Hematoide.

A prueba.

El viaje al aeropuerto fue más rápido de lo que esperaban. Abordaron el primer avión sin ningún inconveniente.

—Es más rápido ir volando que corriendo. —les aseguró.

Ambas asintieron. Bella tamborileaba con las manos sobre sus piernas. No era necesario que Adara usara su don para notar que estaba nerviosa y aterrada. Le sujetó una mano de forma cuidadosa y se concentró en absorber la pena que carcomía a su hermana sin dejar ver las sombras.

Después de unos minutos Bella lucía más tranquila. Adara apoyó los codos sobre sus rodillas reposando el rostro en sus palmas, cerró los ojos y aspiró con fuerza tratando de concentrarse en su propio aroma. La garganta le ardió al percibir otros aromas.

Apretó sus manos contra su nariz con más fuerza. Se concentró en imaginar el bosque, tratando de recordar el olor de la tierra húmeda, como la brisa atraía el aroma de la grava y las hojas de los árboles.

—Lo lamento, no pensé en lo difícil que podría ser para ti.

La vista de Bella y Alice se posaron sobre Adara, quien negaba constantemente.

—Estoy bien. —susurró tratando de no dejar escapar el aire que retenía.

La mitad del viaje la pasaron en tensión. Adara se había sentado hecha un ovillo tratando de ignorar la quemazón de la garganta y las expectantes miradas confundidas. Alice se mantenía concentrada, atenta a alguna visión que relacionara a Adara y alguna clase de desliz mientras seguía hurgando en el futuro de Edward. Bella, al ver a las vampiras sumamente concentradas decidió mantenerse en silencio.

La otra parte del viaje, Alice y Bella entablaron una conversación sobre las posibilidades de éxito y fracaso, como pintaba el futuro de Edward y un poco de historia vampírica. Adara, aunque deseaba saber más sobre los Vulturis, ignoró la conversación, en especial la parte donde Alice explicaba cómo se alimentaban.

A pesar de que Alice se encargará de evitar palabras obvias como "cazar" y "sangre", la simple insinuación ya provocaba una quemazón aún más insoportable para Adara. Siguió concentrándose en los aromas que podía encontrar en el bosque mientras tarareaba canciones, ignorando el latir de los corazones y el calor que los cuerpos humanos emanaban.

Cuando el avión aterrizó y les permitieron bajar, Adara se esforzó por no correr lejos del aeropuerto.

A pesar de que aún seguía rodeada de humanos, el hecho de estar en un espacio más grande donde había ventanas y puertas abiertas le ayudó a disminuir el dolor y la sed.

Alice y Bella, que habían tardado un poco más en bajar, tuvieron que apresurarse para llegar al siguiente vuelo.

Al subir al transbordo, Alice y Adara intercambiaron lugares, la primera se sentó en la orilla del lado del pasillo para que la neófita estuviera del lado de la ventana. No había mucha diferencia, pero le hacía sentir tranquila estar un poco más lejos de los humanos.

Igual que en el primer vuelo Alice se mantuvo concentrada en sus visiones y Adara en no respirar. Cuando la noche se hizo presente Bella se quedó dormida.

—¿Alice? —Adara apretó los labios temerosa de haber interrumpido algo importante, la mencionada se giró a verla con una sonrisa tranquilizante. —Cuando estábamos en casa mencionaste algo de una guardia...

—La guardia de los Vulturis, sí.

—¿Qué cosa es?, ¿y qué relación tiene conmigo? —se atrevió a preguntar por fin.

—Es... pues vaya una guardia. Es pertenecer a su clan. —explicó. —Y la relación que guarda contigo es que, como le expliqué a Bella, todos, bueno, la mayoría, tienen un don. No me sorprendería que, como dije antes, intenten reclutarte.