Para leer esta historia tienes que haber leído kanojo, okarishimasu
Mi nombre es Daiki Sato, soy un chico que solo por tener un buen peinado me hace guapo, esta es la historia de cómo conocí a Sakurasawa Sumi una chica algo rara y que esconde algo q...
–Chizuru... apartate–al decir eso Chizuru se detuvo a milímetros de tocar mis labios. –Yo...–decia sin apartarse es como si ella estuviese dudando si besarme o no en ese instante sentí la empatía...que creí carecer... empatía por Kazuya...
Toda mi vida gente a mi alrededor ha muerto o me han abandonado o yo he abandonado y nunca sentí pena ni dolor ni remordimiento alguno por perder a esa persona, incluso cuando se trata de amor...
–Chizuru no te lo diré otra vez...–nos levantamos con cuidado vi como ella estaba sonrojada, pero no me importó ya que en ese instante pensé ¿Acaso no le gusta Kazuya? Podría decir que me siento decepcionado ya que pensé que Chizuru estaba enamorada de Kazuya pensé que ella empezaba a gustarle ese chico por como es y todo lo que a hecho por el bien de ella, y aún al primer indicio de un romance entre ella y yo... ella casi no dudó en besarme.
–Lo siento...–ella bajo su mirada.
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Aún así ella desde mi perspectiva puede que haya estado a punto de comete un error, no podía verla triste es algo de ley para mí el no querer ver a Chizuru o Rita-san y sus hijas o mis amigos tristes no quiero verlos así nunca...
–Ja.. esta bien descuida–dije acariciando su cabeza. –¡Ya no me despeinés!–exclamo apartando mi mano. –Oye saldré un momento creo que necesitó aíre, mientras tanto tu prepara la película–poniendome de pie fui en dirección a la puerta y sin decir nada más salí.
Aún me sentía algo incómodo, con una lata de cerveza en la mano apoyé mis codos en la baranda que daba a la calle, en la cual lo único que invadía era la oscuridad de la noche y solo una pequeña luz alumbraba la zona.
De pronto escuché unos pasos que iban en dirección a las escaleras, para estos pasos cambiar al sonido metálico de las escaleras y finalmente dejar divisar una cabellera castaña claro y poder ver el rostro de aquella persona el cual representaba la virginidad en su máximo esplendor.
–Ah hola...– –¿Que hay virgencito?–salude con mis dedos. –Nunca cambias eh..–
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–¿Pero tengo razon?– –Pero tienes razón jeje–ambos reímos para así estrechar la mano. –Te ves cansado...–dije bebiendo de la lata. –Bueno he tenido un día cansador con mi abuela– –Ya veo...¿Entonces? ¿Como van?–pregunte sin pensar lo que me esperaba. –¿Como va que?–
