2. Gèrard

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*Gèrard*

Quién me diría que en mi primer día de universidad iba a encontrarme con Anne, aquella niña rubia (con el tiempo su pelo se había ido oscureciendo, también lo había cortado) que siempre llevaba trenzas o dos moños a los lados en los ensayos. Estaba muy guapa y los años la habían mejorado. Ya no había rastro de rasgos infantiles en su rostro. Sus pómulos perfilados, esos labios color cereza, su nariz recta, su piel pálida ligeramente ruborizada y aquellos ojazos verde esmeralda que tenía.

Me hizo gracia que se quedara tan callada y me diera aquel repaso con descaro. No había cambiado nada.

- Vaya, qué sorpresa --- articuló cuando pudo salir de aquel estado de asombro en el que se había sumido.

Sonreí.

Sí que era una sorpresa, pero de las buenas.

- Estás... --- Le di un repaso con la mirada. Llevaba un pantalón estilo mon color beige y una blusa granate de manga larga, acompañado de sus características converse grises . Su pelo estaba revuelto y le daba un rollo interesante a su look.
Una pequeña huella de maquillaje cubría su rostro. --- ...bien.

Ella se destensó. Parecía que se relajaba.

- Hacía años que no te veía --- comentó como quien no quiere la cosa --- , desde que empezaste el instituto si mal no recuerdo.

Tenía razón. Cuando papá falleció, mamá quedó destrozada y decidió que estaría bien cambiar de aires. Así que, en cuanto acabé la escuela primaria, mamá decidió que los tres nos mudáramos a Nueva York. Yo tenía once años y, si bien al principio me pareció una putada dejar a mis amigos y compañeros de estudio, con el tiempo me di cuenta de que aquello había sido para bien. En la gran ciudad había hecho grandes amigos, como lo era Flavio, mi mejor amigo. Es cierto que nuestra amistad no había empezado con buen pie, puesto que él se creía el rey del instituto, pero con el tiempo y tras una pelea, logramos congeniar.

Llevaba sin verla casi diez años. Habían pasado muchas cosas durante ese tiempo; como, por ejemplo, mi paso por un talent show o aquella vez que quedé campeón en un concurso de canciones y tuve que cantar delante del mismísimo presidente de los Estados Unidos. Gracias a Mamen , me había animado a hacer castings y audiciones y, si bien en la gran mayoría me habían rechazado, no me rendiría tan fácilmente. Sabía desde el comienzo que el mundillo de la industria musical era muy difícil.

- No tuve opción, mi madre estaba decidida a empezar una nueva vida y en Barcelona sólo había recuerdos --- dos lágrimas salvajes brotaron de mis ojos.

Anne parecía conmovida, sus ojos se tornaron grises. Ella también se veía afectada.

- Sigo bailando, nunca rompí nuestra promesa y aún tengo la carta que me escribiste, el anillo de caramelo me lo comí a los dos minutos, tenía hambre --- esbozó una pequeña sonrisa y yo sólo pude imitar su gesto.

Así que la pequeña Anne seguía bailando. Era interesante saberlo. Me pregunté si seguiría siendo tan buena como antes. Aún recuerdo cuando Vicky nos puso de pareja de baile desde que ella tenía siete años. Creció bastante el verano previo a aquella temporada y su gran técnica nos llevó a ganar uno de los concursos más prestigiosos del país.

En cuanto a la promesa, días antes de irme, le escribí una carta donde le declaraba mi amor y le pedí matrimonio con un anillo de caramelo que compré en el quiosco de doña Manuela. Le pedí que no dejase de bailar y que no se preocupase porque volvería a ella.

Iba a preguntarle más acerca de su vida, pero un estudiante pasó a toda prisa y tiró mis papeles al suelo. Mascullé una maldición y los recogí. De repente, aquella burbuja en la que nos encontrábamos explotó y nos vimos de vuelta en la realidad. Ella pareció darse cuenta de que estaba más perdido que un pulpo en un garaje.

Perfecta Sincronía || Gèrard y AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora