Gamer

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Crepa Crowley Fell se levantó aquel día con una sonrisa gigante en el rostro

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Crepa Crowley Fell se levantó aquel día con una sonrisa gigante en el rostro. Mientras se bañaba, vestía y bajaba al comedor a desayunar con sus padres, no dejó de sonreír ni un segundo, dándole un resplandor especial a su bonito rostro.

-Hijita, hoy pareces más linda que nunca- elogió Aziraphale mientras le servía unas tostadas recién hechas y le alcanzaba el plato con manteca.- ¿Pasó algo bueno?

-Sí, papá. Hoy tengo algo importante que hacer, así que ni bien termine de comer voy a salir. ¿Mi cabello luce bien?

-Precioso como siempre. Pero, ¿qué es lo que tienes que hacer?

-Hoy sale a la venta el nuevo juego de Boiling Isles- contestó con el entusiasmo brotando por todos sus poros.- Es la secuela del original y he esperado por más de dos años este momento. ¡No puedo esperar ni un minuto más!

-¿Boiling... qué?

-¡Boiling Isles, ángel!- terció Crowley con cara de incredulidad.- El juego de aventuras más grandioso del mundo. ¿Cómo es que no lo conoces?

-Lo que yo me pregunto es como lo conoces tan bien...

-Hija, quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti- afirmó Crowley mirando con total seriedad a Crepa.- Los años que pasé enseñándote a jugar a los videos no fueron en vano. ¡Ya eres toda una pro!

-Papi Crowley, ¡no digas eso! Me falta mucho para ser tan buena como tú...

-¡Y lo serás sin duda alguna, princesa! Yo mismo te llevaré al centro a retirar tu copia de Boiling Isles. Y por cierto, ¿se lo prestarás a tu papi favorito, verdad?

-Primero deberían enseñarme de qué trata ese juego- interrumpió Aziraphale con ironía, lo que provocó que los tres terminaran riendo. Mientras daba cuenta de su desayuno Crepa se embarcó en una explicación larga sobre el juego original y el por qué de su secuela, cautivando a sus dos padres por igual por el solo hecho de estar tan entusiasmada. Tanto Aziraphale como Crowley creían que cualquier cosa que hiciera feliz a Crepa era buena, así que la escucharon absortos hasta que no quedó ni una tostada en la mesa.

-Y básicamente es eso, papi Zira. En el primer juego debías reunir a un grupo de rebeldes para luchar contra el Aquelarre del Emperador; y en esta secuela debes crear a un personaje propio y recorrer las Islas Hirvientes en busca de la magia sellada de la Princesa Búho, quien desapareció al final del primer juego. ¡Será emocionante! El mapa es mucho más extenso esta vez porque cruza las fronteras de las Islas, y la nueva villana promete ser increíble.

-Ahh... bueno, hijita, reconozco que suena muy apasionante, pero me temo que yo no paso del Tetris y el Pac-Man- reconoció Zira con una risita nerviosa.- Aún así te deseo mucha suerte y que te diviertas con Crowley. Cuando vuelvan seguro van a querer probarlo, ¿verdad?

-¡Y cómo! Compraré snacks para pasar la mejor tarde de juegos con mi nena- afirmó Crowley levantándose y dándole un beso a su esposo.- Ángel, el desayuno estaba delicioso como siempre. Princesa, voy a ir por las llaves de Bentley y nos vamos. ¿Estás lista?

-Me lavaré los dientes primero y luego bajo- contestó la joven saliendo a toda prisa de la cocina. No quería correr ningún riesgo de que algo se interpusiera entre su amado Boiling Isles 2 y ella.

(...)

-Tiene... tiene que ser una broma...

-Me temo que no, Crepa, lo siento mucho- se disculpó Olivia, la encargada de la tienda de videojuegos.- Hablé ayer con mi proveedor y me dijo que sufrieron un retraso en la aduana; nada que no pueda resolverse, solo unos formularios extras que llenar, pero en concreto el cargamento estará demorado unos días más.

-¿Cuántos... cuántos días?- balbuceó Crepa con el corazón en la mano, lamentando con amargura aquel traspié.

-Hasta dentro de nueve días.- Olivia parecía sinceramente avergonzada por aquello, tanto por Crepa como por los otros dos clientes que ya había tenido que despachar antes que ella.- Nunca me había pasado algo así, de verdad. Mi proveedor es de mucha confianza, sabe hacer bien su trabajo, pero...

-Hijita, ¡no te pongas mal!- intervino Crowley abrazándola con pena. Aunque el asunto no era realmente grave, Crepa llevaba mucho tiempo esperando ese momento y para ella sí era algo importante. El juego se había anunciado en febrero y ya estaban a primero de octubre, y durante todo ese tiempo la niña había ahorrado con ilusión para comprarlo. Crowley intentó alegrarla como fuera, sabiendo que para sus jóvenes quince años hasta la desilusión más pequeña podía tornarse enorme.- Podrías aprovechar estos nueve días para volver a jugar Boiling Isles 1, así se te refresca la memoria.

-Yo... no lo sé. Estoy muy desilusionada para ser sincera, papá. No sé si puedo concentrarme en otra cosa.

-¡Oh, claro que puedes! Sé que es feo tener que esperar pero ya verás como estos nueve días pasan volando. Y ahora que lo pienso... ¿no te gustaría enseñar a tu papá favorito a jugar?

-¡Pero si fuiste tú quien me enseñó a mí, papi!

-No yo, princesa. A tu papá Aziraphale. Estoy seguro que a él le encantaría aprender a jugar, para estar más cerca de ti y compartir un vínculo especial contigo- dijo Crowley mirándola cariñosamente.- ¿Qué dices? ¿Iniciamos una partida nueva entre los tres hoy a la tarde? Así cuando llegue Boiling Isles 2, los tres podremos disfrutarla.

-De hecho... ¡me gusta esa idea!- exclamó Crepa sonriendo de nuevo, lo que alivió mucho a Crowley.- Será una buena actividad de verano para los tres. Jejeje, ¡a papi Zira seguro le encanta la parte de coleccionar pociones especiales y atuendos nuevos para la protagonista! Y me muero por enseñarle el truco que hace que King crezca de tamaño para realizar un ataque especial... ¡vamos, volvamos pronto a casa...!

-Dame un segundo, tesoro. Ya que estamos aquí, ¿te importa si papá pide información sobre la salida de la PS5?

-Cuesta 600 libras, señor- informó Olivia con una sonrisa profesional. Crowley tragó saliva.

-Ehh... ahora que lo pienso, para qué apurarse, ¿verdad? Tenemos una Nintendo Switch, nos alcanza y sobra...

Crepa no quiso reírse hasta llegar al auto para no avergonzar a su padre, pero ya en el camino de vuelta dejó salir varias carcajadas. Le encantaba ver que un adulto podía sentir el mismo amor y devoción por los juegos que ella; la hacía sentir cómoda y contenta con sus gustos, y sin que se diera cuenta la amargura por el retraso de su juego dejó de dolerle.

"Con un padre gamer nueve días pasarán rápido" pensó risueña la joven, recordando que también tenía a mano muchos otros juegos. Definitivamente no tenía por qué sentirse triste.

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