Clavó sus uñas en la palma de su mano al observarlo con aquella mujer. Con aquella criada. Por supuesto, jamás había tenido el prejuicio de nobles con nobles y plebeyos con plebeyos.
Amor era amor, como su padre le había enseñado.
Pero no podía sentir nada en este momento, absolutamente nada. Solo un profundo odio por aquel que era su esposo.
"Ah...mi querida Aura, verás...esto..."
Se obligó a mostrar una pequeña sonrisa.
"Mi señor, estoy consciente de que usted esta viviendo su ultima oportunidad como soltero. Disfrute, por favor."
El duque no tuvo otra opción más que sonreír cuando la vio dar una reverencia.
"Eso sí, mi señor. Quiero que ella prepare mi baño, mañana es nuestra boda."
"Por supuesto, mi señora. Ella lo hará."
"No puedes amenazarme en mi propia casa, y en mi territorio. Soy Amalia Von Scheneider, no tengo por que temerte." Contesto con todo el enojo que brotaba de ella, provocando que el agua empezara a congelarse.
Para la suerte de la criada, la joven albina se relajó aunque el agua no volvería a tener aquella calidez.
"Ahora vete, que los perros necesitan comida."