hicieron volver a la realidad de golpe. Me sentía dentro de una botella cuyas paredes de cristal distorsionaban los sonidos. Tuve que parpadear un par de veces antes de poder volver a enfocar bien. Apreté con más fuerza a mamá, queriendo demostrarle mi apoyo incondicional. Se había quedado pálida y miraba a la mujer con los ojos abiertos de par en par y llenos de lágrimas sin derramar.

- Así es ---la encaró Mamen. Se estaba haciendo la fuerte, la conocía lo suficiente como para saberlo muy bien---. Ella es mi hija.

El rostro de aquella horrible mujer no mostró ningún cambio. Tenía ganas de partirle la cara allí mismo. ¿Cómo se le ocurría volver así como así y, encima, no mostrar sentimiento alguno? ¿Acaso le importaba bien poco enterarse que su hija biológica, aquella que abandonó hacía 30 años, vivía con la mujer de su difunto ex marido?

- Qué bien.

Dios, aquella mujer era más falsa que las nalgas de Kim Kardashian.

- ¿Qué haces aquí, Olivia? Según tenía entendido, estabas viviendo felizmente casada con tu marido y tus hijos.

La voz de mamá denotaba todo el odio que sentía por aquella mujer. Se mostraba fría y distante, algo inusual en ella. Estaba incómoda y en tensión, alerta a sus movimientos.

- Ellos están bien. A William le han dado un aumento, Greg está sacando muy buenas notas en su último año de instituto y a Alexa le va bien en la universidad.

- Me alegro.

Sabía por cómo mamá estaba apretando la mandíbula el daño que le estaban haciendo las palabras de Olivia y las ganas que tenía de saltar a su yugular. Que no se hubiese hecho cargo de su hija y que no la buscara nunca era una herida que seguía abierta en su pecho.

- ¿Puedo pasar?

Mamá se cruzó de brazos.

- Lo siento, pero no. Si no te importa, estábamos teniendo una muy buena cena hasta que has llegado. Será mejor que te vayas.

Olivia apretó mucho los labios y los puños. Hizo un gesto con estos primeros que me recordó a Amaia. Mierda, se parecían demasiado para negar su parentesco.

- ¿Y si te dijera que quiero recuperar a mi hija?

Por un momento, Mamen pareció realmente afectada por sus palabras. Se quedó blanca como el papel y la sentí temblar bajo mi abrazo.

- Mientes.

- ¿Cómo una mujer que abandona a su hija a su suerte y que lleva treinta años viviendo sin remordimiento va a querer recuperarla ahora? ---escupí yo con todo el odio del mundo. En serio, aquella mujer era repugnante y en parte me alegraba que Amaia se hubiese criado alejada de ella.

Olivia me miró de arriba a abajo dándose cuenta de mi presencia de repente. Si bien su repaso me puso los pelos de punta, intenté hacerme el valiente y mantenerme entero.

- ¿No te ha dicho tu madre que es de mala educación entrometerse en conversaciones ajenas? Espero que no le hayas dado esa educación a mi hija. Porque deja mucho que desear.

Di un paso al frente.

- ¡Cállate! No sabes nada de ella. Es la mejor madre que podría tener, mucho mejor que tú.

Olivia y Mamen empezaron una guerra de miradas y esta quizá no habría llegado a su fin si Amaia no hubiese entrado como un torbellino en la estancia. Tenía la cara enrojecida y los ojos hinchados de llorar. Eric estaba a su lado, sosteniéndole la mano con fuerza. El mensaje silencioso que le daba era claro: "Estaré siempre que me necesites".

- Quiero que te vayas ---habló con la voz enronquecida mi hermana.

Pero Olivia no parecía estar dispuesta a irse así de fácil.

- No. He venido a hablar y...

- Y una mierda. Te vas. ¡Ya!

En dos zancadas llegó hasta la puerta y se la cerró en las narices. Después, reinó el silencio, un silencio tenso e incómodo en el que nadie sabía qué decir o hacer para romperlo, un silencio que fue roto únicamente cuando Amaia se desmoronó y rompió en llanto de nuevo.

- Tranquila, amor. Todo se solucionará tarde o temprano ---intentó tranquilizarla Eric mientras la abrazaba con fuerza contra su cuerpo.

- ¡No me digas nunca que me tranquilice cuando estoy histérica! Sabes que eso me pone peor aún ---objetó ella dándole un golpe en el pecho con rabia. Se separó de él y lo miró de manera gélida, heladora.

- Cariño, no sabía que aparecería. Yo... ---Mamen estaba destrozada. Ver a la que fue pareja de su difunto esposo había sido duro para ellos---. Lo siento, siento todo esto.

Ambas, madre e hija, se dieron un abrazo reconfortante la menor se aferró a la mayor con fuerza y juntas lloraron en silencio. La llegada de aquella mujer tan asquerosa nos había alterado s todos. ¿Cómo coño se le ocurría aparecer así como así y cuando en el pasado había hecho algo tan horrible como abandonar a su hija? ¿Por qué había decidido volver ahora y no antes? Joder, tenía ganas de darle un puñetazo. Era el ser más grotesco que había conocido en mi vida.

Ver a mi hermana mayor destrozada me rompió el corazón. Lo daría todo por ella, por las dos. Eran mi todo, mi mundo entero. Verlas sufrir así me estaba matando.

Eric y yo nos unimos a ellas y dejamos que llorarán hasta que se tranquilizaran. Cuando por fin se separaron, las dos tenían la cara enrojecida y los ojos hinchados de tanto llorar. El maquillaje de mamá se había corrido y parecía un mapache enrabiado.

- Se solucionará. No creo que esa mujer vuelva de nuevo ---intenté tranquilizarla.

Amaia hipó.

-¿Tú crees?

- Estoy seguro de ello. Le has dejado bien claro que no quieres verla ni en pintura.

- Esa es mi chica ---añadió Eric acariciándole un tirabuzón---. Le has dado la patada como toda una campeona. Estoy muy orgulloso de ti, amor. Te quiero tanto.

Le dio un pequeño beso en la frente y un abrazo. Cuando se separaron, Amaia tenía una pequeña sonrisa pintada en los labios. Mamen, en cambio aún seguía frunciendo el ceño. Le pasé la mano por la frente y, tras darle un beso cariñoso en la mejilla, bromeé con ella:

- Como sigas así te van a salir más arrugas de las que tienes.

Ella me dio una pequeña palmada en la mejilla. En sus ojos la tristeza se fue evaporando siendo sustit.uida por el cariño y el amor.

- No seas maleducado. Estoy en mi mejor momento. Soy más guapa que nunca. ---Me guiñó un ojo con descaro.

- La más guapa ---estuve yo de acuerdo---; y la más carismática, que no se te olvide. Y con el hijo más atractivo.

- Y más modesto. ---Mi hermana puso los ojos en blanco y yo ya no pude evitar soltar una gran carcajada. Me alegraba que aquel pequeño bache no fuera lo suficientemente grande como para derribarnos. No obstante, en mi interior todavía reinaban un millar de preguntas y dudas respecto a aquella mujer desagradable.

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Hola

He decidido partir este capítulo en dos partes pues sucede en espacios y tiempos diferentes y no quería que estuviese mezclado.

Gracias por leer❤️

Perfecta Sincronía || Gèrard y AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora