Diseñadora de moda

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-Estoy perdida

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-Estoy perdida... ¡perdida, madame Tracy!- se lamentó Crepa con su casera.- Miss Device me dijo que podría participar de su desfile si le llevaba mi colección antes del viernes, ¡y no tengo ni un vestido hecho! ¿Qué voy a hacer?

-A ver, querida, cálmate... tú siempre tienes ideas muy buenas, y has hecho ropa maravillosa antes, hasta este traje que llevo puesto ahora. ¿Por qué piensas que ahora no se te ocurre nada?

-Miss Anathema Device es la empresaria de la moda más importante del Reino Unido, madame Tracy. ¿Qué pasaría si a ella no le gustan mis diseños? Quedaría devastada... ¡yo... simplemente no puedo pensar en eso sin temblar!

-Ya veo... te dio un bloqueo artístico por miedo. Pero, tesoro, si no lo intentas nunca vas a saberlo, ¡y dios sabe lo que has esperado por esta oportunidad! No puedes solo dejar que el miedo arruine tu gran chance de volverte una diseñadora famosa.

-¿Usted de verdad cree que tengo chances?

Madame Tracy, la dueña del edificio donde se alojaba, la miró con ternura. ¡Crepa era en verdad una niña tan inocente! Había llegado de su pueblo natal Tadfield para estudiar corte y confección, y convertirse en diseñadora. Ella y su esposo Shadwell la habían visto trabajar día y noche en su cuarto, cosiendo, bordando, tomando medidas sobre un gastado maniquí y comprando con su sueldo de librera materiales tales como telas, botones, cierres y un sinfín de cosas. Y la ropa que hacía era original y preciosa; faldas, vestidos, camisas, abrigos, todo en tonos pasteles y con delicados adornos hechos a mano. Crepa vendía en línea algunas cosas, lo suficiente como para mantenerse a flote. Pero era la primera vez que tenía una verdadera oportunidad de saltar a la fama.

-Crepa, levanta esa carita y escucha, querida. Por supuesto que tienes chances. ¿Acaso no fue la misma Anathema Device la que vio tus vestidos de verano y quedó impactada por lo femeninos y a la moda que eran?

-Sí... sí, es verdad...

-Y hasta te citó a una entrevista, y sin que tú le sugirieras nada ella decidió que participaras de su desfile con la condición que le presentaras algo nuevo. ¡Y yo sé que puedes hacerlo!

-Claro que puede- gruñó Shadwell desde un rincón. El sargento retirado había estado escondiéndose detrás de un periódico, pero sin perder ni una palabra de lo que su mujer y la joven inquilina decían.- Es una muchacha trabajadora y con empuje. No se rendirá tan fácil.

-Sargento Shadwell... ¡gracias por sus palabras, señor!- exclamó Crepa secándose las lágrimas y golpeándose con suavidad ambas mejillas.- Ambos tienes razón, yo puedo. ¡Yo puedo! Aún me quedan tres días, y he hecho trabajos aún más complicados en menos tiempo. Bien... solo debo enfocarme...

-Tienes parte de la colección hecha, querida, así que no tendrás que hacer todo de cero. Solo respira hondo, sube a tu cuarto y analiza qué es lo que no te gusta y quieres cambiar. Si quieres te doy una mano.

-¿En serio? ¡Oh, muchas, muchas gracias, madame Tracy! ¡Usted y el sargento son dos soles!

-Bah- murmuró Shadwell volviendo a su periódico, pero con una leve sonrisa de satisfacción en el rostro. Madame Tracy dejó su quehacer y subió con la joven a revisar las prendas que ya tenía, y entre las dos lograron decidir los cambios necesarios. Solo una blusa debía ser descartada (demasiado trabajo de bordado que no combinaba con el resto de la colección), pero lo demás podía salvarse y hasta agregar algunos accesorios más.

-Necesitaré algo de tul, rosas, y unos metros más de seda- enumeró Crepa con los ojos brillantes.- ¡Tengo dinero suficiente para comprarlos, así que no habrá problemas!

-Yo misma iré a recoger tus materiales, tesoro. Tú concéntrate en rehacer estas mangas y el ruedo de este vestido. ¿Quieres que te traiga algo más de la calle?

-Dios la bendiga, madame Tracy, pero no, no necesito más nada. Ahora que me siento enfocada, solo quiero terminar esto para sentirme orgullosa de mi trabajo. 

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