Recuerdos de Verano

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Recomendación Musical: "La Playa" - La Oreja de Van Gogh.

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Te sirves ponche por cuarta vez, ya tu vaso se acostumbró a ser llenado y vaciado con rapidez. No quieres estar aquí, solo acompañas a tus amigos por solidaridad. Este no es tu ambiente.

La playa se extiende en el horizonte, pero una parte de ella está alumbrada con una fogata y luces flotantes que adornan la velada. Es una fiesta de fraternidad, los chicos decidieron celebrar el inicio del verano con una gran fiesta en la costa, solo para huir de la abarrotada y helada ciudad. A ti te incluyeron en el lote, pero no estabas lista para asistir a una fiesta, tu cabeza seguía en aquel rompimiento que tuviste con el que creías que era el indicado. En este momento no querías sonreír.

Bebes un gran sorbo de tu ponche y se sientas en la arena alejada de la pista improvisada y los cuerpos danzantes. Miras hacia la orilla y detallas en la oscuridad como las olas revientan y se alejan, creando un remolino de espuma blanca que desaparece a tu vista, tal como los sentimientos que en algún momento tuviste. Todos ellos se esfuman tal como las olas del mar.

Sonríes con amargura ante la analogía, tal vez por lo borracha que debes estar. No eres de tomar mucho, el alcohol claramente puede afectarte más rápido que a los demás experimentados; pero a ti no te importa, hoy solo eres tú con tu pena y tu desdicha. Solo quieres olvidar y dejar que tu mente viaje lejos, muy lejos de aquí. Necesitas hacerlo.

De un tirón tomas lo que te queda en el vaso y arrugas la nariz ante el efecto de la bebida. Resoplas con fastidio, debes levantarte de nuevo para volver a cargar tu vaso. Suspiras y lanzas una última mirada al mar antes de impulsarte para levantarte, pero cuando lo haces notas que detrás de ti está alguien de pie, vigilando tus pasos. Posas tu mirada con la de él, dándote cuenta que sus grandes ojos te reflejan en la noche.

Él asoma una sonrisa tratando de mostrarse simpático, tú frunces el ceño ante el desconcierto. Él te sigue mirando, tú ya has avanzado dos pasos. Él señala hacia abajo, tú desvías tus ojos hacia la dirección en la que apunta, dejándote confundida al no ver nada a tus pies.

-¿Te ayudo con eso? – vuelve a señalar sin perder la sonrisa.

Tú le respondes con la misma acción, ya delatando tu embriaguez al tropezarte con tu propio pie.

-Cuidado. – te sostiene de ambos brazos, atrayéndote a él – ¿Todo bien?

Tu cara está a centímetros de él, sus manos te sujetan con la fuerza necesaria para no dejarte caer y sus ojos se abren con sorpresa, esta vez detallando con rapidez tus facciones.

-¿Debería? – respondes ya arrastrando las palabras. Te sientes abrumada, pero no lo suficiente como para dejarte engañar. Te deshaces de su agarre, a duras penas retrocedes y llevas un mechón rebelde detrás de tu oreja, pero sin apartar tu mirada sobre él.

-Yo digo que sí. No deberías desperdiciar esta noche. – se encoge de hombros y se revuelve el cabello. Con las luces de los faroles puedes vislumbrar que es de un rubio muy particular, el cual baña una melena desordenada por el viento y el salitre, lo que le da un aspecto de surfista relajado y muy veraniego.

Te sonrojas, ha vuelto a sonreír. Gruñes por lo bajo, es otro chico guapo que viene a coquetear.

- Si quieres puedo llenar tu vaso. – extiende la mano y te lo quita sin dejarte protestar – Vuelvo enseguida.

Tras guiñarte un ojo se aleja de tu periferia, tan rápido como llegó. Tus palabras quedan atoradas en tu garganta, tragas saliva para borrar la resequedad y no sabes qué hacer para escapar de aquel chico misterioso.

Queen's Book (One-Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora