Un ruido se había escuchado a en el hermoso jardín de los Primrose.
Aura, la hija mayor del dueño de la mansión había escupido sangre. La misma niña no caía en lo que estaba pasando, realmente solo intentaba aguantar el ardor que le producía aquello.
Aquel ruido había sido el grito desgarrador de su madre al verle sangrar de esa forma, mientras que tanto cubría su boca ante la mirada curiosa de su hermana menor.
En cuanto a la situación, lo siguiente que sucedió fue todo un caos. Los sirvientes temerosos de que algo sucediese fueron los primeros en escapar, los más veteranos, que conocían al maestro de aquella mansión, solamente reunían a la servidumbre que recientemente había entrado.
"Fue ella." Susurró la Jefa de criadas.
"Yo también lo creo, le dio algo a la joven señorita y justa coincidencia que luego vomite sangre."
La sala se llenó de cuchicheos mientras que la madre de las niñas intentaba no perder la poca cordura que le quedaba mientras intentaba reunir el valor para hablarle a su esposo.
Pero no era necesario, la sala se llenó de un silencio sepulcral cuando Arwin abrió las dos puerta de aquel lugar azotandolas.
Dos horas después, dos de las jóvenes criadas que habían sido recomendadas por aquel Conde, fueron ejecutadas de la misma manera que quisieron hacerlo con la joven heredera Primrose.
Y por su suerte, Arwin era un buen conocedor de venenos con sus antídotos, por lo que la pequeña niña aun estaba entre ellos.
Y lo seguirá estando incluso si eso le costase su vida.