Su cuerpo temblaba, tuvo que contener la respiración en el momento en que aquel hombre de cabellos dorados como el sol, entró a la gran sala, todos estaban expectantes, excepto ella. Solo era agobiante estar en aquel lugar, y debía mantener el semblante en aquella reunión en donde el rey estaba presente.
Tuvo un pequeño sobresalto al sentir una mano sobre su hombro, ahogó un pequeño jadeo y se obligó a tomar una pequeña respiración.
"Aura, no te preocupes." Murmuró su prima. La misma solo asintió, manteniéndose en silencio.