Día 28. Futuro [PruAus]

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Habían luchado muchísimo por un futuro mejor. Aún ambos recordaban todas las guerras que habían tenido que pasar, tanto juntos en equipo como uno contra el otro. Se habían dañado el uno al otro, habían llorado juntos, se habían salvado la vida... Habían vivido demasiados dramas juntos. El austríaco aún recuerda cuando el prusiano le salvó la vida cuando podía haber desaparecido como país para ser una parte de Alemania. El prusiano siempre tenía presente cuando el austríaco lo esperó casi medio siglo cuando Rusia lo llevó a su casa por la fuerza. Habían sido momentos realmente duros, pero aquel futuro que deseaban, en el que tendrían un tiempo de descanso y una vida tranquila había llegado. No todo era perfecto pero ya no era tan duro como todo lo que habían visto hasta ahora. Y lo importante era que estaban juntos. Y no estaban solos, la micronación de Austria, Kugelmugel, era como un hijo para ambos. Además era curioso que tenía rasgos de los dos, a ambos les encantaba.

Un domingo del mes de diciembre de un año cualquiera del siglo XXI, el prusiano despertó, encontrándose abrazado al austríaco. Este sonrió e hizo algo más de fuerza en aquel abrazo, dejando un pequeño beso sobre su mejilla. Su pareja se veía tan tranquilo durmiendo que no quería despertarlo todavía.
El de cabellos claros acarició el cabello de su pareja. Este, con la luz que empezaba a entrar por la ventana, despertó y se volteó para mirar a su pareja. Al ver que este estaba despierto sonrió y dejó un pequeño beso sobre sus labios, abrazándolo de nuevo.

-Buenos días, señorito. -Dijo el prusiano, acariciando aún aquel cabello castaño.
-Buenos días, idiota. -Sonrió, aferrándose aún más a él.
-Deberíamos levantarnos ya... Hoy íbamos a llevar a Albrecht al parque. -Le recordó el prusiano, besando su frente antes de separarse de él e incorporarse. El austríaco ante aquellas acciones se quejó y se incorporó también, dejando un beso sobre la mejilla de su pareja.
-Es verdad. Iré a hacer el desayuno. Tú despiértalo. No seas brusco, por favor. Te conozco.
-¿Yo brusco? ¿Cuándo soy brusco despertando a alguien? Si soy un encanto. Hoy te he despertado con mucho cariño.
-Idiota. -El austríaco río, echando un poco de café en la cafetera mientras.

El prusiano se dirigió hasta el dormitorio del pequeño. Este fue rápidamente hacia la cama y habló en su elevado tono de voz de siempre.

-¡¿Quién va a ir al asombroso parque hoy?! ¡Claro que sí, mi asombroso hijo! -El pequeño despertó, soltando un quejido por aquella forma de despertarlo, pero luego sonrió.
-¿Iremos los tres juntos?
-¡Claro que sí!
-Llevaré mi libreta y mis colores, voy a dibujar mucho.
-¡Claro! Haces los mejores dibujos del mundo. Seguro que de mayor serás un importante artista. -Sabía que para las micronaciones era difícil crecer, pero no le quitaría los ánimos.
-¿Como papá Austria?
-Como papá Austria. Aunque él es muy bueno y es casi insuperable.
-Sí que lo es... -El pequeño abrazó al prusiano y se levantó de la cama, corriendo hacia la cocina para abrazar al austríaco.
-Gilbert, te dije que no fueras brusco con él.
-No pasa nada papá, me gusta que sea así. -Respondió el pequeño, aún abrazado al austríaco. El chico solía ser muy tímido pero con sus padres era completamente distinto.
-¿Ves? Si es que es muy bueno mi niño. -El prusiano sonrió, revolviendo el cabello del pequeño.
-Sí que lo es, lo eduqué bien. -El austríaco sonrió, dándole una taza de café al prusiano y este sirvió sobre la mesa el desayuno del pequeño.

Cuando estuvieron listos, los tres salieron hacia el parque. Aquel día hacia muy buen tiempo, habían tenido mucha suerte ya que el verano había acabado.

La pareja se sentó en un banco mientras que el niño estuvo un rato dibujando, hasta que otro pequeño país llegó.

-Aurel, ten cuidado y no te vayas muy lejos. -El rumano avisó al pequeño Moldavia. Este y el búlgaro se acercaron donde estaba la otra pareja y les saludaron.

-¿Qué hacéis aquí en Austria? -Preguntó el austríaco, algo sorprendido de verlos allí.
-Trabajo. -Sonrió el búlgaro y abrazó al rumano. -Aurel quería ver si Albrecht estaba aquí. Ya sabéis que son muy amigos. -Añadió el rumano.
-Es cierto. Ambos solían pasar mucho tiempo juntos en casa de Elizabeta. -Afirmó el austríaco. -Como sea, me alegra veros.

Y así pasaron aquel día, la pareja disfrutó de un día de descanso mientras que veían al que era como su hijo pasarlo bien jugando. Era difícil que este hablase con otros niños pero ya se estaba abriendo con Moldavia y eso los alegró muchísimo. Definitivamente aquel periodo de tranquilidad era todo lo que necesitaban. Estaba claro que no sería eterno, pero cuando este acabara volverían a esperar un futuro como aquel presente.

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Me ha quedado muy cortito pero me parece tan soft que estoy contenta con el resultado. Amo escribir sobre mi otp, espero que os guste <3

Fictober 2020 [Hetalia] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora