No, sus ojos no podían acostumbrarse.
Nunca lo pasaría.
La espesa niebla solo provocaba que se sintiera sofocada.
Tampoco podía ver por la misma, es como si tuviera una venda en sus ojos.
Pero era un sueño recurrente, pero que lo sentía hasta en sus huesos.
Aura solo se sentía atrapada en aquel espeso bosque y la niebla solo dificultaba todo.
Arwin despertó de un solo golpe, cayendo sentado en el suelo. Sudoroso, y tambaleante se levantó con cuidado. Solo agradecía que su encantadora esposa tuviera el sueño pesado...bueno, no engañaba a nadie, su esposa despertaba primero siempre.
Tomó una larga respiración mientras se acercaba hacía el marco de la ventana. Tras unos cortos momentos decidió correr hacía un lado, aquellas cortinas de terciopelo purpura.
Era de madrugada aún...pero ese sueño...era tan real como la niebla que inundaba el patio de su hogar.
¿Acaso esa niebla traía un mal futuro para su hija?