Preocupaciones.

2.8K 278 5
                                    

—¿Cómo te sientes?

—Es horrible: me duele la garganta, se siente seca e irritada, siento un vacío en el estómago, los músculos se me tensan y tengo un sabor extraño en la boca. No importa que haya cazado hoy por la mañana, la sangre de Charlie me llama y es... aterrador.

—¿Qué hay de mí? Decían que mi sangre...

—Si, huele exquisito. —admitió con vergüenza. —Pero ni siquiera me interesa. —la expresión de Bella la hizo buscar un ejemplo que le ayudara a comprender su situación. —Es como... ¿recuerdas el pastel de durazno que mamá solía preparar? Lucía delicioso, mas no te gustaba. —Bella asintió, entendiendo. —Quisiera que con Charlie fuera igual de fácil. Aunque sé que jamás le haría daño, mi conciencia no me lo permitiría.

—Hablando de conciencia... ¿qué tal cazar? Duraste años sin...

Adara soltó un pequeño sollozo, de haber sido posible ya estaría llorando de la vergüenza y de la pena que la atormentaban.

—Ocho años, Bells, ocho años de veganismo tirados a la basura.

Bella abrazó a Adara protectoramente. Acariciando con cariño su espalda. Antes solía acariciarle el cabello, pero desde... su partida, Adara odiaba que le tocaran el cabello, solo le traía recuerdos que prefería mantener en lo más recóndito de su memoria.

Ni siquiera se dio cuenta del momento en el que se quedó dormida, estaba tan agotada; las últimas dos semanas habían sido un martirio para Bella, apenas y logró dormir en la ausencia de su hermana.

Adara pasó la noche observando por su ventana, pensando alguna forma de saber más sobre su nueva vida. Le aterraba la idea de aprender sobre la marcha, sin algún mentor, alguna guía.

Era consciente de la suerte que tenía de poder controlar su sed estando tan cerca de Charlie, sin embargo, no quería arriesgarse más. Su teoría de resistencia se basaba en el cariño que le tenía, ¿qué pasaría con los humanos que no significaban nada para ella? La idea de matar a alguien simplemente porque no era importante para ella le asustó. No quería ser mala, no quería dañar a nadie, mucho menos cometer un asesinato.

La casa de los Cullen, aunque ya era una idea descartada, volvió a pasar por su mente: ¿y si Sam y ella habían dejado pasar un detalle útil?

Los libros de Jasper.

Se mordió el labio sintiéndose inusualmente furiosa y triste al mismo tiempo. Para su pesar la idea de que los libros de Jasper contuvieran algún secreto o detalle útil sonaba muy lógico.

Tal vez debía volver y leerlos. No esperaba encontrar una enciclopedia vampírica, sabía que aquello sería tener mucha suerte, tanta que rallaría lo absurdo. En cambio, podía encontrar pequeñas anécdotas de cómo el vampiro veía la vida.

Cuando faltaba poco menos de una hora para la hora de despertar de Charlie, Bella se despertó. Adara supuso que una pesadilla había sido la responsable de que se levantara tan alerta. La humana salió de la habitación corriendo sobre las puntas de sus pies. Adara escuchó a su hermana caminar por toda su habitación, buscando algo.

Unos minutos después volvió a la habitación de Adara, lanzándole unos lentes de sol.

—Dime que estas jugando. —Bella se quedó quieta, expectante. —¿Es en serio, Isabella?, ¿tú plan es que lleve lentes de sol para siempre?

—Claro que no. Será temporal. —Adara suspiró, ocultando la cara entre sus manos. —Iré a comprarte lentes de contacto de tu color natural y cuando tus ojos pasen del rojo al ámbar los dejarás.

Hematoide.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora