Habían pasado siglos de aquella tarde, pero aún Roderich la recordaba como si hubiese sido ese mismo día. La mezcla de emociones que sintió y todo lo que vendría después de eso cambió por completo su vida, generó en él sentimientos que desconocía por completo.
El día en el que le dijeron que se casaría con otro país, lo mucho que lloró, no quería perder su libertad. Solo quería estar solo. Pero justo esa tarde lo conoció, sus ojos se encontraron y sintió que el tiempo se paralizaba por completo cuando miraba aquellos orbes esmeraldas del hombre que se encontraba frente a él. Había sido un completo amor a primera vista con el español, tanto que aceptó tener encuentros con él y conocerlo mejor antes de casarse.
Aquellas citas eran increíbles, el español siempre lo sorprendía y hacía sus tardes más entretenidas. Y durante su matrimonio descubrieron juntos qué era el amor. Ambos fueron el primer amor del otro y simplemente querían estar así para siempre. Despertar todas las mañanas a su lado era lo mejor del mundo, además su deliciosa comida era lo mejor que había probado y cuando se juntaban a hacer música con el piano y la guitarra... Aquello era simplemente maravilloso. Pero toda historia de amor tiene su trágico final y aquel llegó cuando Francia se entrometió y los forzó a divorciarse.
Aquello fue muy duro para ambos y aunque prometieron que no afectaría a su relación, acabaron dejándolo por no poder verse apenas. Como las hojas en otoño, todo empezó a caer en aquella relación hasta que no quedó nada, o al menos así lo sintieron ambos.Desde eso habían pasado muchos siglos, pero el austríaco aún se acordaba cuando llegaba aquel día cada año. Y ahí estaba haciendo la mayor locura de su vida, subido en un avión de camino a España, más en concreto a Granada, que era la ciudad donde el español pasaba el tiempo siempre, no es que le gustara demasiado su capital y él lo sabía de sobra. Una vez aterrizó, sacó su teléfono y le envió un mensaje.
-Estoy en Granada. -Escribió, impaciente por recibir una respuesta, la cual no tardó en aparecer.
-¿Y qué haces que no vienes a casa?Cuando leyó aquel mensaje se recorrió media ciudad aún más nervioso. No le respondió, solo se puso de camino. Cuando llegó, llamó al timbre y pensaba que su corazón se iba a salir en ese mismo momento. El español parecía estar ya en la puerta porque abrió al momento y no tardó en envolverlo en un gran abrazo.
-¿Qué haces aquí? -El español esbozó una gran sonrisa y lo invitó a pasar.
-Quería pasar unos días aquí. Ya sabes. Pasé siglos en este país. -Entró y se quedó en la puerta esperando saber dónde dejar las cosas.
-Tienes razón. Hm... Puedes dejar todo en tu habitación. Sigue igual que siempre.No esperaba que hubiese conservado su habitación tal cual estaba y más después de tantos siglos. Cuando entró, increíblemente se sintió como en casa. Dejó sus cosas y se sentó por un segundo en la cama. Los muebles eran nuevos porque el español cuidaba la habitación pero se notaba que seguía teniendo su estilo, además quedaba ropa vieja suya en el armario. Después de estar ahí unos minutos, bajó con el español y este parecía estar buscando su abrigo.
-Nos vamos a dar un paseo. Echo de menos... Ya sabes. Esos días que paseábamos por la ciudad juntos.
-Está bien. -Tomó su abrigo y ambos salieron. No esperaba que hiciese tanto frío en aquel país, había olvidado que en otoño, por muy cálido que pareciese siempre hacía frío.
Era increíble pasear por esas fechas, ver las hojas caer y tomar un chocolate caliente juntos, acompañado de unos churros que aunque nunca lo reconocería, eran de sus comidas preferidas solo porque era de la casa de Antonio.-Hacía tiempo que no salía con nadie simplemente a pasear. Me trae recuerdos de hace siglos. -Sonrió el español, acercándole un churro para que mordiese un poco. El austríaco dudó pero lo hizo.
-Te esforzaste mucho en conquistarme. -Tenía que reconocerlo, el español fue realmente bueno logrando que se enamorase de alguien por primera vez.
-Valía la pena. Lo haría otra vez. -El de cabellos castaños acarició la mejilla del que tenía el cabello más oscuro. -Bueno, realmente no sé si lo estoy haciendo.
-Me gusta que seas tan sincero. -Una leve sonrisa esbozó el de ojos amatistas, que se acercó un poco más al español, quedando ambos más pegados. Después apoyó su cabeza sobre el hombro de este.
-Contigo es imposible no serlo. -Acarició el cabello del músico, dándose cuenta de que su anillo se le quedó enganchado en Mariazell. -Perdón...
-Espera. -Tomó la mano del español y observó aquel anillo. No había duda de que era su anillo de compromiso.
-Nunca me lo he quitado.
-Yo tampoco. -Le mostró el anillo. -Cuando me casaron con Hungría solo me dejé el suyo puesto un día.Cuando el español escuchó aquellas palabras, con su mano sostuvo la barbilla del austríaco y la levantó obligándolo a mirarle. Ambos mantuvieron sus miradas fijas en el otro durante unos dos minutos, hasta que finalmente el español se atrevió a besarlo. El austríaco correspondió sin pensarlo.
-¿Empezamos de cero? -El español pegó su frente con la del austríaco, caían sintiendo sus respiraciones juntas.
-Claro que sí. Por eso vine aquí. -Y sonrió como llevaba siglos sin sonreír. Aquella amplia sonrisa solo se la sacaba aquel país.Y finalmente aquel otoño para ellos se convirtió en una primavera, sus sentimientos nunca habían desaparecido, solo descansaron hasta el momento que pudieron volver.
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Un fic cortito y soft que hacía falta, amo este ship aunque sea mi segundo con ambos personajes, además de lo canon que tuvo históricamente. Bueno, ya estoy al día con los fics, espero no atrasarme de nuevo :___
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Fictober 2020 [Hetalia]
RomanceOneShots diarios con una temática cada día con distintos ships de Hetalia. No sigo una lista en concreto, mezclé varias para que quedasen las temáticas como más cómoda me sentía para escribir. Algunos ships se van a repetir varias veces porque tampo...