Día 21. Canción [NedSpa]

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Las calles de la ciudad de Granada eran uno de los lugares preferidos de la representación del país de España en primavera. Le gustaba irse a componer canciones con su guitarra en lugares con vistas a toda la ciudad, sin gente alrededor que le molestase, aunque realmente no le molestaba, simplemente necesitaba concentración a la hora de componer. Todos sabían lo mucho que el país amaba a su gente y lo mucho que le gustaba verles sonreír. Incluso él parecía feliz siempre, pero no todo era alegría y pasión en él. Como cualquier otra persona, dentro de él hay sentimientos, que nunca exterioriza por no preocupar a los demás. Su forma de desahogarse era la música, en aquello era muy similar a su ex y actual amigo Austria. Ambos expresaban cualquier sentimiento con un instrumento musical y en este caso, con su voz.

El motivo de los sentimientos que iba a expresar mediante su música era un país. En los últimos meses en las reuniones habían chocado mucho y lo estaba pasando peor de lo normal, pues el español tenía sentimientos muy claros hacia él, pero este era frío como el hielo y no le correspondía ni a una sonrisa, ni a un saludo al verse ni a nada. Lejos de eso solo se limitaba a repetir lo que su jefe decía y ponerle pegas al español.

Empezó a tocar las cuerdas de la guitarra con más fuerza de lo normal, permitiendo escapar las lágrimas de sus ojos y dejándose llevar por la melodía, cantando una canción de desamor, que en los últimos meses eran de sus preferidas. Cuando finalizó y estaba guardando su guitarra, escuchó a alguien aplaudirle y se sonrojó al instante de la vergüenza. Pero sonrió al ver de quién se trataba.

-Fue precioso, Toño. -La belga sonrió y fue directa a abrazar a su mejor amigo.
-¿De verdad te ha gustado? Para mí es una canción demasiado intensa y triste. Sabes que la alegría va más conmigo. -Correspondió a aquel abrazo, revolviendo con cariño el cabello de la chica.
-Bueno, siempre dices que tu música son tus sentimientos. Todos tenemos bajones y tu forma de exteriorizarlos es muy bonita. Hm... Oye, tienes ojeras. ¿Has estado durmiendo bien?
-Sí, tienes razón. Y bueno, no he dormido bien. Las últimas reuniones han sido un fracaso y aunque mi jefe diga que está bien y ya mejorará todo, me siento un poco mal.
-Lo siento... Sé que es todo culpa de...
-Ni lo menciones. Bastante tengo con tenerlo en la cabeza todo el día.
-¿Tanto te gusta?
-Mucho...
-Él está aquí unos días. Ha venido conmigo. Quizá podéis hablar fuera de las formalidades...
-Sería maravilloso, si él fuese capaz de hacerme caso por más de un segundo y desviar después su mirada sería genial.
-Seguro que tiene sus motivos... Podéis solucionar las cosas hablando como adultos.
-Por mí sabes que es una genial idea. Pero él me odia, Emma.
-No se hable más. -La belga marcó el teléfono del holandés. El español trató de detenerla pero no pudo. - ¿Vincent? Me apetece tomar chocolate con churros. ¿Quieres quedar en una cafetería? Espera, voy de camino a una, enseguida te paso ubicación. Te quiero.
-¿Qué haces? -El español estaba completamente ruborizado, en aquel momento odiaba a su mejor amiga.
-Vamos, sé de una cafetería cerca. -La belga lo llevó hacia allí, le envió la ubicación a su hermano y se fue. -Pasadlo bien. Y créeme, si no supiera de sobra que él no te odia no estaría haciendo esto.
-Sí, seguro. -El español tras pedir dos cafés, pidiendo el favorito del holandés, se cruzó de brazos y miraba con nerviosismo a la puerta. Finalmente vio al otro país entrar y solo quería que la tierra se lo tragara. Rápidamente este fue hacia él dándose cuenta de lo que ocurría.
-Mira, no me jodas que nos ha hecho el lío. La voy a matar. -El holandés estaba de muy mal humor en aquel momento, pero le alivió ver su café preferido sobre la mesa, del cual dio un trago inmediatamente para no pagar su enfado con el español. -Lo siento. Tú tienes que estar como yo. No te tenías que haber molestado en pedir el café. - El de cabellos rubios no mostraba ni un intento de sonrisa, era frío como el hielo.
-Sí, me ha hecho lo mismo pero fue mi culpa. -El español respondió, dando un trago a su café.
-¿Por qué es tu culpa? ¿Esto fue idea tuya?
-Por supuesto que no. Es solo que me ha visto muy mal. -Si no se sinceraba aquel momento sería realmente incómodo. -Me están afectando mucho las últimas reuniones.
-¿Te afecta lo que te digo? Bueno, sabes que es mi obligación.
-Lo sé, no te preocupes.
-Pareces cansado.
-No, estoy bien.
-Has llorado.
-No.
-Sí.
-¿Y qué más da si he llorado? -El español se molestó un poco. No entendía cómo pudo darse cuenta. Era experto en fingir alegría.
-Has llorado por nuestras discusiones. ¿Verdad?
-Sí, bueno. Me ha afectado más de la cuenta, lo siento. Sueno estúpido.
-No, no lo suenas. -El holandés sabía perfectamente cómo se sentía el español, él se había estado sintiendo exactamente igual en los últimos meses. También sabía que había llorado, conocía cada expresión suya ya que estaba siempre observándolo, pero se sentía tan nervioso estando cerca de él que no era capaz de entablar una conversación y en las reuniones se limitaba a decir lo que decía su jefe porque si decía otra cosa podía notarse que se sentía nervioso. -Yo me he estado sintiendo igual últimamente. A mí tampoco me gusta discutir y menos contigo.
-¿Acaso te importo lo más mínimo? -El español se quejó, no entendía nada de su actitud. Siempre era el holandés quien le replicaba cosas en las reuniones.
-Me importas más que nadie en el mundo. -Respondió dando un pequeño golpe a la mesa, mirando al español a los ojos con seriedad. -Me duele lo mismo o incluso más que a ti esta situación.
-¿Qué? -No sabía qué decir. Esperaba cualquier respuesta menos esa viniendo de él.
-No me hagas repetirlo. No sé cómo soy tan estúpido de tener sentimientos por la persona a la que más atacan mis jefes pero así es.
-Yo... -El español tomó la mano del neerlandés y lo miró a los ojos. -Estoy enamorado de ti. No recuerdo cuándo empezó todo pero así sucedió.
-Hablamos fuera mejor.
-Sí. -El español ya había pagado los cafés así que salieron directamente de ahí y regresaron al lugar donde este había estado tocando la guitarra antes.
-Esto es extraño. -El holandés miró a su alrededor. Las vistas del lugar eran increíbles. Pero la única vista que le importaba era la que tenía frente a él. El de cabellos rubios puso sus manos sobre las mejillas del más bajo y quedó unos segundos mirando aquellos ojos esmeraldas que tanto le gustaban y por fin estaba pudiendo contemplar de cerca. Después, fue acercándose al rostro adverso y finalmente besó sus labios. Pudo notar como el otro dejaba escapar algunas lágrimas y las secó. -No llores, no tienes que hacerlo. Ya todo está bien.
-Son lágrimas buenas... De felicidad. -Aún llorando rodeó el cuello del adverso con los brazos y saltó sobre él, dándole un fuerte abrazo. Este lo sujetó con sus brazos y lo besó de nuevo. -Te quiero, te quiero mucho, Vincent...
-Yo también. -El holandés esbozó una pequeña sonrisa. El español jamás lo había visto sonreír y aquello le resultó impactante. -¿Vamos a casa?
-¿A casa?
-Claro, al fin y al cabo ha sido también mi casa. ¿No?
-Y lo sigue siendo siempre que quieras. -El español besó una de las mejillas del holandés y tomó su mano para caminar juntos. -¡Vamos!

Ellos no se dieron cuenta, pero detrás de unos arbustos se encontraba cierta chica de cabellos entre castaños y rubios viendo todo, dejando escapar alguna lagrimita de la emoción. Emma lo había visto todo y estaba segura de que a Elizabeta le gustaría aquel material.

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Creo que ha sido mi fic favorito de todos los que llevo escritos este fictober. Amo demasiado este ship y está muy infravalorado, ojalá fuese más popular :')

Fictober 2020 [Hetalia] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora