Era otro día de descanso luego del trabajo, más bien era su rutina.
El joven solo suspiró al encender la luz de la sala de su departamento, un lugar pequeño pero acogedor.
La pequeña bombilla iluminaba todo el lugar, haciendo notar lo solitaria que se veía aquella sala.
No, era perfecta. Su escritorio, su computadora sobre la misma, y a un par de metros la mesa que a penas tenía tres sillas.
Un suspiro se escapó de los labios del joven mientras dejaba aquel bolso en una de las sillas de madera color marrón.
"Es hora del descanso." Murmuró mientras encendía su computadora.