Día 26. Caballero [LietPol]

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Aquel día fue un completo drama para la representación del país de Polonia. Jamás le volvería a dirigir la palabra a su jefe, le había hecho lo peor. O sea, cómo lo iba a casar con un desconocido y tan de repente, eso era inconcebible.

Sin embargo no podía perder su dignidad haciendo un berrinche delante de todos, ya estaba empezando a ser un adulto y tenía que empezar a mostrar madurez. Así que ahí estaba, vestido todo lo elegante posible, sentado en su trono, esperando a que llegase su prometido. Al parecer era un país vecino llamado Lituania, ni idea de quién era. Este apareció justo en aquel momento y lo primero que hizo el polaco fue analizarlo, y en aquel momento sintió algo que jamás había sentido en toda su vida. Aquel chico parecía el caballero de un cuento de hadas, el príncipe azul en busca de su princesa. "¿Soy una princesa?" Pensó el polaco. En aquella época ser así de femenino no estaba muy bien visto. "A la mierda, soy la princesa más preciosa de todas" Se dijo a sí mismo mirando a aquel chico. Quedó tan deslumbrado con la belleza de aquel chico que no pensó con claridad y le preguntó lo primero que le vino a su mente, y era que le mostrase sus genitales. Este entró en pánico y el polaco tuvo que reír y decir que bromeaba.

Ahora ambos convivían juntos. Estaban casados. Eran marido y marido. Jamás pensó que un matrimonio por interés podía hacerle tan feliz. Sin embargo sabía que el otro estaba ahí por interés y tenía que fingir que no sentía nada por él.

-Su majestad, Polonia. -El lituano se arrodilló ante él. -¿Dónde quiere que coloque mis cosas? -Nadie jamás lo había tratado así de bien. El chico sonrió maliciosamente y señaló un armario vacío.
-Ahí. Y puedes llamarme Po. Eres mi marido, Liet.
-De acuerdo.
Aquella noche el lituano decidió dormir en un pequeño sofá que había en el dormitorio. No quería incomodar a su marido y dormir en su cama. Él dijo que estaba bien pero no se atrevía.

Los días con su príncipe azul eran maravillosos. Hacía todas las tareas por él y él solo descansaba y contemplaba su precioso rostro. El momento del día donde más guapo se veía era al atardecer. Desearía saber pintar para retratarlo en aquel momento. Aunque a pesar de disfrutar de los días con él tenía miedo. Temía estar explotándolo demasiado y que quisiera dejarlo, así que planeó tener una cita con él y descansar ambos ese día. Este no dudó en aceptar.

Primero el polaco ordenó que les llevasen el desayuno a la cama, y aquello se vio demasiado romántico. Le pidió al lituano que le diese él la comida, como si fuese un niño pequeño. Pero luego repitió lo mismo con él, lo cual sorprendió al de cabello castaño.

Después los dos salieron a pasear por el campo e hicieron un picnic. El día anterior el polaco había mandado a sus sirvientes a hacer la comida para aquel día, él no sabía hacer nada por sí mismo. Solo había hecho unos sándwiches él solo.

-¿Por qué te molestas en hacer todo esto? -Preguntó en lituano, tomando un trozo de sándwich, el polaco le había dicho que él había hecho eso y quería probarlo.
-¿Por qué no? -Sonrió, comiendo un poco también.
-Seguro que tiene que ser horrible para ti estar casado con un desconocido y vas y haces todo esto por mí...
-Es que no lo es. Me aburría mucho antes de que llegaras a mi vida, Liet.
-Supongo que es bueno tener quien hace el trabajo por ti. Aunque me gusta hacerlo.
-¡No es eso! Tsk... Hoy he salido contigo porque no quiero que te satures. Quiero que tengamos recuerdos bonitos como matrimonio.
-¿Por qué te preocupas tanto por mí?
-¿Por qué no lo haría?
-Por favor, Po. Para. -El de cabello castaño estaba algo nervioso. Incluso parecía asustado.
-¿Qué te pasa, Liet? Perdón si he sido demasiado pesado y te he incomodado. -El polaco hinchó sus mofletes, conteniendo las lágrimas. Sabía que era un tonto estando así de enamorado.
-No, no has dicho nada malo. -Mostró una amplia sonrisa y desinfló sus mofletes, acariciando después sus mejillas. -Es solo que... Tengo miedo.
-¿Por qué tienes miedo? No es que te vaya a matar o algo.
-No es eso. Es que somos países. Y jamás pensé que... Que podría enamorarme de otro país. Tengo miedo de enamorarme más y que llegue el momento de separarnos porque todo esto son solo alianzas de nuestros jefes.
-¿Que estás... Enamorado de mí?
-Es ridículo, lo sé. Pero no lo puedo evitar. Me gustas mucho. Fue a primera vista. Sentí que el mundo se detenía cuando te vi.
-Yo también estoy enamorado de ti. -Mostró una amplia sonrisa y abrazó a su marido.
-¿Por qué lo estarías? Soy una persona muy simple. No tengo nada interesante.
-¿Qué dices? Aunque parezca que no me encanta escuchar cosas sobre tu casa. Y espero ir algún día allí. La ilusión con la que cuentas todo es increíble. Y gracias por dejarte ganar en todos los juegos por mí, sé que soy muy mal perdedor. -Rió y se quedó mirando a su marido por unos segundos. Después ambos empezaron a acercarse un poco más al otro, hasta que sus labios se rozaron y se besaron. El caballero por fin besó a la princesa y así era como se suponía que acababan los cuentos. Pero a ellos les esperaban muchos siglos juntos de aventuras increíbles. También de dolor, sobre todo cuando se separaron. Pero sabían que todo mejoraría y volverían a estar juntos, confiaban en eso.

Fictober 2020 [Hetalia] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora