Aura hizo una mueca de disgusto al ver a la joven mujer parada con un niño en brazos.
"Su excelencia, es un honor verla." Escuchó a la mujer decir mientras, hacía una reverencia.
Tomó una pequeña respiración, infundiéndose ánimos, lista para hacer cualquier cosa.
La albina entrecerró ambos ojos, y luego le dio una disimulada señal a los empleados para que se retiraran, exceptuando a los dos caballeros que la custodiaban por su seguridad.
"Por supuesto, Condesa Marshall."
La misma se mantuvo en silencio hasta que escuchó a la duquesa hablar.
"Seré franca...mi señor el Duque, dejó un heredero..."
Ese...eso la había dejado un poco descolocada...no conocía aquel dato...incluso los que pertenecían aun leales al ex difunto duque, no se habían dignado a decirle nada.
"Y yo soy la madre de este niño...el hijo del Duque."
Suspiró, un suspiro algo largo y que denotaba molestia. Sin embargo, eso no lo dejaría notar, así que sin ningún problema, sonrió.
"Ya veo...así que viene a reclamar..." Murmuró mientras posaba su mirada en Sir Law y Blackquill. "Cabelleros, la Condesa Marshall y el heredero del ducado quieren ver las mazmorras....seamos amables y darles un pequeño tour." No habían peros, ambos con rapidez y sin dudar se posaron al lado de la mujer, todo ante la mirada atónita de la misma, como si no creyera lo que estaba sucediendo.
"La codicia a veces, es la muerte, ¿verdad, mi Señora?
"Por supuesto." Comentó mientras caminaba hacía uno de los sillones. Sir Blackquill asintió. "Que parezca un accidente, total, ella es otra desdichada condesa viuda."
Añadió mientras veía como aquella mujer era sacada a rastras de aquella mansión.
"Eras condesa...debías contentarte con eso."